El tiempo se mueve y los días pasan sin indicio del Sr. Evans deteniéndose en casa.
Mamá lo invita para la usual cena de domingo, pero él declina, siempre diciendo que tiene diligencias.
No lo echo de menos. Sería lindo verlo una última vez antes de que empiece mi primer semestre en Brown.
**************
La noche antes de que me vaya a la universidad, me despierto en medio de la noche y encuentro a alguien en mi cama. Una mano cubre mi boca antes de que pueda gritar. Abriendo los ojos, no puedo ver nada en la negrura que me rodea.
Mi corazón palpita, no puedo escuchar nada más que el latido en mis oídos.
—Shhh. Soy yo —susurra él.
Mi corazón da un latido. ¡El señor Evans! '¡en mi cama!
Gracias, hada del sexo.
Me muevo a tientas en la oscuridad y agarro su cara, aplastando mis labios sobre los suyos, besándolo con un hambre que no sabía que poseía, tomando todo lo que me había perdido. Gracias, joder, porque él me besa de vuelta. Nuestras lenguas se enredan, probando, saboreando hasta que quiero derretirme como mantequilla. Nuestra respiración es acelerada cuando finalmente apartamos nuestros labios.
Acaricia mi mejilla.
—Lo siento. No quería desaparecer de ti. Estaba confundido. Tu papá va a matarme si algunas averigua lo que sucedió... Pero no puedo sacarte de mi mente. Tenía que verte una vez más antes de que te fueras. Sentir tu coño alrededor de mi polla. Una vez, nena. Déjame tenerlo. —Su voz es tentadora, suave y seductora. Mi coño duele y se vuelve pesado con cada palabra susurrada.
Inhalo.
—También estaba esperando verte antes de irme.
El Sr. Evans sonríe, frota sus labios sobre los míos, haciendo que mi corazón aletee como una mariposa.
Con los ojos ahora acostumbrados a la oscuridad, miro alrededor de mi habitación. Mi puerta todavía está cerrada desde el interior. ¿Cómo entró?
Debe haber leído mi confusión. Su voz es baja, probablemente así no despertará a mis padres durmiendo en la habitación principal al final del pasillo.
—Tu ventana está abierta.
Lo olvidé. El Señor Evans es un comando especial, un hombre que es un maestro en entrar a hurtadillas en lugares prohibidos y peligrosos sin ser detectado.
Besa mi cuello, sus manos vagando por un momentos antes que se dé cuenta que estoy desnuda bajo mi manta. Me había masturbado con el Sr. Rosa antes de quedarme dormida.
—Dios —Su voz en un susurro ronco.
No dudo en tentarlo.
—Quítate la ropa y únete a mí. La puerta está cerrada y mis padres tomaron valium antes de que fueran a la cama. No nos escucharán, incluso si hay un terremoto. Pero es mejor que no hagamos mucho ruido. Solo por si acaso —Acaricio su cuello, mis dientes mordisqueando el lóbulo de su oreja.
El Sr. Evans se levanta y se desviste, tirando toda su ropa negra y dejándola caer en la alfombra. Realmente había estado listo para este ataque a hurtadillas. Pronto, se desliza en mi cama conmigo, su cuerpo cálido y desnudo contra el mío. Sin ropa, nada que evite que acaricie su piel lisa. Adoro acariciar sus bíceps tonificados, sus abdominales. La polla gruesa y gorda del Sr. Evans está dura y lista.
— ¿Qué es esto? —Encontró al Sr. Rosa—. ¿Has sido una niñita mala?
No soy alguien que se avergüence por ser una zorra, pero ciento que mis mejillas se sonrojan.
—Estaba sola. Y caliente.
—Hmmm —Lleva al Sr. Rosa a su boca y lo lame—. Adoro el sabor de tu coño.
— ¿Sí? —Me excito y me recuesto, abriendo mis piernas—. No me molestarían unas lamidas.
El gruñido de felino que amo sale de él.
—Más amplio. Dame lo que quiero.
Un segundo después, el Sr. Evans se establece entre mis piernas, su lengua dando golpecitos y tentando, comiendo mi coño, como si yo fuera el placer más sabroso que alguna vez ha tenido. Araño las sábanas, agarrándolas, retorciéndome de placer.
Ya he tenido dos orgasmos con el Sr. Rosa esta noche. Habían sido buenos. Normales y lo suficiente para liberar algo de mi tensión. Pero no habían sido el Sr. Evans. Él sabe cómo comer a una mujer hasta que estoy balanceándome al borde del éxtasis.
Estoy allí, en la punta del orgasmo, alcanzando y estirándome por él como si fuera a morir si no me corro. Él gruñe contra mi coño, su lengua follándome, lamiendo, dando golpecitos y mordisqueando mi clítoris. Cuando toma algo de carne llena de nervios entre sus labios y chupa, me corro sobre él, mi cuerpo tensándose y relajándose en oleadas. Cada nervio está vivo y cantando.
Cuando finalmente vuelvo a ser yo, mi mirada choca con la suya, y él casi gime haciéndome pensar que está decepcionado porque no chorreara por él.
—Necesito una polla —le digo.
—Vamos a intentarlo con esto —Empuja al Sr. Rosa en mi coño y lo enciende. Sin preámbulos y directo a la parte buena.
Me sacudo, mi cuerpo tenso, el zumbido familiar de mi juguete aliviándome. Mi vibrador es uno de los caros. No hace ningún ruido que pudiera revelar que alguien secretamente está teniendo algo de diversión sucia. Pero revolotea en mi interior, entregándome la sensación pecaminosa que siempre anhelo. Me retuerzo mientras me folla con el Sr. Rosa.
Dios. Esto es bueno. El Sr. Rosa es un vibrador grande y no puedo tomarlo todo. Incluso cuando lo meto y la punta besa mi cerviz, es solo la mitad de su longitud.
El Sr. Evans trabaja con el vibrador hasta que estoy llena. Está jugando con el interruptor, causándome más vibraciones poderosas que se precipitan a través de mí. Lo frota y lo folla en mi interior de una manera que puedo sentir otro clímax retumbando hacia mí. Éste baila a lo largo de mi columna, rodeándome como si fuera un gato de selva listo para saltar. Cada musculo tenso, apretado y a punto de estallar mientras se construye, arrastrándose, corriendo y bailando hacia el final.
Es uno grande. Enorme. No puedo averiguar cómo voy a amortiguar mi grito. El Sr. Evans acaricia mi clítoris con su otra mano, estimulándome, mientras susurra, esa voz profunda barriendo a través de mí.
—Eso es, mi pequeña zorra. Tómalo. Toma esta enorme polla. Ruégame por la mía.
Levanto mis caderas.
- Sr. Evans... —Es demasiado. Me corro al instante, sus palabras colgando en el aire. Prácticamente me doblo a la mitad mientras me corro. Duro. Chorreo mis jugos, probablemente cubriendo su mano con mi placer.
Desliza el vibrador de mi coño y jadea ante mis jugos cubriendo el juguete y su mano mientras lucho por mantener mi cordura.
- Mmm... - ronronea el Sr. Evans - Sabes tan bien.
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El mejor amigo de papá (Chris Evans) adaptada
FanfictionSinopsis De dieciocho años, María Rove ya no es una niñita, independientemente de lo que el mejor amigo de su papi, el Sr. Evans, parece pensar. María_ ha estado caliente por él desde hace mucho tiempo y no puede decidir si es su cuerpo tonificado o...