Prólogo

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     Suciedad, sangre, lagrimas, sudor, dolor, sangre y risas infernales, el crujir de los huesos, mientras se van rompiendo, más risas, el brillo de la hoja del cuchillo perdiéndose dentro de la mugrosa piel de ese hombre, de mis labios escapan más risas, el cuchillo al salir de su piel pierde el brillo, mostrando un rojo carmesí que rodea mi cuerpo, manos y cara. La venganza es tan dulce, lamo mis labios sintiendo el sabor metálico que explota en mi paladar, suelto una carcajada fuerte y poderosa, mientras seco el sudor de mi frente.

- Zafiro... ¿Qué demonios has hecho? – levanto mi vista y observo a mi madre en el marco de la puerta, mirándome fijamente y con terror.

- Solo... - me encojo de hombros – lo que tuve que hacer desde un principio. – Bajo la vista y sigo cortando, solo está pierna y estará listo.

- ¿Te has vuelto loca? ¿Quién pagara nuestras deudas? ¿Por qué Zafiro? ¿Por qué? – Reclama mi madre con su rostro entre sus manos – Espera a que llegue tu padre.

- Entonces – riendo de lado – le diré todo lo que dejaste que él me hiciera– señalando el cuerpo inerte y destrozado de aquel que hacía llamarse Tío Aarón – Ahora, ¿podrías irte?

- No Zafiro, no me iré.

-Como quieras, ya que deseas quedarte, entonces no me hago responsable de lo que puedas ver.

     Coloco mi rodilla derecha sobre los testículos del hombre que yace en el piso, ejerzo la fuerza necesaria hacia abajo y aplasto, siento como mi rodilla se humedece y su bolsa testicular se vacía, levanto la barbilla y suelto una carcajada inmensa que hace vibrar todo mi cuerpo.

- ¡Ahhhh! – Oigo como mi madre grita – Zafiro, ¡para de una vez! Ya está muerto.

- No, aún no lo está – colocándome a horcajas sobre lo que alguna vez fue un cuerpo, y ahora, era simplemente un torso carente de extremidades – nunca lo estará – tomando el cuchillo y empezando a apuñalar su pecho rítmicamente sin parar.

- Estas loca Zafiro. Para cariño, detente, para que podamos hablar de esto.

- Ja ja ja –soltando una carcajada amarga - ¿Hablar? ¿Quieres hablar? Loca estás tú madre, entregar a tu única hija desde los ocho años para que tú hermano la viole ¡Eso es locura! ¿Pensaste que nunca me iba a dar cuenta? ¿Todo el dolor queme ocasionaste tenía un precio?

- Zafiro, yo...

- ¡Calla! Puedo tener doce años, pero no soy idiota – lagrimas corrían sin cesar por mis mejillas – No solo fui violada madre, me golpeo hasta terminar en un hospital, sin poder respirar, sin poder caminar, sin poder hablar, todo mi cuerpo dolía... Pero ya tu sabias eso, tú estabas ahí, ignoraste mis lagrimas, mis gritos de ayuda, te suplicaba que lo detuvieras, pero te hacías la sorda. Me usaste para pagar tus deudas – mi viste se vuelve borrosa por culpa de las lagrimas – Eras una observadora madre, nunca lo paraste, nunca interferiste.

- ¿Pero porque tanto escándalo? – oigo la voz de mi padre desde la sala de mi casa, entra de golpe a mi habitación y queda atónito ante lo que sus ojos ven – Zafiro ¿Qué demonios has hecho? Acabas de arruinar nuestras vidas.

- ¿Tú también lo sabías? – observo a mi madre abandonar la habitación y hablando por teléfono - ¿Qué hicieron? - quitándome de encima de ese sucio cuerpo y arrastrándome hasta la esquina de mi habitación, para luego abrazar mis piernas y pegarlas a mi cuerpo, balanceándome y llorando- ¿Qué me hicieron? ¿Qué me hicieron? ¡Los odio!

     Unas manos me toman de los hombres, de las muñecas, de las piernas, tobillos y cabeza, me levantan sin ningún esfuerzo y me depositan en mi cama, lo único que observo antes de sentir un pinchazo en mi brazo izquierdo es a cuatro hombres vestidos completamente de blanco. Mis parpados se colocan pesados, las manos que me sujetan con una fuerza descomunal ahora se relajan y escucho decir a mi madre a lo lejos "Es una asesina"... Mis parpados caen y mi vista se vuelve oscura.

Atracción MortalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora