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Un día me abrazo tanto la soledad que le tome cariño, llore como un niño y le conté mil historias, charlamos por largas horas como dos grandes amigos, después nos despedimos y cada quien siguió su camino.
Sin embargo, nos vemos de vez en cuando y me alegra su visita, ella sigue siendo la misma, siempre sabia, siempre lista, siempre honesta.

365 nuevas oportunidadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora