2. Me golpea una puerta en la cabeza

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MÍA

Lo sé, tengo muchas cosas que explicar. Supongo que lo mejor será empezar por el momento exacto en el que me separé de Olivia, poco después de que el concierto terminara (que tengo que reconocer que no estuvo nada mal)

Oli dijo tenía la garganta seca y que iría a por algo de beber. Dudé un momento, ya que el alcohol le estaba haciendo efecto pero no la detuve. Y ahí me quedé yo. Sola en la pista, bailando al son de una canción que no conocía. De pronto, la gente que estaba esparcida por el club se puso de acuerdo telepáticamente y se apelotonaron en la pista. Cada vez había más gente. Yo no podía bailar sin darle un codazo o proporcionarle un pisotón a alguien. Me empecé a agobiar. Busqué a Olivia con la mirada, intentando ver por encima de muchas cabezas. Nada. Era imposible. Intenté salir de la pista, tarea que me llevó un rato, varios empujones y alguien me tiró una cerveza encima.

Cuando por fin salí de esa masa de cuerpos busqué a Olivia de nuevo. Esta vez sí la encontré. Estaba en la barra con un chico, charlando. ¿Iba allí y le decía algo? ¿Le estaría arruinando el momento con ese chico al hacer eso? Aunque claro, a lo mejor era un plasta y le estaba salvando. "Hola Olivia, vengo a salvarte/fastidiarte por qué me he agobiado en la pista y ahora me aburro." Vale, definitivamente la mejor opción era salir fuera a tomar aire. Salí y el portero me puso un sello para poder volver a entrar. Fuera se estaba bien. No hacía mucho frío pero el suficiente para que ese momento de agobio pasase.

Decidí volver al club pero justo cuando iba a abrir la puerta, esta misma me golpeó con fuerza en la cabeza. Mi vista se nubló por unos segundos y me dolía la cabeza horrores. Entonces, me encontré un rostro cerca de mi cara. Un rostro que me resultaba algo familiar.

- Mierda, lo siento. - soltó él.

Hice memoria y recordé que era el cantante del grupo de música que había tocado antes. El que nos había parecido tan guapo a mi amiga y a mí. Ahora estaba enfrente mía, mirándome con unos ojos azules nerviosos.

- Estás sangrando.

- ¿Qué? - pregunté nerviosa.

- Que estás sangrando. Vamos, te llevaré al hospital. - dijo, ayudándome a llegar hasta su coche. - ¿Estás mareada?

- Un poco pero nada grave. - dije dejándome caer en el respaldo del asiento del copiloto. Él arrancó el coche y puso rumbo al hospital. Hubo un silencio. Saqué mi móvil para llamar a Olivia pero no tenía batería. Mierda, ahora pensará que la he dejado plantada. El chico mantenía la mirada fija en la carretera y de vez en cuando me miraba para comprobar cómo estaba. Pude comprobar que el muchacho era muy guapo. Tenía el pelo rubio oscuro, la mandíbula marcada y unos brazos perfectos. También pude comprobar que me dolía la cabeza.

- No me has dicho cómo te llamas. - dije para cortar el silencio.

- Tú tampoco. - vi cómo se formaba una media sonrisa en su cara - Soy Sam.

- Yo Mía.

- Enserio, siento mucho lo de antes. Estaba cabreado y le di un empujón a la puerta y... Supongo que tendría que haber comprobado que no había nadie detrás.

- No pasa nada. Pero si fueras un poco más rápido, mi cabeza te lo agradecería. ¿Estoy sangrando mucho? - digo mirándome en el espejo del coche. La verdad me esperaba algo más. Tenía un pequeño corte en la parte superior derecha de la frente. Había sangre seca al rededor de la herida.

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