Inesperado.

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Disclaimer: Este es una historia dedicada especialmente a todos y todas los fans tanto del mundo de Percy Jackson, como de Rick Riordan.

No pertenece nada de aquí. (Solo la historia, claro) Pero todo lo demás, es propiedad de Rick "El Genio Malvado" Riordan.

Yo solo tomé prestados a los personajes para pasar un buen rato escribiendo.

Después de que la batalla contra Gea hubiera terminado, todo estaba demasiado tranquilo

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Después de que la batalla contra Gea hubiera terminado, todo estaba demasiado tranquilo.

La vida siguió su curso, si ignoramos el hecho de que la tristeza y el duelo se apoderó por un momento del campamento a causa de tantas muerte, porque todos habían perdido de alguna u otra manera: amigos, compañeros, familia.

En lo que respecta a mi, no sabía exactamente que hacer ahora que todo peligro iminente desapareció, sobre todo teniendo en cuenta que los último años de mi vida se basaron en correr de un lado para el otro para sobrevivir, ayudar a mis amigos y salvar un mundo del que no me sentía parte después de pasar años congelado en un lugar que era del todo menos real.

Y aunque parte de mi quería irse a viajar sin rumbo como otras veces, mi mente viajó con la última persona que había visto una de las partes más oscuras y débiles como semidios: Will Solace. No estaba del todo seguro porque pero quería verlo aunque lo más seguro era que al igual que muchos otros, solo por el hehco de ser hijo de Hades, me vería con miedo y disgusto. 

No era para menos.

No era para menos

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Me equivoqué.  Pero más que molestarme, sentí aliviado por razones en las que no quería pensar mucho. No ahora y tal vez nunca.

Tan pronto como me encontré con Will, este empezó a soltarme reclamos a diestra y siniestra. Y el centenar de preguntas que empezó a lanzarme era abrumadora.

-¿No puedes echar una mano a un amigo? ¿Cortar vendas por ejemplo? ¿Traerme un refresco o algo para picar? ¿No crees que podría querer ver una cara amiga? –el hecho de que pareciera no poder detenerse a respirar era sorprendente.

-¿Qué? ¿Mi cara?-no pude evitar responder. De entre todas sus preguntas, la última me tomó por sorpesa. Nadie me habría considerado como una cara amiga, familiar tal vez pero amiga nunca, al menos desde que fuera oficial mi estado como hijo de Hades y las macabras y peligrosas cosas que podía hacer.

Momentos. (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora