†¡Se Están Saliendo De Control!

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-¡Abuelo!-gritó emocionada Elizzabeth la cual se encontraba en la oficina de su abuelo.

-¡Elzza!-recibió el abrazo de su nieta con euforia-. ¿Cómo estás mi niña?-le preguntó acariciando su cabello rubio.

-Perdona abuelo, por no haber venido antes, las clases no comenzaron tan fácil como lo habías dicho-tomó asiento frente al escritorio de su abuelo-Y estoy bien, un poco preocupada, ¿Y tú?-posó su vista en el ave fenix que estaba cerca de ella.

-No te preocupes Elzza, la profesora McGonagall fue tan amable de pasarme tu horario de clases y me fije de que estaría muy ocupada está semana. Ya es sábado y debes descansar-miró los ojos azul oscuro de su nieta-. Estoy bien, pero me intriga saber ¿Cuál es tu preocupación?

Dumbledore que quería escuchar mejor a su nieta se sentó en su silla de director y la observó atentamente. Lizza por otra parte se encontraba nerviosa, nunca se había puesto así al contarle algo a su abuelo, pero por alguna razón esta vez si se encontraba no sólo nerviosa, si no muy nerviosa.

-Verás abuelo, tengo problemas-dijo con inseguridad Lizza.

Dumbledore, no entendió el nerviosismo de su nieta y le preguntó:

-Elzza, ¿Qué te preocupa? ¿Qué te tiene así?-se levantó y se sentó en la silla junto a Lizza.

-Tengo miedo-susurró la niña y Dumbledore la abrazó preocupado.

Nunca había visto así a su Elzza, tan nerviosa y temblorina. Ella no era así, era un niña segura de si misma y muy orgullosa, aveces pensaba que podría ser igual a... No, no podría ser.

-Elizzabeth, si quieres que te ayude, es mejor que me digas que sucede-dijo con voz suave su abuelo.

Lizza no se había dado cuenta, pero en ese mismo instante su aspecto cambió, lo cual hizo que Dumbledore se retirara y fuera al estante que se encontraba al lado de un caldero de hierro. Tomó un frasco con un líquido vinotinto y corrió a darselo de beber a su nieta.

Lizza agarraba con fuerza el posa-brazos, y cruzaba sus piernas, su cara tenía una coloración roja mientras que sus pupilas se dilataban sus ojos comenzaban a tener una tonalidad casi roja, su ceño se encontraba fruncido y sus labios en línea recta.

-Elizzabeth, tómate ésto- Dumbledore le agarró la cara con cuidado y ella abrió la boca solo un poco permitiendo que el líquido vinotinto pasara por su garganta, calmando poco a poco el fuego que comenzaba a sentir dentro.

-Grazie -susurró ella más tranquila.

-Me asustáste-dijo Dumbledore abrazándola- ¿Porqué no me lo habías dicho nada? Te pudo haber pasado algo malo-la regañó.

-Perdona, es que tenía tiempo sin que pasara esos ataques, ya acabé la poción que me habías dado y...

-¿¡Éste no es el primero!?-se separó gritando- ¡Paola! ¿No pensáste en las consecuencias?-se alejó enfurecido con su nieta por su falta de consciencia.

-Tenía miedo, no quería preocuparlos-dijo encogida en la silla.

Dumbledore nunca era tan demostrativo cuando estaba enojado, siempre pensaba y razonaba sobre los pro y contras, pero esta vez se trataba de su nieta, de lo más preciado que tenía. No podía perderla, ella era muy importante en su vida, y con semejante caso escondido: debido a que no era la primera vez que le sucedía algo así es obvio que se tenía que preocupar.

Elizzabeth Avila Dumbledore.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora