CAPÍTULO 1

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Me llamo Joy. Soy una chica adolescente demasiado normal. No sobresalgo en nada, en serio. No logro hacer nada bien. Soy lo suficientemente torpe como para caerme, aproximadamente, una vez diaria; soy floja, comelona, irresponsable, inocente, tonta en todos los sentidos habidos y por haber, molesta con todos a los que rodeo, enojona, encimosa, estorbosa, aburrida, monótona, habladora, terca, con pocos amigos, pésimos modales en todos lados, odio el contacto físico con cualquier ser humano en el planeta, no tiene sentido nada de lo que digo, fea (no hay nada proporcional en mí: tengo caderas enormes, pechos realmente pequeños, pelirroja teñida –no me veo nada bien–, estoy gorda, soy alta a comparación de todas las mujeres que conozco, pelo corto, rizado y horriblemente maltratado, ojos lo suficientemente cafés y pequeños como para cumplir con las expectativas de unos ojos demasiado ordinarios, etc.) y –¡Adivina!– con un autoestima asqueroso (creo que el suelo está más arriba), aunque a lo mejor y ya te diste cuenta.

La verdad, no recuerdo cuando comencé a ver que era tan... Joy. Pero lo importante es que me di cuenta antes de salir más herida de lo que ya estaba, y ser aún más patética. Recuerdo que, un día, simplemente descubrí que no sentía nada ante las desgracias ajenas, que había creado una "barrera contra los sentimientos" (he decidido llamarla así porque supongo que eso es) y que no sentía nada frente a ningún tipo de problemas –contando los míos, aunque no es tan genial como parece–.

Tal vez esto está algo revuelto. Veamos... Comenzaré a narrar rápidamente desde que entré a la secundaria; será breve (demasiado).

Nunca he sufrido un cambio repentino en mi vida. Siempre he vivido en el mismo lugar, siempre he estudiado en el mismo lugar, nunca he tenido muchos amigos; en fin, nada interesante para contar.

Cuando entré a la secundaria, conocí a una chica llamada Eider. Era una chica demasiado linda (estatura promedio, cabello castaño, rizado, largo y extremadamente cuidado, cuerpo con curvas sutiles pero visibles, ojos color miel, labios rojo cereza naturales, un cuerpo mucho más proporcional que el mío), aplicada, buena onda, prácticamente perfecta; justo lo contrario a mí. En muy poco tiempo nos hicimos mejores amigas.

Luego comenzó a juntarse con nosotras mi amigo, desde hace un poco más de cuatro años, Chris. Él era un chico un tanto marginado como yo. Prácticamente, sus únicas amigas éramos nosotras dos; tenía problemas al hacer amigos hombres, pues ser el mejor académicamente del salón tenía sus desventajas. Tampoco era demasiado guapo (usaba lentes, pelo negro, ojos cafés –casi tan comunes como los míos–, estaba algo llenito y era un tanto chaparrito –teníamos la esperanza que algún día crecería–), pero era divertido, muy buen amigo y dedicado en todo lo que hacía.

Después de un tiempo, a nuestro grupo también se unió una chica, Samay, ella era un tanto misteriosa, pero me caía muy bien. Tampoco era muy linda, pero, si la comparaban conmigo, creo que se notarían kilómetros a la distancia sus cualidades físicas (también era alta, tenía una tez morena-aceitunada, pelo negro, rizado, un tanto largo y brilloso, era un poco llenita, pero se recompensaba con unos preciosos ojos marrones y algunas curvas que tenía su cuerpo por ahí guardado, sólo que se esforzaba en esconderlo. También tenía una muy bonita sonrisa; definitivamente era mucho más guapa que yo).

Con el tiempo, nos fuimos haciendo un inseparable grupo de amigos; las cosas iban demasiado bien. Pero, como siempre ocurre, o por lo menos en mi vida, la poca felicidad que creía tener, se fue al caño.

Eider, a causa de su gran encanto, obviamente comenzó a tener novios. Estuve aconsejándola en todas y en cada una de sus relaciones; le advertí sobre todos los detalles peligrosos que ella no lograba ver a causa de la venda del enamoramiento; todas que la terminaron, yo estuve ahí para ayudarla a sanar su corazón; cuando ella los terminó, yo estuve ahí para hacerle ver que "no valía la pena seguir con alguien así".

Una vez, le entró el capricho de tener como novio a un amigo nuestro (un chico dos años mayor que nosotras, para nada guapo) llamado Edric. Edric era un chico muy... ¿original?, ¿insólito?, ¿extravagante? En todo caso, ¡adivina quién la ayudó a conquistarlo! Yo. Al final del día, logró andar con él; fueron pareja por unos cuatro meses.

El problema aquí surgió cuando empecé a sentir algo un poco más fuerte que una simple amistad por Edric. No le dije nada, por supuesto; no quería que se acabara su hermosa relación por mi culpa, ¿qué clase de amiga sería?

Cuando terminaron –porque Eider ya se había aburrido de él–, Edric comenzó a coquetear conmigo casi al instante. Al principio desistía, tenía miedo de ser mala amiga y traicionar a Eider, pero después de un buen rato de constantes mensajes lindos y cumplidos, comencé a dejarme llevar por él. Obviamente le pregunté a Eider si le molestaba que anduviera con su ex, pero ella me dio a entender que "su historia con él ya formaba parte del pasado. Ya lo había superado y esperaba que duráramos mucho".

Prácticamente al segundo de que yo le dijera que sí a Edric, Eider se enojó e indignó conmigo, pues "¿cómo había sido posible que yo, su mejor amiga, le hubiera hecho eso?". Estaba algo confundida, la verdad. Me sentía fatal, pero la gota que derramó el vaso fue que Eider comenzara a hacer rumores sobre mí y decir que era una puta porque yo había hecho que su relación con Edric acabara, aunque claramente sabíamos que ella lo había terminado. Eso me hizo estar aún más confundida.

Me sentía todavía peor. Todo en mí se juntó: Eider, mi "mejor amiga", estaba molesta conmigo e hizo que toda la escuela también lo estuviera –aunque ellos no pintaran nada ahí–, incluido Chris, mi "mejor amigo", que gracias a que estaba enamorado platónicamente de Eider, pensaba que ella tenía la razón en todo. La única persona que se quedó a mi lado –ni siquiera fue Edric, pues cortamos a las dos semanas porque yo "no era su tipo"– fue Samay.

En cuanto Edric y yo terminamos, Eider volvió a hablarme e hizo como si no hubiera pasado nada en absoluto. A partir de ahí no volví a confiar en ella. Comprendí que mi grupo de amigos era una bola de hipócritas que no estarían ahí justo cuando más los necesitara.

Terminó el ciclo escolar justo dos meses después de ese pequeño teatrito que se había montado y decidí que en el siguiente ciclo escolar buscaría realmente a unas amigas de verdad, o aunque sea sólo a una.

Creo que eso ha sido el resumen del resumen del resumen del resumen (no me he trabado, sólo que quiero decir que mi historia es demasiado corta, aunque servirá para entender lo siguiente).

JoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora