Mamá siempre me dijo y repitió innumerables veces "No hables con extraños" y obviamente como todo niño nunca seguí las reglas, me gustaba hablar con las personas aunque no las conociera, me gustaba conocer gente nueva y diferente, me gustaba ayudarlas y eso nunca había supuesto problemas hasta que ella apareció, con sus cientos de problemas y su estúpida sonrisa.
Ella no me secuestro, tampoco trato de asesinarme o de robarme, claro que no, hizo algo mucho peor: rompió mi alma y mi corazón.