Amanda

19 1 0
                                    


Capitulo 10

Suspiro

Observábamos fijamente la pared en la que se encontraba la puerta para entrar a la habitación. Él se encontraba sentado en la cabecera y yo al pie de la cama mientras oscilaba mis piernas e intentaba mirar mis dedos, los cuales se encontraban desnudos. 

—Esquizofrenia—dije aun mirando la puerta—¿Algo más que quieras decirme?—

Su sonrisa cautivo por un momento la habitación. 

Eramos dos jóvenes. Él sufría de una penosa enfermedad desde pequeño y yo un profundo abuso desde joven. Cada uno sufriendo y pagando por cosas que no habíamos hecho. Según Eduardo, sus padres lo dejaron en el instituto cuando tenía 14 años. Ahora con 20, no sabía cuando podría salir. Desde el principio, me contó, nadie se acerco a él pues su esquizofrenia era más grave y su tratamiento aun no hacia efecto sobre él. Médicos investigaron e investigaron pero la esquizofrenia no era lo único de lo que se debían preocupar. En la genética de Eduardo se encontraban mas problemas hereditarios de los que no se habían fijado con el pasar de los años. Sin nada mas que hacer y sin nadie que le quisiera hablar que no tuviera intención de burlarse, decidió encerrarse en su habitación. Primero fueron días, luego meses y finalmente años, dejándose ver solo en comidas y celebridades. Su vida de ermitaño lo había convertido en alguien enojado y triste. Una mañana me dijo que vio a una especie de ángel pero con alas rotas y vestimenta rasgada. Parecía que había caído de lo mas alto de una montaña y se había herido demasiado. Según él, ese ángel era yo.

—Gracias por entenderme—besó mi mejilla—y ¿cuando nos darán de alta?—empezó a abrazarme sin temores.

—No lo sé—recordé que tenía que contarle sobre mi enfermedad. Eduardo pareció adivinar mi intención. Bajó la mirada, me soltó, se paro, me agarro por los hombros y alzo mi rostro para que pudiera verlo a los ojos.

—Amanda,—suspiró y vi una lágrima caer por su mejilla—ya se lo de tu enfermedad. También se tu tiempo conmigo—junto mi mano izquierda con la suya, la besó y la apretó contra su pecho.—Quiero que sepas que a pesar de eso, me quedaré junto a ti, mi ángel.—

Jaime nos indico la razón de mi estadía en el hospital. La enfermedad estaba avanzando de una forma un poco agresiva  y que, a pesar que ahora no sentía nada, pronto mis dolores se empeorarían. 

Regresamos al instituto al siguiente día con la condición que Eduardo no deje de consumir sus pastillas indefinidamente y que yo me ingrese en el hospital en un mes. Era duro saber que mi vida apenas comenzaba y ya tenia, prácticamente, hasta fecha de muerte.

La noche siguiente de nuestra llegada a nuestro hogar, fuimos a la terraza del instituto y nos dedicamos a observar las estrellas y nuestro falso intento de encontrar constelaciones. Después de un tiempo, el frió ganó a nuestras ganas y bajamos a mi habitación, apagamos todas las luces, encendimos una vela y Eduardo saco una bolsa de malvaviscos que tenia escondidos. Cogimos los palillos para dientes que se encontraban en la sala común, ensartamos un malvavisco para cada uno y los pusimos, de forma turnada, sobre el fuego de la vela. 

—Informame Amada mía, ¿Qué haremos ahora?—agarro una de mis manos mientras el dulce empezaba a consumirse,

—No sé que haremos, Eduardo. Solo sé que el tiempo que me queda no quiero pasarlo llorando. Quiero vivir en un infinito cada día de mi vida. Sonreiré siempre, te lo juro.—

La luz de la vela iluminaba de forma tenue la habitación y nos brindaba el calor suficiente.

—Prométeme algo, Amanda—hizo una pausa y suspiro—prométeme que aunque mueras pronto, no me dejaras solo, por favor.—inmediatamente se puso sobre sus pies y me abrazó. 

AmandaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora