Felicidad

44 2 0
                                    

Una chica entró por la puerta, era la misma que me habia hablado por el telefono hace un rato, me pidio que la compañara, tenia ganas de preguntarle para que me queria, pero sabia de antemano que no obtendria respuesta alguna, no de ella, la seguí por un pasillo lleno de puertas hasta una especie de enfermeria donde me dejó con un doctor canoso mas o menos de 50 años y sin expresion alguna en su rostro.

-Sientate, por favor- dijo con una voz hueca y arrugada, no me quedaba otra cosa que obedecer a su petición, al sentarme en la silla, ésta me amarró de las muñecas y tobillos, empezé a ponerme muy nervioso, si me amarraban era por una buena razón, entonces el doctor sacó una jeringa que parecia sacada de una pelicula de terror y la introdulo en mi brazo para despues caer dormido.

Desperté con un dolor de cabeza y un poco de dificultad para respirar, estaba aun en esa silla cuando el doctor empezó a hacerme algunas pruebas de reflejos con una especie de linterna, me dijó que el aire del planeta en el que estamos tiene una atmosfera respirable para un humano, pero por su composición destruye los pulmones en menos de un mes y se necesitaba cambiar los pulmones por unos artificiales que soportaran el ambiente, esto es lo que me dificultaba la respiración, y tardaria un tiempo que mi cuerpo se acostumbrara al cambio.

Miré mi pecho y efectivamente tenÍa aun las costuras de la operación, aunque no hay nada que me asegure que no me metieron otras cosas aprovechando que era imposible que yo lo descubriera. Por fin esas malditas ataduras se soltaron y perdí esa sensación de no poder hacer absolutamente nada, se abrió la puerta y entró un soldado que literalmente me tiró dentro de una especie de comedor gigante que tenia el sello de la ACL por todos lados, al cabo de un rato empezaron a llegar más personas al comedor, en seguida mis amigos y yo nos juntamos en una mesa e intentamos distraer nuestras mentes de lo que estaba pasando.
Se abrió una cafetería en el comedor, desafortunadamente la comida consistía en puré, agua natural, y un algodón de azúcar que en lugar de azúcar contenía vitaminas, vamos, estos tipos tienen la habilidad de arruinar todo lo que tocan.
Jennifer estaba muy deprimida, sólo tomó un vaso de agua y sin decir nada se recostó sobre la mesa, me senté a lado de ella -No te preocupes, yo estoy aquí para apoyarte- le dije suavemente, en ese momento me abrazó y entre llantos me dijo -gracias-
Mis ojos se pusieron llorosos y la abracé de vuelta, extrañamente me sentía feliz...

Aventuras de un joven perdido en el espacioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora