No sé qué día era, ese día que se derrumbó todo, ya no importaba la hora, la fecha, el lugar. Lo único que sabía es que ya había pasado demasiado tiempo, suficiente para olvidarme de que existía Alicia. Alicia se convirtió en mí, Alicia se convirtió en Stacy. A donde quiera que fuera a la hora que fuera siempre era lo mismo, yo siempre con la sudadera que me quedara más grande y unos pantalones de mezclilla gigantes. Mi madre siempre diciendo que era un palo, que mi piel y mis ojos no se veían bien y que necesitaba ayuda. Y Betty, el sueño que me perseguía para todos lados, no podía dejar de pensar en sus hermosos ojos y en la traición que me había dado. Tenía mucho tiempo que no hablaba con ella, en el salón de clases no me podía concentrar en nada, mi mente solo podía pensar en 2 cosas: El dolor, el hambre y el frío que sentía y también en Betty, que parecía que ni siquiera pensaba en mi presencia. Todo era mi culpa, todo era culpa de la grasa y del maldito peso que tenía. Nada habría pasado si yo no hubiera sido tan gorda. Yo había sido la que dejó que el tiempo pasara para que me consumiera y que al mismo tiempo consumiera la relación entre mi madre o Betty conmigo.
El día en que me di cuenta de que yo había sido la que dejó correr el tiempo sin importancia fue el día del funeral de mi madre. Ella había muerto de Insuficiencia Cardíaca Congestiva, esa enfermedad no le permitía a su corazón bombear sangre a todo su cuerpo porque sus arterias estaban casi tapadas de grasa y llenas de azúcar. Mi padre se tuvo que hacer cargo de mí, así que tuve que cambiarme de escuela porque mi padre vivía muy lejos y no supe nada de Betty cuando me mudé. Estaba destruída, estaba destruída por dentro y por fuera. No podía llorar porque no tenía suficientes fuerzas para soltar lágrimas. No podía gritar porque mi voz apenas era un pequeño sollozo. Mis heridas no podían curarse porque cada día eran más grandes y mi miedo pero amor a mi madre era confundible en todos los sentidos. Yo tenía miedo a terminar como ella. Le tenía miedo a la adicción a mi padre. Extrañaba mucho a Betty. Sentía la necesidad de ver sus ojos hermosos y brillantes. Tenía miedo de mi futuro. Que estúpida fui. No tomé en cuenta que el único futuro que me esperaba era el dolor, la traición y la muerte.
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Mi cuerpo y yo.
Novela JuvenilElla se acercó a mi. No la podía ver pero podía imaginarme cómo era. Siempre que habla conmigo se acerca a mi oído y susurra. La primera vez que la escuché fue cuando me miraba al espejo, describió cómo era y yo quería ser como ella. Desde ahí fue m...