Capítulo 3

51 6 0
                                    


Benditos sean los sábados en los que puedo dormir hasta llegar inclusive hasta el final de mi sueño. No hay clases, lo que me da la oportunidad de dormir hasta tarde.

Sería un sábado en familia. Desayunamos todos juntos, mi papá, mi mamá y mi hermanito menor de solo 6 meses. Siempre pensé que sería la única hija porque ya había pasado 17 años y nunca venía ningún hermano para mí, prácticamente que mi madre haya tenido a Sebastián fue un milagro. Sebastián es mi hermanito, o Sebas, como le decíamos nosotros.

Mi madre es psicóloga en un consultorio en el centro de la cuidad que está a una hora de casa, donde trabajaba los sábados, pero con la llegada de mi hermanito tenía más consideración en faltar, aunque a veces mamá se aprovechaba de eso como en esta ocasión. Mi papá es profesor de filosofía en la universidad a donde aspiran a que algún día vaya; así que hoy estábamos todos en casa, sin ningún plan alguno.

-Quizás podamos hacer algo hoy –sugirió mamá en el desayuno.

Me agradaba salir con mi familia en un 50 %, podríamos salir y pasarla bien o podría llegar a ser un apocalipsis una salida con ellos. Quizás suene un poco exagerada, pero es así. Yo nunca puedo opinar algo sin que ellos digan que está mal o que no entiendo las cosas porque soy muy joven. Mi mamá cree entender todo sobre mi porque es una psicóloga y siempre dice que va a aplicar un método conmigo, utiliza palabras que no puedo entender como Las variables aplicadas son incorrectas deberían cambiar tu conducta o, te daré un test para medir tu proceso psíquico. En cambio mi padre es un poco más normal, pero tampoco tan normal, el aplica su filosofía para enseñarme algunas cosas como Cogito ergo sum, que me lo dice cuando quiero protestar, Pienso luego existo. Verdaderamente pueden ser demasiados agobiadores, pero en fin, son mis padres.

-Que les parece si hacemos las compras todos juntos –sugirió papá-, así compraríamos todo lo que necesitamos sin olvidar nada.

-Me encanta la idea –dijo mamá mirándome -, así no me olvidare nada de lo que Nicole necesite.

Siempre se olvida de las cosas que le pido que me compre cuando va al supermercado. Dice que tiene mucho en que pensar, con el tema de su trabajo y mi hermanito, aparte que tenía una hija adolescente que empezaba a ser rebelde, o sea yo.

Dedique a mi madre una sonrisa y la ignore. No tenía ganas de decir lo que opinaba porque sentía que no iba a terminar bien, y el día apenas estaba empezando.

-Salimos en media hora –dijo papá y luego añadió -, y ¿Qué les parece si almorzamos afuera hoy?

Sabía que íbamos a ir al almorzar en el bar de mi tío Oscar. Bueno, en realidad no es mi tío, pero es amigo de mi padre desde que eran muy chicos y la familia le tiene mucho cariño, por eso le digo tío. El bar era muy lindo, pero siempre íbamos ahí. Era como que mi familia no conocía otro lugar para comer que no sea ese.

-¿Al bar del tío Oscar? –pregunté, aunque ya sabía la respuesta.

-Sí... obvio que vamos ahí –dijo mamá muy emocionada-, ¿Qué mejor lugar para pasarla bien en familia?

Y apuesto a que comeríamos lo mismo de siempre, una combinación de hamburguesas, hot dog y pizza, y quizá mamá pida tarta de queso. El menú del bar del tío Oscar, Oscar's –porque así se llamaba el bar-, no había variado en casi nada desde..., desde que tengo memoria.


______________________________________


-Tengo tantas ganas de comprar por fin los mejillones para cocinar una paella –dijo mamá cuando estábamos en el auto de camino al supermercado.

Te amo, nunca lo he vuelto a decir.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora