I. UN FAVOR SIGNO DE LOS TIEMPOS

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- ¡Adelante!, ¡adelante!, mi señor Don Baltazar, murmuró una voz, abaritonada y hecha al mando desde adentro.

Y el llamado así, un personaje semiamorfo, todo él belfo, nariz, y nuez, entró, sombrero en mano, resuelto y genuflexivo. Después, un cambio de saludos, con sinceridad más o menos campechana, un fuerte apretón de manos y un leve crujido, causado por el arrellanamiento de dos cuerpos sobre un muelle sofá de cerdas y platerescas talladuras. Fintearon ambos sujetos un par de miradas y el más entrado en años, que era el dueño de la casona, exclamó, obsequiosamente:

- Ya me supongo a lo que debo su visita, a estas horas y, con este sol de las cinco, que pica todavía, mi Don Baltazar. No hacía mucho que me había asomado al zaguán, a dictar mis últimas disposiciones para que el cargamento que acaba usted de ver, no se quedase afuera como ha ocurrido otras veces, cuando le vi venir, y al verle me dije: "Noticias frescas de Lima tenemos".

- No ha estado usted acertado en ésta vez, mi señor Don Juan Francisco. Por ahora no tengo noticia alguna que darle, como no sea la de las barrabasadas de Brown en el Callao, que ya todo Piura sabe.

- ¡Qué me cuenta usted! ¿Pero dónde diablos me meto yo, que siempre soy el último en saber estas cosas? ¿Y podría usted decirme qué diabluras son ésas?

- ¡Psh! Nada en dos platos. Un pirata de los de Buenos Aires, que urgido por el hambre y la persecución fue a dar en aguas del Callao ahora un mes, y como no quería dejarse coger, ha tenido que abrirse paso a tarascadas, como un perro rabioso. Lo que hacen todos esos tunantes del mar que al fin les llega el día de ser colgados de una antena.

- ¿Y ha logrado escapar el hombre?

- Como alma que lleva Cáchafás. Estas son las cosas que los descontentos y descastados han comenzado a llamar las barrabasadas de Brown.

- Y con ellos usted, mi querido amigo. Se diría que el calificativo no le, desagrada del todo.

- Me desagrada enteramente. Porque tras dél hay como un secreto regocijo: el que siente el esclavo frente a los males de su señor. Y usted sabe, porque ya hemos hablado de ello alguna vez, cuánto me repugna todo lo que trasciende a pujos de rebeldía.

- Vaya que sí contestó, con leve matiz de ironia Don Juan Francisco, saeteándole a la vez con una oblicua mirada.

- Figúrese usted a la colonia en manos de criollos y mulatos. Sería para morirse de risa. Y, después de todo, para ganar nosotros qué? Porque si se tratara siquiera de mejorar... Pues por más que ciertos hombres del Partido digan que con el cambio de sistema vamos a ganar todos, eso a contárselo a Ño Velita, que todo se lo comulga sin chistar. Así se lo dije ahora días a Seminario y Jame y a cierto joven López, que todas las tardes sale en compañía de su cuñado Diéguez de Florencia a cabalgar por las afueras de la ciudad, bajo pretexto de distraerse, pero en realidad con el de conspirar contra el sistema. ¿Qué no lo ha oído usted decir?

- No. La verdad, mi querido amigo, que esto del jabón y los cueros me tiene absorbido completamente. Apenas si me deja tiempo para bajar de tarde en tarde a la ciudad. Usted sabe cómo he recibido este negocio: un barco a pique. Y algunos de mis inmuebles también. No hay peor comején para las cosas que el tiempo y la ausencia. Y hay que salir avante del naufragio, cueste lo que cueste. Ahora mismo estaba recibiendo ese cargamento que ha visto usted y que no es otra cosa que sebo de Chile. Es un sebo que rinde más que el nuestro y, naturalmente, tengo que preferirlo para mi jabón. Son ciento cincuenta quintales que me debía Joaquín de Helguero y estaban puestos en Paita a mi orden.

-Pero el negocio de las pieles anda muy bien; no puede usted quejarse. Cualquier cuero vale hoy un sentido. Va a llegar día en que no tendremos cómo forrar nuestros muebles. ¿Y eso por culpa de quién? Por esos malditos insurgentes de Chile, que el demonio confunda. Pero viendolo bien no lo perjudica a usted. ¿Qué los cueros suben? Pues se curten menos y se cobra más ¿Qué los cueros bajan? Pues se curte más y se cobra menos.

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⏰ Última actualización: Apr 26, 2016 ⏰

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Matalaché ( Enrique López Albújar )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora