Amanda

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—¡Amanda! ¡Despierta ya, tonta!—Él comenzó a gritar desde el comedor del apartamento, dirigiéndose a mi mientras dormía.

De mi parte no hubo respuesta.

—¡Te he dicho que te levantes! ¿No sabes que la comida no se prepara sola? ¡Ya verás!—Cogió uno de los adornos de porcelana que se encontraban en la pequeña mesa de centro.

En ese momento sabía lo que pasaría. No le pagaría a nadie por adivinar esa pequeña parte del futuro; era tan predecible que yo misma podría anticiparlo: primero se acerca lentamente abriendo mi puerta, luego alza lo que tenga en su mano para físicamente adaptarle un poco de energía, después de eso el objeto impredecible cae en mi cabeza causando severos daños en mi exterior e interior; pero no se preocupen, este es solo un día más en mi vida. En mi vida como Amanda.

Capitulo 1

Huerfana, ¿de conveniencia?

Martes 26 de abril de 2005. Madrugada fresca en mí cuidad; clima nublado con brisa fresca mientras el sol asciende. Sentir esa tranquilidad de saber que hay paz en todo el lugar. Que para mí, esa parte del edificio, es el mejor lugar del mundo, sentir que esa terraza de cemento llano es como mi "lugar personal". Voy ahí desde que tengo memoria. Lo mejor lo puedes encontrar en los lugares alejados y tranquilos. Ese es el único momento del día en el que saco una sonrisa, carcajadas y no hay preocupaciones mas que yo, solo yo misma.

Miro el reloj y mi sonrisa desaparece. Entiendo que mi "break" ha terminado, que es tiempo de volver a la realidad, que debo recordar que los cuentos de hadas no existen sino solo para las chicas inteligentes, lindas y adineradas...solo para ellas, para mí no, yo soy una triste más del lugar; como dice mi padre, una escoria entre todas las que existen. Desciendo las escaleras rápidamente, pues son casi las seis y el siempre despertaba a esa hora, y si no estoy ahí...no quiero recordarlo.

Entro sigilosamente al apartamento y trato de que mis pasos sean los de una gata, pero para mi desgracia, Él me está esperando en el mueble de la sala que queda en toda la entrada. Sabía que de aquello no me salvaba así que solo atine a hacer lo que siempre decia en esas circunstancias:

—Por favor, no más, te lo pido—digo llorando

Eso era lo único que salía de mi boca, porque después de eso, yo sabía lo que pasaría. Solo debía irme a la habitación a esperar que todo pase porque pasara lo que pasara no debía gritar; sino no tendría lugar a donde ir.

¿Alguna vez, mientras caminas has contado tus pasos? ¿Te has dado cuenta que somos valientes tan solo de dar un paso para seguir caminando? ¿Has descubierto que mientras más avanzas no sabes lo que te pasará? Yo sigo caminando y cuento mis pasos, pero aun así no me siento valiente, siento que soy cobarde, muy cobarde por no defenderme, por no decir nada, por callar, por tontamente callar. ¿Llorar? ¿De qué sirve llorar? No tienen nada que ver las lágrimas en mi vida, soy tan cobarde que estas también lo son; nunca salen, solo cuando pasa eso, solo en ese momento las dejo salir.

Sentía que atender a las clases era mi única distracción, porque era solo concentrarme en el estudio, no a las críticas, no a los problemas, no a los demás, solo a mi estudio. Pero este día tenía algo que desde mis adentros me hacía decirme "debes acabar con esto". Era como una lucha en mi cabeza que me estaba poniendo loca. Cuando de repente volvió a mi la imagen de Él entrando a mi habitación como todas las mañanas y...

—¡Ahhh!—un grito agudo surgió de mi boca y todos pararon sus actividades: la profesora de Matemáticas paró de explicar acerca de las identidades trigonométricas, los alumnos empezaron a mirarme y yo los veía perpleja. Huí del aula hasta que estuve en un lugar seguro y fui a "casa".

AmandaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora