Capítulo 1

14 1 0
                                    

Mamá me llamó para bajar y cenar con los abuelos. Antes de hacerlo, tomé un momento para mirarme en el espejo: aspecto de chico normal, pelo oscuro y ojos también, piel blanca con cicatrices de heridas anteriores. Me puse una camiseta y bajé a recibir a los abuelos. Me abrazaron efusivamente y me llenaron los bolsillos de dinero, alguna chocolatina y preservativos. El abuelo me dio una palmada en el hombro y me guiñó un ojo; los preservativos eran suyos.

Papá vino poco después para saludar a los abuelos, les abrazó y les guió a todos hasta la cocina, donde mamá estaba terminando de servir el agua. Nos sentamos alrededor de la mesa circular, en la cual había pavo asado y una fuente de estofado de ternera. Todo estaba decorado con un típico espíritu navideño. Papá carraspeó levemente, llamando nuestra atención:

-Solo quería decir que me reconforta el volver a estar unidos en una época tan familiar como ésta. Me encantaría pasar más navidades junto a vosotros.- alzó su copa y exclamó: -¡Salud!

Todos repetimos esa misma acción y le dimos un trago a una copa que contenía un líquido levemente dorado con burbujas. Me quemó la garganta, además de tener un sabor desagradable. Mamá y la abuela comenzaron a servirlo en nuestros respectivos platos.

-¿Qué tal el instituto nuevo, Michael? Leí que es uno de los mejores del estado.- me preguntó el abuelo.

Unas cuantas semanas atrás, decidimos mudarnos a Idaho, Estados Unidos, más concretamente a Idaho Falls. La principal razón de la mudanza era el trabajo de mis padres, ambos crearon una empresa de electrodomésticos y tenían que darse a conocer viajando por todo el país. El instituto de Idaho Falls estaba bien, conocí a unos chicos el primer día que estaban igual de desorientados que yo, y desde entonces se han convertido en mis mejores amigos.

Mi respuesta a la pregunta del abuelo fue corta: -Bien, supongo.

La cena continuó tranquila, hasta que la abuela tuvo que sacar el tema de las chicas; se me formó un nudo en la garganta y me atraganté con el agua. Mamá le lanzó una mirada de preocupación a papá, aunque continuó comiendo, sin decir nada.


Horas más tarde los abuelos se fueron, eran cerca de las doce de la noche. Papá, sentado en uno de los sillones, apurando una última lata de cerveza mientras mamá limpiaba la mesa de la cocina. Les di las buenas noches y subí a mi cuarto. Me desplomé en mi cama y dejé escapar un largo suspiro, acabé quedándome dormido pocos minutos después.


***


A la mañana siguiente no había nadie en casa, estaba solo. Para desayunar, preparé tostadas y cuando me dirigía al frigorífico para sacar la leche, llamaron a la puerta. La posibilidad de que los abuelos se hubieran olvidado algo invadió mi mente. Aún con el ceño fruncido, abrí la puerta. Un chico pelirrojo con ojos verdes y piel pálida estaba frente a mí, me miraba con una sonrisa pícara en los labios.

-¿Puedo ayudarte en algo?- pregunté confuso.

-¿Te importa si te beso?

Me sorprendí ante su pregunta, alcé la mirada y estuve unos segundos mirándole a los ojos hasta que lo hizo. Me besó con fuerza haciendo que me sobresaltase. Sus manos sujetaban mi cara firmemente, simplemente le seguí el beso. No estaba asqueado pero si asustado de que alguien nos viese, aunque de cierta manera me gustaba. Acabó separándose por falta de aire, sonrió por última vez y dijo:

-Por cierto, soy Oliver, tu vecino de al lado.

Y desapareció sin más, dejándome perplejo ante lo que acababa de pasar.

i'm gay.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora