Capítulo 4: Ojo por ojo

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En todos mis años de vida jamás creí que alguna vez podría ocurrir que debería llevar a rastras a mi profesor de Universidad, quien también es mi ex novio; al departamento que compraría con mi mejor amiga antes de que esta llegue. Pero sí, de hecho lo estoy haciendo ahora mismo. Las cosas nunca salen como uno lo espera, pero yo sabía que aquello iba a terminal mal de alguna forma u otra.

Hiccup pesaba mucho y me costaba horrores llevarlo con delicadeza. Más de una vez no pude soportar el peso y ambos terminamos con las rodillas en el asfalto. Ni bien ese hombre retomara la compostura me iba a escuchar. Sin embargo, el camino a casa con aquel peso muerto sobre mí me dio mucho tiempo para pensar, cosa que necesitaba. Otra de mis necesidades en ese momento era ingerir mis pastillas para la ansiedad, puesto que las cosas se estaban volviendo algo complicadas en mi cabeza.

Al llegar a nuestro edificio me encontré con otro problema. Escaleras. Mis viejas enemigas... Nunca son buenas para una persona ebria. Por otro lado, Hiccup comenzaba a volver en sí, por lo que colaboró bastante. Luego de subir tres pisos, lo arrojé sobre el sofá y comencé a deshacerme de su ropa. El protestaba sin entender que ocurría, pero cuando intentó resistirse con agresividad le regalé una bofetada. Obviamente aquello lo trajo de nuevo a la Tierra y me dejó terminar mi tarea sin provocar el menor sonido.

Una vez toda su ropa, menos sus boxers, estaban en el suelo lo metí a la ducha fría. Lo dejé allí mientras preparaba un café extra fuerte y, además, muy caliente. Pensé por un minuto arrojarle el contenido a la cara en vez de dárselo para que lo consumiera. Lo odiaba por hacerme pasar por aquello, pero de alguna forma... No lo sé, no me sentía en posición de culparlo. Él había hecho lo mismo por mí antes... Y seguramente se habrá sentido igual de enfadado. De decepcionado.

-Mer.- Escuché a alguien llamarme por detrás. Su voz me sobresaltó, por lo que al dar un leve brinco por el susto algo del café se me cayó sobre la mano. Dolió como el demonio y obviamente solté un alarido disimulado.

-Joder.- Dije en voz baja, pasando a poner mi mano rápidamente bajo la canilla para echarle agua halada. Sentí que Hiccup se acercaba, no sin antes tomar algo de la mesada y se posicionaba a un lado mío. Cerró la canilla y tomó mi mano herida entre las suyas, para luego envolverla suavemente con una toalla de cocina. Dolió en cuanto la tela tocó la piel rojiza de mi mano, pero mi atención fue rápidamente desviada hacia los ojos verdes del castaño. Lo observé con admiración mientras él seguía envolviendo mi mano con total dedicación. Una vez que terminó de hacer esto, él también me miró... Pero fue imposible sostenerle la mirada.

Carraspeé un par de veces y di un paso hacia atrás. Aquella situación no me gustaba nada. Para mayor seguridad, rodeé la mesada y me posicioné al otro lado, disimulando mi lejanía con la excusa de buscar pomada para quemaduras en los cajones de ésta. Fue luego de terminar mi búsqueda cuando me di cuenta que solo llevaba una toalla rodando su cintura, dejando su bendito torso descubierto. Sin embargo, ya no era una niña... podía resistirme a la tentación de mirarlo fijamente o incluso ruborizarme.

-Detrás de ti hay una taza con café.- Le advertí, retomando la seriedad mientras quito la toalla de mi mano y aplico suavemente la pomada. Hiccup toma la taza y se sienta en una de las banquetas frente a mí. Me estaba observando, sé que lo hacía; pero incluso yo misma estaba asombrada de lo bien que estaba manejando mis nervios en ese momento.

-Gracias.- Dijo despacio, para luego darle un sorbo.

-¿Por qué? ¿Por el café o por no dejar que terminaras haciendo el ridículo en aquella fiesta?- Le pregunté, en tono de reproche.

-Ambas cosas.- No estaba muy colaborativo esa noche, pero su poco interés no iba a ser motivo para zafarse de su reprimenda.

-Hiccup, por amor a... Eres un profesor.- Dije, indignada.- ¿Cómo se te ocurre embriagarte en una fiesta de fraternidad? ¿Te imaginas los problemas que hubieses tenido si...-

-¿Si qué, Mer?- Me interrumpió.- Incluso el decano de la Universidad va a fiestas y se embriaga... Yo soy simplemente un tutor y un profesor suplente. Se puede decir incluso que parezco más un estudiante que otra cosa. Mira, gracias por todo, ¿está bien? Aprecio que te hayas preocupado por mí, de verdad; pero simplemente no es asunto tuyo.- Soltó, bastante molesto. Aquello me tomó por sorpresa. Me esperaba una actitud un poco más madura de su parte, pero ha pasado mucho tiempo y las cosas han cambiado. Él ha cambiado.

-Lo siento.- Dije sin saber qué más podría agregar.

-Disculpa aceptada.- Me dijo, tomando un poco más de su café. Su voz sonaba resentida.

-Pensé... No lo sé...- Tartamudeé, de repente toda la confianza que sentía se había desvanecido.- Deberías irte, Hiccup. Puenzie no estará contenta si te ve aquí.- Rápidamente guardo la pomada y comienzo a juntar su ropa del piso de la sala.

-¿Estás segura que es por 'Punzie' que quieres que me vaya?- Preguntó, remarcando el nombre de mi amiga.

-En realidad a mí también me gustaría que te fueras.- Lo enfrenté, arrojándole toda su ropa en la cara.- Mira, pensé que te estaba ayudando y que por lo menos demostrarías un poco más de cortesía... Pero al parecer estaba equivocada, así que si no es mucho pedir, 'profesor' Haddock, me encantaría que se retirara de mi departamento.- Lo ataqué, remarcando esta vez la palabra tan odiada por el castaño. Él me lanzó una mirada divertida, arrojó toda su ropa al suelo nuevamente y comenzó a caminar hacia mí. Cuando estaba demasiado cerca lo detuve.- No des ni un paso más.- Le advertí.- No te permitiré que vuelvas a jugar conmigo, Haddock. Esta vez no seré la niñita que te podrás coger cada vez que la mires con intensidad.- Él simplemente sonreía, lo que me sacaba más de mis casillas. Sin embargo, debía controlarme. Demostrar que había cambiado.- Así que tendrás que buscarte a otra para que caiga, yo ya he tenido suficiente de ti.- Le dije, para luego volver a juntar su ropa y estampársela contra su pecho.- Ahora, por favor, vístete y vete de mi casa.-

Hiccup no dijo nada, simplemente se dirigió hacia el baño sin borrar esa sonrisa presumida de su rostro. Mientras él no estaba aproveché para servirme un vaso con agua y beberla con desesperación... Todo mi cuerpo se sentía tenso, estaba luchando contra toda voluntad; pero iba ganando.

Luego de unos minutos Hiccup salió del baño ya con la ropa que traía puesta antes. Solo me miró por unos segundos antes de comenzar a caminar hacia la salida. Sin embargo, antes de salir, se giró.

-¿Por qué me has ayudado, entonces? Si es que ya has "tenido suficiente de mí".- Me preguntó con la curiosidad desbordándose por sus ojos. Solo había una manera de responderle, y era con la verdad. No fue por miedo a que Punzie lo viera o que le revelara su nombre a alguno de mis amigos, sino porque...

-Porque tú lo hiciste por mí más de una vez. Me ayudaste cuando todo el mundo solo me habría juzgado.- Ví como su expresión cambió de repente. Estaba realmente sorprendido.- Sé lo que es ser prisionero de esa mierda y... Hiccup existió un tiempo en el que tú lo fuiste todo para mí. No quiero que te ocurra lo mismo que a mí... Verte ebrio fue muy doloroso.- Lo había dejado mudo.- No vuelvas a hacerlo, ¿sí? Al menos... No frente a mí, por favor.- Hiccup asintió, para luego brindarme una sonrisa diferente a todas las anteriores. Como si en él renaciera una pequeña chispa.

-Descansa, Mérida.- Dijo para despedirse.

-Lo haré.-

[Mericcup] Remind Me How To LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora