Capítulo 36 Final

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Liam estaba sentado ya en el comedor cuando entraron, y Alex corrió a subirse a las rodillas de su padre exclamando:

— ¡Feliz cumpleaños, papá!

Agachando la cabeza para ocultar la emoción que la embargó, Dinah recogió del suelo la tarjeta que Alex en su entusiasmo, había dejado caer.

—Feliz cumpleaños, Liam —le deseó ella también, añadiendo—: Además, la celebración es doble, ahora que te han quitado la escayola.

Se la habían retirado el día anterior, y el médico había expresado su satisfacción por lo bien que se había curado la pierna.

— ¡Te he comprado una tarjeta y un regalo! —exclamó Alex con aire importante, aún sentado en las rodillas de Liam, volviéndose hacia su madre para que se los diera.

Dinah se los entregó.

—Lee primero la tarjeta —le dijo Alex a Liam—. Mamá también te ha escrito una tarjeta, y Rusty ha firmado en la mía. ¿Ves? —Dijo señalándole la marca de la pata de su perrito en la tarjeta—. Mamá preparó un barro especial y luego le mojamos la pata en él y la pusimos encima de la tarjeta.

— ¿Un barro especial? —repitió Liam—. Vaya, qué ingenioso...

¿Había sido su imaginación, o había visto un brillo cálido en sus ojos cuando Liam había alzado la cabeza y le había sonreído?, se preguntó Dinah, sintiendo que el corazón le daba un vuelco.

—Eso explica las extrañas manchas que tenía mamá ayer en los vaqueros... — añadió Liam sonriendo con malicia.

—Creíamos que Rusty podría poner el sólo la pata en la tarjeta, pero se empeñaba en hacerlo en mis pantalones —se rió ella.

Sin embargo, Liam no estaba mirándola, sino que tenía la vista fija en la tarjeta de Alex.

— ¿Te gusta, papá? —inquirió el niño impaciente, tirándole de la manga.

—Me gusta muchísimo, Alex —le aseguró Liam con la voz quebrada por la emoción, dándole un abrazo.

Le entregó la tarjeta a Dinah, que la puso de pie y abierta sobre la mesa. En ella, escrito con la letra infantil de Alex, decía: «Te quiero mucho, papá».

—Y ahora abre mi regalo —le dijo el niño sin darle tregua.

Dinah observó a Liam mientras desenvolvía la fotografía que ella misma había tomado de los dos y que había llevado a enmarcar con Alex. Mientras Liam la estudiaba, Dinah contuvo el aliento, preguntándose si, como ella, advertiría el parecido entre el pequeño y él, convencida sin embargo de que, aunque lo advirtiera jamás lo admitiría.

Liam leyó después su sencilla tarjeta, y le dijo a Alex que estaba deseando que llegara la hora de la merienda para soplar las velas del pastel que Dinah y él habían preparado la tarde anterior.

—Mamá, ¿tú no tienes ningún regalo para papá? —preguntó el niño de repente, volviéndose hacia ella.

—Ya me lo ha dado, Alex —intervino Liam antes de que Dinah pudiera decir nada—. Tu mamá me ha dado un regalo muy, muy especial... el mejor regalo del mundo

— ¿Y dónde está? —preguntó el niño, mirando a todos lados.

Liam miró a Dinah y después al chiquillo.

—Eres tú, Alex —le contestó quedamente—. El regalo que me ha dado tu madre eres tú.

Dinah sabía que debería sentirse muy feliz de oír ha Liam expresando su cariño hacia Alex tan abiertamente, y lo estaba, estaba feliz, pero su corazón se hallaba lacerado de dolor porque aquello únicamente confirmaba lo que ya sabía: que Liam sólo había querido casarse con ella para poder tener a Alex.

Destino (Diniam) AdaptadaWhere stories live. Discover now