Mi cumpleaños - Capítulo 8

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Me despierto con la alarma de mi celular. Es un feliz y soleado domingo en el cual tengo la dicha de cumplir mis 16 años. Margoth duerme todavía. Bajo por un poco de agua y bebo.

- No deberías bajar descalzo cumpleañero - me atraganto con el agua; trago y al voltear me percato de que es tío sonriendo con su risita de patán. - Te vas a resfriar.

- Y tu no deberías llegar a una casa sin avisar. - le contesto con el agua escurriéndose por mis labios.

- Llamé, pero nadie atendió al teléfono. Supongo que Margoth duerme. - Me dice con semblante más serio.

- Siempre. - contesto entornando los ojos. - Ella dice que los domingos ayuna como yo, pero es que los domingos se levanta tan tarde, que en vez de desayunar, almuerza. - Digo sarcástico. Tío esboza una sonrisa.

- Y vas a misa hoy ? - me pregunta tío.

- Sí, siempre. Hoy nos toca al grupo de jóvenes.

- Perfecto. Te espero. Veré si en el refrigerador hay algo para cocinar.

- Sabes cocinar?!

- Mamma Mía! Los italianos cocinamos por naturaleza. - sonrío y subo a bañarme.

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Al bajar, veo en la mesa una  omelette de queso y huevo, sándwiches y jugo. Se ve delicioso.

- No es mucho, pero hice algo con lo que había.

- Es mejor que nada. - digo y sonríe.

Comemos. Al terminar y llevar los platos a la cocina, veo la hora. Las 08:43 am .

- Debemos apresurarnos tío o llegaremos tarde. La misa es a las 09:00 am.

- Lo se. Vámonos en mi carro. rápido!  Tienes todo?!

- Si, vámonos.

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Al llegar, entramos por la puerta principal y todo normal. Como en toda iglesia Católica. Acólitos arreglando el altar. Ministros preparando las ostias y la canasta de las ofrendas. Los lectores, al igual que yo, practicando en el ambón sus lecturas. Y más comúnmente los feligreses llegando, ocupando los asientos y entrando en el estado de reflexión que se requiere para prestarle atención a la gran fiesta que es la misa. Se siente la gran felicidad en el aire, esa alegría y entusiasmo.

Me apresuro, después de admirar el ambiente, al altar, hago reverencia al mismo y llego al ambón con los demás jóvenes. Tío se sienta en la primera fila de la izquierda, tercer asiento hacia la derecha. Demasiado cerca de mi para mi gusto, pero esta bien.

En el ambón esta el Leccionario correspondiente a este ciclo. De el leo mi lectura escogida ayer en la noche en la reunión, en conjunto con los demás casi 20 jóvenes. Después de repasarla tomo mi asiento, me coloco la esclavina y aguardó.

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Después de unos pocos minutos el padre entra y llega al altar vistiendo su alba, en medio de cantos, seguido por acolitos y ministros.

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Ya me toca leer. Me levanto de mi asiento, hago reverencia al altar y frente al ambón con micrófono en mano, leo.

Al terminar, hago reverencia y me acomodo en mi asiento. Al ver hacia mi tío lo veo satisfecho y creo que hasta orgulloso. Me dispongo a disfrutar mi misa.

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Al terminar la misa, felicito a los demás por su esfuerzo en las asignaciones, como ellos lo hacen conmigo.

Mi tío está hablando con otras personas de la iglesia, me da curiosidad y me acerco.

Al acercarme a ellos, mi tío me presenta:

Caballeros DivinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora