Capítulo 3: 7/feb/2016

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Estaba exhausta. Alicia me dijo que ella podía entender lo que sentía pero yo no le creí. Desde el 4 de febrero no había comido nada más que 2 manzanas y me sentía fatal. Tenía dolores de cabeza horribles y me sentía cansada. 

Alicia tengo mucha hambre. Le dije en clase de historia. Ella apareció de nuevo a un lado de mí y no me dijo nada, solo me rozó la cara suavemente con su mano y en ese momento me desmayé. Cuando desperté me encontraba acostada en el servicio médico de la escuela, con mi madre a lado de mi tomando mi mano y con Alicia justamente enfrente de mi. 

-Stacy, ¿qué pasa contigo? - Dijo mi madre.

No me gustaba verla sufrir por mi culpa. Alicia, tú eres mi amiga, sé que puedes hacer algo por mi. Y por ella.

Vamos Stacy, ve a tu madre, es gorda, es gorda como tú. Ahora mirame a mi , ¿qué no quieres ser como yo? Tontita, yo soy tu única amiga, la única que te ha escuchado y ayudado con tu cuerpo. Sé que puede ser difícil pero yo soy la única que puede hacer que Marco se fije en ti, y que dejen de molestarte, soy la única que puede hacer que salgas de ese cuerpo y te conviertas en alguien que siempre  quisiste ser. Soy la única en la que puedes confiar  que no te gusta como eres.

Alicia me había dejado sin palabras. Comencé a llorar, y me di cuenta de que tenía razón, ella era la única que sabía sobre lo que pensaba de mi cuerpo. Ella era la única en la que podía confiar, si le decía a mi madre me obligaría a comer porque se preocuparía por mí, en cambio si las únicas que sabemos somos Alicia y yo no pasaría nada, sólo que lo tenía que mantener en secreto.

-Madre. No pasa nada conmigo. Supongo que me desmayé porque últimamente no he dormido tan bien como otras noches, pero no creo que haya algo de preocuparse.

-Hija, no lo sé, estos días no haz comido tanto como otras veces. Quizá preparé mal tu desayuno, o hubo algo que no te gustó en la comida.

-No, no es eso. No he dormido tanto últimamente y  creo que fue por eso que me desmayé. Tu comida, y tú, no tienen ningún problema. Tal vez no me haz visto comer porque estás ocupada, o trabajando pero me he comido todo lo que me das. 

Mi madre desconfiaba mucho de mí en ese aspecto pero de todos modos me creyó. Nos fuimos a casa y por suerte no había desayunado, ya que el recreo era dos clases después de la clase en la que me desmayé. Mi madre revisó mi lonchera y se dio cuenta de eso así que le dije que iba a comer en mi habitación. Cuando llegué a mi cuarto fui directamente a mi baño (Tenía un baño privado en mi habitación) y tiré la torta de salchicha y el pastelito de chocolate en el bote de basura. Salí del baño y busqué en mi cajón las revistas que había recolectado desde primer año de secundaria. En primer año de secundaria iba caminando con mi madre y vi un puesto de periódicos. Me llamó la atención una revista que en la portada tenía la imágen de un artista famoso abrazando a una chica muy guapa y delgada. Mi madre me la compró y se dio cuenta de que me gustó así que después de eso cada viernes compraba una nueva después del trabajo y la dejaba en mi cama. Yo las leía y las dejaba en ese cajón. Cuando las encontré las hojeé y recorté varias fotos de modelos hermosas y delgadas como Alicia. Algunas usaban bonitos pero simples vestidos que lucían sus grandes y firmes pechos y sus delgadas cinturas pequeñas. Otras, comúnmente las de las portadas, solo usaban ropa interior luciendo un cuerpo extraordinario. Al verlas me sentí fatal. Si ellas podían tener un cuerpo así yo también podía. Cuando recorté a la última modelo comencé llorar. En ese momento Alicia se hincó a un lado de mí pero  esta vez no usaba nada de ropa. Se acercó a mi oído y susurró. Stacy tienes que ponerte una meta. Mira mi cuerpo. Tienes que ser como yo si quieres ser aceptada. Yo te ayudaré a ser delgada. De nuevo tocó mi rostro suavemente. La miré con lágrimas en los ojos y sonreí. Le di las gracias y pegué a todas las modelos en una cartulina. En un espacio en blanco que quedó debajo de todas las imágenes escribí con un plumón negro "Mi cuerpo será así". Lo pegué a lado de la puerta porque desde mi cama lo podía ver cada mañana que me despertaba y mi madre, al abrir la puerta, no lo podía ver. Alicia me vió con orgullo y yo estaba feliz porque ya me había puesto una meta y Alicia me había dicho cómo alcanzarla. 

Mi cuerpo y yo.Where stories live. Discover now