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—Otro día más en el infierno –gruñí cuando mi madre entró para despertarme.

—Oye, el instituto tampoco es tan malo –Ya empezaba a reñirme–. Eres tú muy dramática.

—Vale, mamá –A duras penas me levanté. Cuando se fue, puse música para espabilarme mientras elegía qué ponerme.

—Buenos días –Oí la voz de mi molesto vecino Jesús. Ignorarle será más sano. Seguí a lo mío–. Hey, es a ti.

—¿Qué quieres ahora, idiota? –contesté sin mirarle. Ahora que lo pienso, ¿desde cuándo elijo la ropa por la mañana? Dios, esto de tener un bae hace que me vuelva loca. Suspiré.

—Ayer se te cayó esto a mi jardín –De repente asomó por la ventana un par de bragas. Pero no unas cualquiera, si no las más chillonas que una servidora podía tener en su cajón.

—Madre santa. Dame eso –Me acerqué a la ventana y alargué la mano.

—¿Por qué debería dártelas? –Jesús ya empezaba a tocarme las narices. Su sonrisa de gilipollas era lo que más detestaba en este mundo.

—Mira, niñato, dámelas o la vamos a tener –Le amenacé sin rodeos.

—Toma –Las tiró y las pillé al vuelo–. Total, puedo tener más como esas cuando quiera –Me guiñó el ojo.

—Das asco –Hice una mueca y eché la cortina. Mira que llega a ser insoportable.

Sin más dilación, llegué al instituto. El examen fue espantoso. Y, por fin, el “recreo”. Y recalco las comillas porque me tuve que quedar en la biblioteca haciendo los deberes que —como siempre— había olvidado hacer.

—Esto no hay quien lo entienda –solté un enorme suspiro al borrar por... ni idea, perdí la cuenta de las veces que tuve borrar el comentario.

—Eso es Historia del Arte, ¿no? –habló una voz a mi derecha, por encima de mi hombro.

—Eh... sí –Al girarme, casi me meo encima. Mi bae. MI BAE. Calma. Apartó la silla y se sentó a mi lado. CÁLMATE. NO PUEDO. SI HASTA LOS AUSTRALIANOS PUEDEN OÍR EL LATIDO DE MI CORAZÓN.

—¿Necesitas ayuda? –se ofreció agarrando mis apuntes y mirándolos por encima.

—Creo que sí –contesté casi susurrando. Su olor es maravilloso: una mezcla entre vainilla y canela, pero muy sutil.

—Mira, lo primero que debes saber... –Y ahí me perdí.

Mentiría si dijese que no me enteré de nada: ¡explica tan bien! No pude quitarle la vista de encima. Hasta que tocó el timbre. En ese momento, pude ver que una chica con cara de muy, pero que MUY malas pulgas nos miraba desde la puerta de la biblioteca. Me sentí incómoda, pero él lo solucionó.

—Bueno, espero que te hayas enterado... –Se quedó pensando mi nombre. Qué tonta, si no se lo he dicho...

—Eva. Y sí, mil gracias... –Me quedé igual que él. Al ver lo extraño de la situación reímos. SU RISA, POR FAVOR.

—Salvador. No me las des –Me tocó el hombro durante un instante. SOCORRO.

Y se marchó. Pero no sin antes... BESAR A LA CHAVALA CON CARA DE ASESINA. OSEA, ¿QUÉEEEEEEEEEEEE?

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Muy buenas, bellas personitas que estáis detrás de esta pantallita😊

Siento haber dejado esto tan muerto, pero los estudios me consumen jejejeje

Espero que os haya gustado y no olvidéis votar y/o comentar😁😳

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⏰ Última actualización: Oct 18, 2016 ⏰

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«La madre de mi BAE»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora