El Final

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Título: GUGALANNA

Autora: Clumsykitty

Fandom: MCU

Parejas: Stony y un pellizco de Thorki, algo de OC/Loki.

Derechos: Todo es de Marvel, hasta mi alma pecaminosa. Yo solo hago ideas.

Advertencias: Violencia, sangre, horror y malos tragos. Me tomo súper licencias con aspectos mitológicos, otros tantos con personajes. Adoro los monstruos y el terror, por lo que esta historia es de lo más oscura. Más no puedo decir.

Gracias por leerme.

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EL FINAL.

"¡Maldito creador! ¿Por qué me hiciste vivir? ¿Por qué no perdí en aquel momento la llama de la existencia que tan imprudentemente encendiste?"

De Frankenstein o el Prometeo Moderno, Mary Shelley.

No había cosa más amarga que el arrepentimiento, la realización de un error cometido que jamás sería enmendado. Eso pensaba Thor mientras escuchaba las discusiones llenas de palabras rebuscadas de los jueces de Alfheim sobre el asunto de Gugalanna y el Dios de las Mentiras. Con tristeza ahora entendía por qué Loki siempre se había burlado de aquellas cuestiones por ser una pérdida de tiempo donde solamente se exhibían orgullos rancios que buscaban tener la razón por encima de los demás, ajenos a una verdadera búsqueda de un bienestar en común.

Apenas si pronunciaba alguna palabra o hacía un asentimiento de cabeza, aburrido ya de toda aquella algarabía donde pisoteaban cuanto querían la reputación de Blystár El Blanco como de Loki Laufeyson aprovechando que no estaban vivos para cortarles sus lenguas altaneras. El Dios del Trueno no tenía ganas de corregirles, no eran dignos de la verdad que guardaba en su corazón adolorido por el arrepentimiento. Jamás olvidaría ese momento en Muspelheim, esos ojos verdes que le miraron igual que en viejos tiempos, con adoración, inocencia y alegría antes de volverse una vez más duros, maliciosos, indiferentes. La oportunidad de recuperar a su hermano la había dejado pasar por una pelea de reclamos, cegado por la idea de tener la razón como los jueces de Alfheim que ahora escuchaba. De haber dicho las palabras correctas, de haber abierto sus brazos, Loki hubiera corrido a ellos para refugiarse y él le hubiera protegido de cualquier cosa, de Odín mismo.

Pero le dejó solo y el ojiverde encontró a Blystár quien ofreció lo que el Asgardiano le negó, hasta el final sin importar cuantos errores tuviera el Embustero, ni aquella espantosa amenaza de muerte. Un Jotun que igualmente había sido tirado al olvido para morir, que vivió en las sombras del desprecio, la humillación, hambre y esclavitud hasta que su odio fue lo suficientemente avallasador para convertirle en uno de los más temidos asesinos, sin detenerse ya por límites morales o tradiciones. Igual que su hermano. Si tan solo le hubiera dicho lo que sentía cuando le vio vivo por última vez en Muspelheim, ahora su alma no se desgarraría al saber que nunca más le tendría, que el único consuelo estaba lejos de su alcance, entre los brazos de un genio millonario a quien le había dado su palabra de no dañar a su hijo, terminando el asunto de Alfheim, cosa que sucedería pronto.

Y sin embargo, en todo eso había algo que inquietaba su mente de guerrero entrenada para percatarse de pequeños detalles significativos. Pasada la tensión inicial por el temor de Tony hacia el rey de Asgard, le permitió convivir con Rain como gesto de amistad. Lo que inquietaba al Dios del Trueno era una reacción del castaño que vio un par de veces, muy fugaz para que los demás lo notaran o quizá no le dieron importancia. Una mirada. Había dolor en ella, un dolor que Steve parecía conocer siendo cómplice del mismo, inquietándole por razones desconocidas. Sus meditaciones fueron interrumpidas por las declaraciones finales de los elfos. Loki Laufeyson como Blystár El Blanco habían muerto por sus propias acciones, siendo víctimas del inmortal Thanos a quien jamás debieron molestar. Habían recibido un justo castigo.

Thor se levantó ya sin muchas ganas de seguir en ese reino lleno de vida, color y alegría. Salió escoltado por sus Einherjars llevando el dictamen consigo para entregarlo al Padre de Todo, pasando por los arcos flotantes y jardines inigualables de aquel palacio de la Familia Real. Una de las princesas estaba sentada en la orilla de una fuente con su séquito que admiraba a su recién nacido hijo, un nuevo príncipe elfo. Le alababan como hacían planes a futuro, qué tipo de guerrero sería, si se convertiría en un juez, hechicero o sacerdote. Toda una gama de posibilidades para un futuro prometedor que sacaban sonrisas a la orgullosa y hermosa madre. El Dios del Trueno se detuvo sobre sus pasos, mirando a la princesa ajena a su inspección.

Ahí estaba.

Su corazón comenzó a latir aprisa ante la realización, Tony no le había dicho todo. Cada vez que los Vengadores charlaban bromistas sobre lo que sería Rain de adulto, la mirada del millonario se había apagado, manteniendo su sonrisa hasta cambiar de tema astutamente. Rain no iba a vivir tanto, la herida de Gugalanna llegaba hasta esos extremos. Por eso le había preguntado casualmente por el árbol de Idunn de la misma manera que alguna vez preguntara por el Bifrost, más no se había atrevido a pedirle algo que sabía jamás sucedería, conceder una manzana dorada del árbol de la inmortalidad requeriría de la bendición de Odín. Stark no tenía fe en el Padre de Todo, esa era la razón de su mirada resignada.

Alguien le llamó pero ya no hizo caso, salió corriendo de ahí. Debía volver a Midgard, tenía que hacerlo, Loki se le escapaba de las manos una vez más. Rain no iba a vivir tanto tiempo. Estaba dispuesto a pelear contra su padre si con ello conseguía ofrecerle una vida. En su mente no hubo más que esa risa traviesa y aquellos ojos verdes con manchas rojizas que en esos momentos era llevado en brazos por Steve para recostarle en su cuna, dejándole tomar su siesta vespertina en la mansión de Malibú donde estaban descansando después de aquel evento. Con un beso en aquella pequeña frente, el capitán le dejó, poniendo su lámpara de carrusel que tanto adoraba como aquel dragón moteado, tomando su cuaderno de bocetos antes de salir hacia la parte trasera con el monitor en mano que dejaba escuchar la suave música del carrusel.

Tomando una silla de playa, abrió el cuaderno para terminar uno de los dibujos que estaba haciendo de Rain para regalárselo a Tony quien había ido a despedir a Natasha y Bruce al aeropuerto rumbo a una isla tropical donde se tomarían su tiempo como pareja, cortesía claro de Stark, su avión como sus hoteles. Rogers sonrió negando tomando sus lápices para comenzar su trabajo. Estaba a punto de terminar cuando escuchó por el monitor que Rain despertaba, empezando a quejarse con un llanto débil, pero antes de que se levantara escuchó la voz del castaño llegar a él, hablándole como solamente lo hacía con su bebé, empezando a canturrearle una canción de cuna que hizo callar al infante y luego hacerle gorgotear. Steve sonrió ampliamente al escucharle, imaginando como se veía su pareja cargando en brazos a Rain. Unos pasos se acercaron por el camino exterior que bordeaba la mansión hacia la playa.

-¿De qué tanto sonríes? –saludó un recién llegado Tony.

Tanto éste como Steve se volvieron al monitor al escuchar a alguien más con la voz del millonario canturrear a su hijo. Ambos perdieron color en sus rostros, el capitán tirando sus cosas igual que las compras de Stark, corriendo a toda prisa hacia la habitación del bebé. El rubio fue más rápido, deteniéndose en el marco de la puerta conteniendo la respiración, se volvió hacia Tony a quien abrazó cuando le alcanzó, ocultando su rostro en su pecho con fuerza.

-No mires... no mires...

-No, no, no, no, no... Steve, dime... no, no, NONONONONONONONOOOOOOOOOOO...

La pareja cayó al suelo, compartiendo un mismo llanto. Steve apretó sus párpados, jamás olvidaría lo que acaba de ver, sería su pesadilla de por vida. Una habitación infantil que lucía más como un rastro.


Gugalanna siempre conseguía a su presa.



F I N

GugalannaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora