La Dama de plata

Prólogo - La leyenda

"La vida y la muerte han estado enamoradas por más tiempo del que las palabras pueden describir. La vida le envía incontables regalos a la muerte. Y la muerte los guarda por siempre."

"Cuenta la leyenda que un hombre italiano, joven de 25 años, pelo castaño y ojos marrones dejó toda su vida atrás para deshacerse de las cadenas que le atrapaban en Florencia. No le gustaba su vida, era huérfano y, a partir de los 18 años, todo le empezó a ir mal.
Era valiente y nunca pensaba en rendirse, y mucho menos en hacerle una visita a Hades, amaba demasiado la vida, pero sentía que no tenia nada más que hacer en aquella ciudad Toscana. Así que, un día lluvioso, por las calles de Florencia, miró al cielo plomizo y decidió irse a vivir a la ciudad de las cien torres, Praga.

Durante el largo camino hacia Praga, concretamente en el pueblo austríaco de Hallstatt, se paró delante de una posada. Sin saber el por qué, aquella estructura de madera de ciprés le había llamado mucho la atención, y la verdad, no tenía nada de especial. Se quedó un buen rato mirando. Después de unos largos segundos decidió entrar, dio unos pasos adelante e intentó picar a la puerta, pero esta ya estaba abierta. Entró con incertidumbre sacando algún que otro "¿Hola, hay alguien?" de su boca, pero no obtenía respuesta. Se fijo en un reloj de pie muy antiguo de madera carcomida que no tenia agujas. El joven se extrañó, pero no le dio importancia. Se aproximó a la mesa de recepción y tocó la campana. Después de una aguda y leve vibración sonora el silencio irrumpió en la sala. Al cabo de unos segundos se oyeron unos pasos, y una mujer encapuchada con un vestido de seda negra salió del cuarto trasero del mostrador, se aproximó lentamente al muchacho y le preguntó: "¿Que desea joven?" a lo que él contestó: "Quisiera hospedarme durante esta noche, el cielo está grisáceo y parece que el agua me hará compañía durante las próximas horas". La mujer levantó la mirada dejando ver mucho más de su rostro, tenía el pelo fino y plateado y los ojos azules claros con un toque de plomo. El muchacho se quedó fascinado ante tal belleza sin saber que decir. Al rato, la posadera rompió el silencio con una pregunta:

-Y cuéntame joven, ¿de donde vienes? ¿a donde te diriges?

Este, sacudiendo su mente y cambiando de cara contestó:

-Vengo de Florencia, estoy intentando huir de mí mismo, quiero volver a vivir nuevamente en una nueva ciudad, Praga.

-¿A Praga? Te queda un gran camino por recorrer. Espero que te vaya muy bien en esta nueva etapa que has decidido caminar.

-Yo también lo espero, desearía lo que fuera.

-Puedes desearlo si quieres. Dime, ¿Harías lo que fuera para renovarte y vender tu vida?

-Por eso estoy haciendo este viaje, ya he vendido mi antigua vida en el vacío del pasado.

-Entonces deséalo, pídelo a las estrellas y lo tendrás.

-Eh... sí, así lo haré, gracias. Respondió extrañado.

La mujer sonrió y sacando unas llaves del cajón dijo: "La habitación numero 8 está libre, puedes quedarte con ella, para cenar hay un restaurante a dos calles de aquí, no es caro y te recibirán con el calor de una de las mejores sopas de la región. Por la mañanas sí que ofrecemos servicio de desayuno". Un simple "gracias" salió del muchacho, a la que la mujer contestó con un "hasta mañana".

El joven caminó por los pasillos de la vieja posada, no podía soportar la imponencia de los cuadros que decoraban esas paredes. Llegó a la habitación y lo primero que hizo fue estirarse en la cama. Después de unas pocas horas se levantó, se lavó la cara en el baño y tomó rumbo al restaurante.
Siguiendo los consejos de la posadera decidió por tomar una sopa, realmente era una sopa deliciosa, de segundo algo de pescado y una pieza de fruta de postre. Descansó un rato en la mesa, pagó la cuenta y decidió volver a la posada para descansar. Al abrir la puerta había comenzado a llover, "suerte que la posada esta aquí al lado" pensó. Empezó a correr. Cuando llegó se encontró con la misma situación, no había nadie en recepción pero como él tenia la llave, ya no importaba.