POV Layla
Me estoy manteniendo alejada del micrófono a petición de mis amigas. Me encanta ver a Nate encima del escenario, parece vivirlo tanto, pasárselo tan bien. Me lo estoy pasando genial. Sobretodo porque se esta sentando a mi lado y me aparta el pelo para susurrarme cosas. Creo que llevo toda la noche sonrojada.
Ya estamos por la décima canción que debe haber cantado Nate esa noche. Viene corriendo de nuevo hacia donde estoy; vuelve apartarme el pelo de la cara, acariciando suavemente mi mejilla, no puedo reprimir el escalofrío que me recorre entera.
- Layla, me tienes que dedicar una canción, solo una - su aliento acaricia mi oído y otro escalofrío recorre mi cuerpo.
- No, no, no - empiezo a negar con la cabeza alejándome de el.
Me coge de las manos y pone cara triste, esta haciendo un puchero ¿de verdad? Una carcajada sale de mis labios.
- Hacer pucheros no te queda nada bien ¿sabes? - se ríe conmigo - De verdad que no puedo cantar parece una pelea callejera de gatos mezclado con hipopótamos en celo.
Se empieza a reír otra vez... espero no estar mirándolo como una idiota, pero es que me encanta esa risa ronca que tiene.
- Yo escojo la canción, tu la cantas. No te preocupes estaré contigo arriba, seré tu bailarín hoy.
Mi cabeza asiente sola ¿Pero que estoy haciendo? ¡¿Cerebro volviste a dejar de funcionar!? ¡Mierda! Me arrastra detrás suyo mientras se acerca al DJ del karaoke, mmm tiene un culo apetecible. ¿Se puede saber en que piensas Layla?
Subimos al escenario y empieza a sonar la canción ¿De verdad quiere que le dedique esta cancion? Bueno allá vamos, perdonarme todos los que no sean sordos, es el amor.
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La chica del metro
Historia CortaElla se sienta en la cafetería todas las tardas para escribirle a él. El chico que escribe la banda sonora de su vida.