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De nuevo, suena la alarma. Me despierto. Resoplidos continuados.
Otro día más de instituto. Pero esta vez, me siento más ligera. Como si no me hubiera costado nada levantarme.

-Parece ser que el Universo me sonríe -dije como si hablara con alguien de arriba.

-¿De buen humor y tan temprano? O has dormido demasiado o te ha tocado algo -Mi vecino de enfrente habló de repente y casi me muero del susto. Sentí que me había puesto blanca. Me levanté y me acerqué a la ventana; le miré a los ojos un rato.

-¿Qué? -Se dignó a replicar mientras aguantaba las ganas de reírse en mi puñetera cara.

-¿Eres subnormal o qué mierda te pasa? ¿No sabes que es malo asustar a la gente que habla sola? -Me crucé de brazos soltando un bufido.

-Discúlpeme, señorita Lumbreras. No sabía que era usted de corazón sensible -Se disculpó de la manera más sarcástica posible.

-Muy divertido, imbécil -Cerré la ventana y bajé la persiana hasta el final, no sin antes ver como el idiota caía al suelo descojonado de la risa.

Vaya apellidito que me ha tocado. Sí, para quien lo dudara, Lumbreras es mi apellido. Sí, un horror. Mi padre siempre ha destacado en todo: hasta en el apellido.

-Eva, ¿hace falta que te vuelva a llamar o sabes ya que tienes instituto? -Me asomé a la puerta. Mi madre por las mañanas me saca de mis casillas.

-Nooo, mamáaa -contesté un poco ofuscada. Jesús -mi vecino- ya había conseguido tocarme los... intocables.

Tras conseguir bajar mis humos, me vestí con lo primero que "encontré". ¿Quién tiene tiempo y ganas para pararse a elegir un buen modelito? Bobadas. Ahora era el turno de asearse.

-Eva, por favor. Vas a llegar tarde otra vez -Y de nuevo, la sargento reprochándome que tardo mucho. ¿Qué le hago si soy así? Acabé, cogí la mochila y bajé despacio porque si no también me lo reprocharía.

-Ya, por fin. ¿Tanto trabajo te cuesta hacer las cosas bien? -Ya me tocó la fibra. ¿Sabéis por qué? Porque soy yo a la que siempre le reclaman cosas y de mi hermano (Eduardo, 19 años, un nini) pasan.

-Recuérdale eso a Eduardo -Solté sin excitación alguna. Como siempre, suspiró y siguió a lo suyo. Tomé mi desayuno y me marché al infierno. Digo, instituto.

-Ya se te ha pasado todo, ¿no? -dijo Oriana al ver que casi me como la pared por mirar a mi bae pasar

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-Ya se te ha pasado todo, ¿no? -dijo Oriana al ver que casi me como la pared por mirar a mi bae pasar.

-Bueno, un poco -sonreí como tonta. Al llegar a mi clase, solté la mochila y me apoyé en la pared. Volví a sonreír.

-Vaya tela, como tiene aquí el personal las hormonas -Eso fue lo primero que dijo Iván al verme mirando al infinito.

-Ya ves... -suspiré sin dejar de sonreír.

-Tiene que ser muy guapo el chaval como para que estés así -Se acercó y se sentó en mi mesa.

-Lo es -le miré-. Rollo, MUY guapo.

-Seré yo quien juzgue eso -contestó con una sonrisa burlona.

-¿Y si resulta ser gay? -Y Oriana tuvo que abrir la boca. Ya me consiguió poner de mala leche y que Iván esté dando palmas.

-¡Pero si no lo has visto! -grité furiosa. Y al parecer, colorada.

-Hey, tomatito celoso, cálmate -Iván me puso las manos en los hombros.

-Chúpame el pie, Iván -Y le eché de mi mesa.

¿Es que ni mis amigos me van a dejar soñar despierta con mi bae?

∆∆∆

Muy buenas, bellas personitas que estáis detrás de esta pantallita😊

Me gustaría preguntaros, ¿os gustan que los capítulos sean así o más largos? ¿Os gusta la forma en la que se desarrolla la historia?
Aunque yo sea la escritora, me gustaría saber vuestra opinión 🙏

Gracias por leer 😄
No olvidéis votar y comentar, si os ha gustado😉

«La madre de mi BAE»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora