Capitulo 7

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-¿Qué sabes tú de lo que es ver a tu madre día con día partiéndose la espalda lavando y planchando ajeno para sacar a sus hijos y al compañero de toda su vida adelante? ¿Qué sabes tú de todo eso? ¡Si siempre lo tuviste todo! ¡Si a ti nunca te falto nada! ¡Para saberlo, tendrías que haber estado en mi lugar! Dime, ¿Por qué piensas que es un capricho querer para ellos una vida mejor?

-Valeria perdóname -El me abrazó con desesperación, mientras que en sus ojos dos lágrimas brillaban-. No quise decir eso, yo sólo quiero un poco de tu tiempo mi amor, me parte el alma verte así ¿Hace cuánto tiempo que no duermes una noche completa? Has dejado de vivir muchas cosas por trabajar sin descanso.

-Yo lo hago por ellos Arthur, sólo por ellos, te agradezco lo que hiciste pero no puedo aceptarlo, como te dije, mi familia es mi responsabilidad, de nadie más, yo juntaré el dinero que les mandaste y te lo regresaré.

-¡Por favor, Valeriq, no puede ser que seas tan necia! ¿De dónde vas a sacar más tiempo, más energías para trabajar?

-¡Ese es mi problema! -grité furiosa.

-¡Y yo nunca pensé que al casarme contigo, te convertirías en el mío, en el peor problema de mi vida!

El salió con un portazo dando así por terminada la discusión, yo me senté en el sillón no podía creer lo que acababa de escuchar, así que eso era lo que él pensaba de mí, yo sólo significaba un problema en su vida. Comencé a pasar mis archivos a mi vieja memoria y mientras lo hacía empaque la ropa y las cosas que había traído conmigo, deje todo lo que él me había dado, sólo me llevé una fotografía en la que él y yo estábamos sonrientes y felices, llamé un taxi y después de vivir con el casi cuatro meses me fui de ese lugar con lágrimas en los ojos, entré a mi pequeño departamento y apenas lo hice sentí en mi corazón una aplastante soledad.

-¡Valeria ábreme sé muy bien que estás ahí! -Eran las tres de la mañana cuando él tocó a mi puerta.

No contesté y el siguió tocando y llamándome a voces, hasta que alguien, en el piso de abajo me gritó que le abriera para que se callara de una vez. Cuando abrí me tomó por el brazo y me condujo hacia adentro del apartamento.

-Valeria¿qué clase de ridiculez es esta? -preguntó furioso.

-¡Vaya! ¡Pues sí que soy todo un caso! ¡Soy caprichosa, necia, arruino grandes negocios, mi vida es un cuento, soy tu peor problema y ahora soy ridícula! Puedes ponerme los adjetivos que tú quieras Arthur, trataré que no me duela.

-Por favor, Vale vamos a casa -dijo con impaciencia.

-No Arthur, no voy a regresar contigo, yo nunca seré lo que tú necesitas... quiero el divorcio Arthur.

-No Valeria eso no, no te daré el divorcio, perdóname fue un momento de ofuscación... soy un tonto. No me dejes por favor...

-¡Vete Arthur, no hagas las cosas más difíciles! He tomado una decisión y me atendré a lo que venga, ahora si me permites... Todavía me falta mucho por hacer.

-Si tú no regresas, entonces me quedaré aquí, contigo.

-Oh Arthur, no me hagas reír, ¿tú en un lugar como este? Eso sí que sería una ridiculez, vete por favor, nada de lo que me digas me hará cambiar de parecer.

-Está bien mi amor pero regresare y tu tendrás que irte conmigo, porque sé que me quieres y yo te amo, piensa bien las cosas, no vale la pena que nos separemos sólo por una tonta discusión mi amor, todas las parejas las tienen alguna vez...

-No Arthur, fue mucho más que una tonta discusión, le acabo de costar a tu compañía millones de dólares además de que todo esto me ha servido para darme cuenta de que no soy mujer para ti, jamás estaré a tu altura y no quiero que algún día termines por reprochármelo... No podría soportarlo.

-No mi amor eso no pasará nunca y por lo demás no tienes que preocuparte, ya aparecerá otro inversionista, ahora me voy te dejo para que lo pienses.
Él regresó al otro día y al otro y al otro, pero yo siempre me mantuve en la misma postura, yo lo amaba, pero mi vida estaba llena de conflictos y él no tenía por qué cargar con eso.

Una mañana al salir hacia la universidad Arthur me esperaba recargado en su auto, al verme se acercó a mí y me agarró de las manos.

-Arthyr¿Qué estás haciendo aquí? Ya te dije que...

-Sólo he venido a despedirme de ti mi amor, tengo que regresar a Canadá, no puedo seguir posponiendo por más tiempo mis negocios, sólo quiero decirte que jamás te daré el divorcio, no tiene caso, porque, aunque ahora hay muchas cosas que nos separan, cosas contra las que no puedo luchar, sé que volverás a mí, así está escrito y yo te voy a esperar mi amor, te voy a esperar por siempre, no me interesa otra mujer, me interesas tú, con tus problemas, con lo complicado de tu vida, con tu mal genio, con todo eso yo te voy a esperar, te amo.
Besó mis labios brevemente y subió a su auto, mientras lo ponía en marcha, una lágrima rodó por su mejilla y la secó rápidamente, arrancó sin mirarme por última vez, arrancó sin darme la oportunidad de articular palabra

-Es mejor así-. Pensé mientras que de mis ojos escapaban amargas lágrimas. No volví a tener noticias de él, cuando Fabiola intentaba abordar el tema yo rápidamente cambiaba de conversación. Me sentía muy deprimida y me refugiaba en mis trabajos no quería pensar en nada, llevaba varios días sintiéndome muy mal del estómago, parecía que por fin, tantas desveladas y tantas tazas de café me estaban pasando la factura. Una mañana al ingresar al salón de clases todo mi entorno se volvió negro y caí desmayada, mis compañeros se apresuraron a auxiliarme y me llevaron a la enfermería, cuando reaccione, el doctor se acercó y por su cara pude adivinar que lo que me diría sólo vendría a complicar más mi existencia.

-Señorita, está usted embarazada - me lo dijo así, de golpe y sin anestesia.

Eso si no me lo esperaba, se supone que me estaba cuidando, -¿era que los anticonceptivos no funcionaban si no los tomaba? - me pregunté con ingenuidad, algunas veces por las prisas había olvidado tomarlas. Salí del consultorio y me dirigí a mi departamento, por primera vez siendo las diez de la mañana me acosté en mi cama y dormí durante todo el día.

-Estoy embarazada, estoy esperando a su bebé, tengo tres meses.
Dije a Fabiola cuando se presentó por la tarde en mi departamento-. Tengo tres meses, esto ha venido a enredar todo, pero increíblemente no me importa, ¿te das cuenta Fabiola? Voy a tener un bebé de Arthur.

-¿Y qué es lo que harás?
-No lo sé, tal vez me devuelva para Venezuela, mi familia me ayudara gustosa, supongo que tendré que dejar de estudiar por un tiempo, no sé qué pensar, mi cabeza ahora es un caos.

-Bueno, pues piénsalo Vale, Arthur tiene derechos y obligaciones con ese bebé, y yo estoy segura que en cuanto lo sepa se pondrá feliz, es cuestión de una sola llamada y vendrá corriendo a tu lado.

-No sé, Faby, no quiero ser un obstáculo en su vida, yo no soy lo que más le conviene y...

-Esas son sólo tonterías Valeria, sabes bien que él te adora.

Lo pensé toda la noche, y al clarear el día ya había tomado una decisión, faltaban unos días para que iniciaran las vacaciones, entonces, iría donde Arthur y tendría mi bebé a su lado, trataría de ser la mejor compañera para él, yo seguiría estudiando durante mi embarazo y después de él. Sentía que ya había cumplido con mi familia, mi padre se recuperaba a pasos agigantados de su operación, si, ya me tocaba hacer mi vida, ya me tocaba pensar en mí y en la familia que estaba por formar.
Por fin se llegó el día y Fabiola fue a dejarme al aeropuerto.

-No regreses Valeria, quédate con él y sean muy felices.

Gritaré Al Viento Que Te AmoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora