El regreso

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Ay señor mío... He hecho algo malo. Algo muy malo...

Hace unos días, unos policías con cascos entraron en mi casa mientras le preparaba la tortilla a Manole para desayunar. Les pregunté si querían que les friese un güevín, pero ellos me cogieron de las manos y me esposaron.

No pude despedirme de mi Manole, pero él no se dió cuenta, estaba viendo la televisión en el canal especial de medianoche repetido por la mañana.

Pues estos policías me metieron en un coche patrulla a la vista de todos los vecinos, a saber lo que se dirá ahora de mí en la peluquería de Carololo. Ojalá en las fotos que sacó Pilar la de las Palmeras para el tuite no haya salido mi pijama, porque salir con el camisón por la calle es de frescas como Caramela.

Me llevaron hasta Oviedo para interrogante, pero primero tuvieron que hacer algunas paradillas porque me hacía pis. Aquellos dos agentes eran muy majetes, uno se parecía a Manolo el de las Palmeras, así que les ofrecí unos caramelos de eucalito que tenía guardados en el bolsillo. Fue muy triste, porque allí no tenía la vitro y no les podía ofrecer un güevín, que tenían cara de hambre. Claro, tanto tiempo allí trabajando...

Cuando llegamos, estuvieron preguntando sobre Luis Ángel. Alguno de los vecinos me había delatado. Yo sigo creyendo que fue Pilar la de las Palmeras, que a esa se le va la lengua. Además esa siempre me ha tenido mucha envidia.

Yo me negué a hablar. No, no. Yo no iba a decir nada. Que luego salía en el Hola y yo no quiero movidas con Kiko Matamoros. Que ese señor no me cae nada bien. Es tan calvo como Luis Ángel. Así que me hice un Isabel Pantoja y de repente no sabía nada.

Uno de los policías puso un taper de los míos sobre la mesa y pidió explicaciones. Al parecer, había encontrando apn de Luis Ángel en él y había testigos que situaban a Luis Ángel en mi porche antes de su desaparición.

Tenía restos de macarrones, así que hice mi propia investigación. Llegué a la conclusión de que a mi Manole se le había olvidado fregar los cacharros y, aprovechando el evento del cumpleaños de Carololo, Caramela había aprovechado para robarme la receta que ella tanto busca. En su laboratorio del mal, descubrió el Apn de Luis Ángel y se lo contó a Pilar la de las Palmeras, que llamó a la policía.

Yo miré el taper y me vi entre rejas, como en oranch is de niu blak, otra de las series de Pilar la de las Palmeras. Así que les dije que el taper era prestado, que en realidad pertenecía a Mariano Boa.

Después de echarle la culpa al alcalde, cogí un ALSA y corrí levantando el faldón hasta una altura recatada para no notar ningún vientecillo misterioso me entrase por entre las rodillas y hubiese sido Izán, el pervertido que quiere acabar con Sofalía.

Entré en mi casa y vi a mi Manole sentado ante la televisión en la misma posición de esa mañana pidiendo su tortilla. Yo no le hice caso y corrí escaleras abajo hasta el sótano. La verdad es que los policías en este país son unos inútiles, porque Luis Ángel seguía allí. A la vista de cualquiera que quiera bajar a por las patatas.

Él me preguntó dónde había estado esos tres días, pero yo no le hice caso y cogí las tijeras de podar. Que Dios me perdone, pero yo lo maté de la misma forma en la que Carmenchu poda su burundanga para hacer infusiones de ezetrol.

Una pierna por allá, la cabeza por otra parte, la otra pierna en al otro lado y los brazos esparcidos. Metí el cuerpo en una bolsa y, aprovechando que era de noche y estaba todo muy oscuro. Marché de casa escopetada como hace Carololo cada vez que ve a un hombre y dejé la bolsa de basura en el contenedor de al lado de la casa de Caramela.

Ay cuánto me arrepiento de haber asesinado al calvo, pero lo a gusto que me quedé cuando a la mañana siguiente los mismos policías entraron en su casa y la llevaron presa... ¡Cuánto me alegré!

El pueblo ya había titulado el caso como la Laura Palmer de Villanovoa, como en tuin pics.

Al día siguiente todos fuimos al funeral de Luis Ángel. Algunos lloraban, otros buscaban culpables con la mirada, como Pilar la de las Palmeras, que creo que sabe más de lo debería y por eso me miraba con la mirada bandida con la que Mariano Boa mira mis tobillos cuando voy con mi delantal de gala... Y Manole y yo mirábamos a todos con nerviosismo. Menos mal que Caramela no estaba, porque empezaría a rezar un rosario tras otro y a decir lo mucho que la quería, ya que es una demagogó.

Menos mal que esto acabará cuando en la peluquería de Carololo sepan que era guei. Porque como diría Marta Mori en su libro de recetas: "incluso los peores frisuelos se arreglan con una gota de anís".

La libreta de cotilleosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora