Pokémon Dark Soul

Por encima de los sueños

El silencio ahogó el lugar y se perpetuó durante unos pobres segundos, hasta que decidí levantarme y dirigirme hacia Misty, a recoger la medalla en forma de gota. Después de recibirla, no tuve tiempo en mi mente para celebrar y le pregunté sobre mi Snivy. Ella es una entrenadora con años de experiencia, algo debería saber al respecto. Tras pensarlo un poco respondió:

—Mmm… Francamente, yo me especializo en pokémon de tipo agua, por lo que no sé muy bien como es que funcionan las plantas —rió nerviosamente — pero lo que puedo decirte es que cada entrenador tiene una afinidad distinta con cada pokémon. A mí, en lo personal, no me gustan para nada los tipos bicho y si intentara entrenar uno… ay, no sé ni cómo me le acercaría.

Me lo imagino, a mí tampoco me agradan los tipo bicho a excepción de unos pocos. Le digo eso y ella asiente, alegremente.

—Así que puede que no tengas el don de entrenar a las plantas, pero eso sería ver el problema desde el lado más extremo. Intuyo que tú y tus amigos son novatos ¿verdad? No puedes simplemente esperar que tus pokémon se abran a tí en unos pocos días de viaje. Las relaciones duraderas son las que tardan más tiempo en forjarse y no todos los pokémon son iguales, algunos son más orgullosos que otros y tu Snivy parece ser uno de esos.

Supongo que tiene razón, apenas han transcurrido poco más de 3 días de viaje y desear que Snivy me obedezca tal y como me plazca es más de lo que debería pedir. Solo tengo que permitir que el tiempo pase y haga lo suyo. Agradecí a la líder por sus consejos y ella me respondió con otra sonrisa. Me reuní con el resto y optamos por marcharnos del gimnasio. Antes de que saliera, escuché su voz nuevamente a mis espaldas.

—Ah, si aún tienes dudas intenta consultar con Erika, la líder de gimnasio de Ciudad Azulona. Ella se especializa en pokémon tipo planta y seguro que te da una mejor opinión. ¡No te desanimes y vuelve a retarme cuando te vuelvas más fuerte! ¡La próxima vez no perderé!
—¡Gracias! —exclamé lo suficientemente fuerte para lograr que me escuchara, sacudiendo la mano en el aire.

Una vez afuera, mis amigos y yo contemplamos con alegría que el cielo, aún nublado, ya no despedía más gotas de agua, pero los truenos acompañados de un vendaval de aire húmedo con olor a tierra mojada quedaba como residuos de la tormenta anterior. Inhalé profundamente y estiré mi cuerpo. Estar parado durante tanto tiempo había entumecido mis músculos y me venía bien la respiración para cambiar mis nervios. Lylia tímidamente me preguntó si me encontraba bien, a lo que yo le respondí tranquilamente como me sentía en este momento. Es muy pronto para preocuparme por mi relación como Snivy, solo puedo dejar que el tiempo haga lo suyo. Obviamente no lo voy a descuidar, pero tampoco lo voy a presionar.

—Bueno, es hora de ponernos en marcha —dijo Zenkel con el brillo gris de las nubes pasando a través de sus iris oscuras.
—¿Tú no vas ganar la medalla? —le cuestionó Lylia.
—Nah —respondió lacónicamente —A diferencia de estos 2, yo no estoy tan interesado en ganar medallas o combatir. Para mí lo principal es viajar y disfrutar del viaje, a parte, sería cruel para los pokémon de Misty que combatan 3 veces seguidas. Quizás, si es que me dan ganas, pruebe mi suerte, pero por ahora no.
—Esperen —dijo Ike seriamente — ¿Y ahora a dónde iremos?
—Tu madre está en Ciudad Celeste, ¿cierto, Lylia? —quise confirmar. Es una conclusión que había estado tejiendo desde nuestras conversaciones anteriores.
—Sí, aunque no se encuentra precisamente  en la ciudad, sino fuera de ella, en la casa del investigador Bill. Realmente no es necesario que me acompañen hasta allá… —cabizbaja, una sombra gris cambió el tono de su cuerpo.
—Si ya te acompañamos hasta aquí, perfectamente podemos extendernos un poco más, ¿verdad? —dijo Zenkel, observándonos a Ike y a mí con presión. Ni siquiera Ike pudo negarse y realmente no me molestaba; en realidad, estoy bastante curioso por conocer tanto a Bill como a la madre Lylia.