Dulce hogar

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-Bien Chien, hemos llegado-Decía Emi al entrar a una gigantesca casa de 10 pisos de alto.

Este chico es rico, pensé

Entramos en silencio, al lado había un hombre dormido, parecía ser un guardia de seguridad el cual hacia muy mal el trabajo.

Caminamos por un pasillo estrecho,de alfombra roja y pintura amarilla, ademas de tener muchas puertas de color verde con numero alrededor nuestro, en cada una de ellas poda oler comida también oí un partido de fútbol, una canción de un viejo cantante Mexicano que hacia mucho que no escuchaba creo que Andre solía decir que se apellidaba Infame o algo así.

Espero que tenga la llave de alguna de esas puertas, pensé.

Justo antes de terminar el pasillo había una gran puerta de metal con unos botones del lado derecho y un par de flechas iluminadas arriba de el, pero antes había una puerta marcada con el numero 19 en letras doradas de la cual emanaba un delicioso sabor a galletas recién horneadas, no pude evitar acercarme lo mas posible  la puerta y meter mi nariz por la parte de abajo y saborear ese hermoso aroma que me hacia casi volar.

Que se su abuela la que este ahí, que sea su abuela la que este ahí, rogué

De pronto siento unas manos en mi espalda que me jalaban súbitamente.

-No puedes ver por ahí Chien-Dijo el muchacho mientras me miraba a los ojos-Ademas es de mala educación espiar a las personas.

Me bajo y el abrió la caja de metal, se metió en ella mientras me invitaba a entrar también, yo lo miraba diciéndole que ni loco me metía a esa caja toda rara.

-Que acaso le tienes miedo, no tienen nada que teme.

El chico me intento cargar pero lo amenace mostrando le mis dientes y gruñendo un poco mas fuerte de lo habitual.

-Ho, quien lo diría, Chien un perro que me ayudo a hablar con la chica que amo y tener el valor de hablar también con la perrita llamada Chofi le tiene miedo a un elevador.

Con que así se llamaba esta rara caja metálica, elevador mi nuevo enemigo.

-Que diría Chofi si te viera así huyendo de un simple elevador.

Hasta aquí, pensé y ladre seré solo un perro y un adicto a las galletas de mantequilla, pero nunca un cobarde y menos lo seria si Chofi me estuviera viendo, así que con "valor" me introduje lentamente al mencionado elevador deseando con toda mi alma que esto terminara rápido.

-De eso hablo, si pudiste con una chica hermosa puedes con esto- Dijo el chico intentando echarme ánimos.

De inmediato el chico cerro la puerta, esto no me agrada, pensé.

Después presiono un botón, el mas alto y la maquina empezó a moverse, al principio era molesto sentir mi panza en movimiento pero después se torno agradable y hasta divertido así que empece a saltar como loco alrededor de Emi.

-Veo que ya te gusto-

Que si me gustaba, claro que me gustaba, me encantaba.

Con cada piso yo sentia que saltaba mas alto y mas alto creo que llegaría hasta el cielo en algún momento y cuando la puerta se abrió y el chico abrió una segunda puerta con llave que tenia el numero 100 en ella, me sentí realmente ahí.

Un cuarto sin techo solo una gran red de metal y cristales los cuales te dejaban ver el cielo nocturno por completo, sentí que estaba en el centro el universo mismo.

-Se que no es mucho- dijo el chico al señalar una cama un par de sofás usados, una televisión algo vieja, una computadora, y algo que parecía ser una parrilla en miniatura y mucha ropa tirada por todos lados.

Tal vez antes me hubiera importado, pero ahora que tenia el universo entero ante mi, eso me valió menos que una galleta de soya y eso que esas eran las mas insípidas de toda la existencia de las galletas.

Empece a saltar y a mover la cola sin parar.

-Que bueno que te guste porque este sera tu hogar por bastante tiempo.

-Aquí dormirás dijo mientras acomodaba un sofá de una sola persona al lado de su cama.

Me acosté mientras el se metía a la cama, había sido un día muy cansado y así que me dormí, teniendo a mi alrededor a miles de estrellas con las cuales soñar.

Café y música.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora