Cincuenta y uno

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Ya era hora de cerrar y no había visto al chico de los e-mails.
Guarde las últimas cosas en el estante que estaba detrás del mostrador, pero algo me paralizó en ese intante.
-Cuidado chica despistada, no se te vayan a caer todas esas cosas encima.
No estoy segura de si yo me di la vuelta muy lentamente o de repente el mundo avanzó en cámara lenta.
Y quede justo frente a él.
-Hola chico de los e-mails.

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