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Observé tu casa.

Todas las luces estaban apagadas.

Estaba vacía.

Volví a mi cama y seguí mirando hacia la ventana.

Una bocina hizo que vuelva a ver por ella.
Habías llegado, pero no eras tú.

Eras una Maddison fumando, y pasada de copas.

Bajándose del auto de Keegan.

Jamás en tu vida habías hecho algo así.

Y no tenías por qué hacerlo.

Estabas cambiando, y para mal, mi pequeña.

Dulce MaddieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora