Amanda

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Capitulo 7
Q-U-E-S-O?

Eduardo, aquel personaje de aquellos ojos singulares, se estaba abriendo cada día mas y mas espacio en mi mente. Sin tener explicación alguna de lo que estaba pasando, me encerré en mi habitación esperando mi mente me ayudara con una respuesta. De repente empezó a tocar la puerta.
—¿Sigues enojada por lo de la feria? No fue mi intención, ¡lo juro! Ese tipo de cosas suelen pasar.—Eduardo gritaba desde el pasillo.
Por haber escapado del instituto a mi no me hicieron nada, pues yo puedo dejar el lugar cuando yo quiera, pero El fue castigado sin postre por dos meses (¿En que lugar eso es un castigo?). De lo que no me escape fue de las horribles terapias que se tomaban en grupo que para mi resultaban traumantes, todo gracias a Eduardo, teniendo que confesar que en la feria me forzó incitadoramente a subir a juegos que afectaron mi estabilidad.

—¡Déjame en paz, por favor!— en mi cabeza además del persistente dolor que había, ahora tambien entraba lentamente el pensamiento de "¿Él...me gustará?". No lo sabía. En mi vida no me había preparado para algo como eso. 

Empecé a pensar en su singular forma de hablarme; en sus ojos que simplemente, aunque no me hubiera dado cuenta, traían felicidad a mi vida; Pensé también en como su persona había influenciado en la mía, ayudándome a superar muchos de los miedos que yo había adquirido desde que...bueno estaba pensando en Eduardo así que Él no vendría al tema. Rayos. Considerándolo, según algunos libros en los que empecé a indagar y las "preguntas indirectas" que le realicé a Jaime, había una cierta probabilidad que si estuviera enamorada de mi amigo, aquel que aquellos ojos no inspiraban más que una divertida amistad. En ese momento me di cuenta que no me gustaría volver a salir herida, después de todo, él era un hombre, ¿Qué me aseguraba que no haría lo mismo que ya me habían hecho?, ¿Qué se sentiría como yo me sentía? Nada, para este tipo de cosas nada podía asegurarme que esto saldría bien. 

Esta bien, lo confesaba...¿Y ahora qué?, ¿Qué importaría que me gustara?, ¿Qué pasaría ahora?. ¿Nos casaríamos y tendríamos cinco hijos?, ¿Cómo?, ¿Me dejaría tocar de nuevo?...Además, ¿Viviría yo lo suficiente?

***

Aquella noche, habiendo pasado un año de aquel incidente, me desperté exaltada y empecé a ver a todos lados. Frente a mí, su silueta se dibujaba y me aterró el solo imaginarlo acercandoseme. Cerré mis ojos y empecé a llorar. Su voz recorría lentamente mi cabeza y el dolor que me había venido persiguiendo insistió en enfatizarse. Empecé a gritar mientras lloraba, recordando que aquello era su culpa. Si no me hubiera golpeado, si no me hubiera atormentado, yo no estuviera muriendo ahora. 

Agarré la almohada y desquite mi ira sobre el espejo donde el se encontraba proyectado en una esquina de mi habitación. Sin saberlo, aún yo tenía mucho ira contra él. ¿Cómo no estar enojada si moriría en algunos meses por su culpa? Me lo había arrebatado todo, vida, juventud, alegría...amor. No podría casarme, enamorarme, ilusionarme...

La pequeña lampara que iluminaba de una forma casi penumbral la habitación fue retirada de su lugar para ser aventada en contra de aquel espejo que se encontraba frente a mi cama. Casi inmediatamente Eduardo se encontró en los exteriores de mi habitación, tocando la puerta desesperadamente. Sin tener prisa y tratando aún yo también de asimilar lo que acababa de pasar, abrí la puerta a mi divertido amigo que no llevaba ninguna sonrisa y solo tenía en su rostro una expresión algo impactada. Con la lampara en mi mano, por haber rematado el espejo con mas golpes, Extendí mis brazos y lo envolví rápidamente con lagrimas mas desesperadas que antes solo en espera de apoyo. Pude estar al nivel de su corazón y escuche plácidamente la mejor música del mundo: sus latidos acelerados al abrazarme ayudaban a confirmar mis sospechas y me tranquilizaban para relajarme. Él me gustaba y por lo que oía, yo también a él.

AmandaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora