Capitulo 2

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Día 3

La ojiazul sentía su piel arder cada vez más. Esta se encontraba totalmente desorientada, no sabía cuánto tiempo había pasado; podían ser solo una hora, tal vez días, o incluso semanas. Desde que había llegado a aquella base, no habían dejado de hacerle estudios con el fin de poder manejar sus poderes mejor, sobre todo, para crear un nuevo suero a partir de su sangre, mas la joven se encargaba de eliminar todo rastro de respuestas, llegando a quemar las hojas donde se hallaban los resultados, mas aquellas acciones enojaban a Strucker a tal punto que ordenaba castigarla de la peor manera.

En aquel momento, la pelinegra tenía heridas abiertas en sus brazos, pues hacía algunas horas que el doctor parecía tener un nuevo informe, mas la joven logró eliminar aquel documento, enfureciendo al líder de HYDRA. Ella estaba decidida a no dejárselas fácil, ya que si lo hacía, le estaría fallando al equipo, o por lo menos eso pensaba. Gaia deseaba con todas sus fuerzas que los vengadores la encontraran fácilmente, pero la espera la estaba atormentando demasiado.

Fuera de la habitación en la que se encontraba había un fuerte ajetreo, mas no entendía a qué se debía, dado que en el momento en que quiso averiguarlo usando sus poderes, su cabeza comenzó a dar vueltas sin cesar. Los golpes recibidos durante su castigo la tenían bastante mal, mas alcanzó a escuchar el rechinido de la puerta del lugar abrirse, encontrándose con el doctor. Este se miraba realmente cansado, sus normes ojeras lo delataban.

-Hola-susurró, a cambio solo recibió una mirada de su parte. No le tenían permitido hablar con la ojiazul, así que únicamente se dedicaba a hacerle lo que le pidieran.

El hombre comenzó a revisar los signos vitales que tenía para luego apuntarlos en una libreta. De vez en cuando la miraba de reojo cada cierto tiempo, y Gaia solo observaba lo que hacía. Después sus ojos se dirigieron a sus brazos, los cuales se encontraban cubiertos de sangre, pues los soldados de HYDRA se habían esmerado en lastimarla. Las heridas eran profundas, por lo que aún no se curaban.

El hombre de la bata blanca caminó tranquilamente hacia una de las esquinas de la habitación, tomando una caja blanca. Por instinto, la ojiazul empezó a moverse o a tratar de hacerlo, pero las esposas que aprisionaban sus muñecas y tobillos hacían difícil la acción. El doctor se sentó a su lado y abrió la caja.

-No me haga nada, se lo suplico-susurro, él únicamente sonrió con pena. De la caja sacó una botella y algodones, desatando el miedo de lo que le fuera a hacer. Mojó el algodón con el líquido de la botella y de inmediato la joven supo que esta contenía alcohol etílico. Después acercó aquello a su brazo y comenzó a curarlo delicadamente.

-Mierda-exclamó en un murmullo a causa del escozor que sentía cuando el alcohol hizo contacto con las heridas. Así estuvo por unos minutos, limpiando cada herida y quitando la sangre seca que estaba en sus brazos.

-No creo recordar el darte ordenes para que la curaras-dijo Strucker desde la puerta.

-Lo siento señor, pero necesita estar bien si quiere hacer la prueba-dijo tranquilamente mientras seguía limpiando la sangre que había.

Strucker sólo levanto una ceja y se acercó al doctor, y lo alejó de la joven para después hundir uno de sus dedos en su herida. Gaia lanzó un grito de dolor, sintiendo cómo la sangre comenzaba a emanar nuevamente de una de sus heridas.

-Hijo de perra-dijo con rabia la vengadora.

-Esto doctor-comenzó a remover más la herida, mientras que los ojos de ella se llenaban de lágrimas por el dolor -se lo gano por ser una perra, además, es una forma de que pague por sus errores-sentenció para después quitar su dedo de la herida. Strucker miraba como la sangre envolvía su dedo, como si de un trofeo se tratase-muchos piensan que tu sangre es divina, o que está mezclada con algo de otro mundo, y algo de eso hay ¿verdad?-pregunto con media sonrisa. Gaia lo miraba con enojo- uno de mis trabajadores que estaba en tu querido SHIELD escuchó cuando Thor mencionó que en su mundo había una leyenda que te incluía a ti y a Odín. Pero no entiendo cómo es que una ramera como tú consiguió algo tan poderoso-dijo con una mueca en su rostro-personas como yo deberían tener lo que tú tienes, podríamos lograr nuestro labor con facilidad-

-Gente como tú deberían estar bajo tierra, como los gusanos que son-respondió con rabia. El rostro de Strucker se desfiguró por la ira y lo siguiente que sintió la joven fue su mano estamparse contra su mejilla-veo que te dolió que te dijera la verdad ¿no es así?-se burló.

El Barón se acercó a una de las mesas y tomó una de las jeringas que estaban ahí; esta tenía un líquido de color azul verdoso y caminó otra vez hacia ella, para después inyectar lo que contenía.

-Veremos quien ríe a lo último querida Gaia-dijo para después apartarse y mirarla con los brazos cruzados. El doctor, que aún se encontraba ahí, la miraba con mucha tristeza, pero luego apartó la vista. 

Gaia comenzó a temblar, su cuerpo parecía tener vida propia. Su mente comenzó a ser un caos, pues escuchaba como las personas que estaban cerca se quejaban; escuchaba a alguien gritar en la lejanía; sus huesos crujían como si se estuvieran rompiendo, el dolor era insoportable para la pelinegra. 

~*~

En otra sala estaban dos chicos, una joven castaña y un chico de cabellos castaños con toques plateados. Ambos estaban acostados en sus respectivas camas, pero los gritos de una voz femenina los hizo sentarse de golpe. Ambos se observaron, los gritos subían de intensidad, nunca habían escuchado que alguien gritara de esa manera, ni siquiera los que no pudieron ser alterados. La chica frunció el ceño y su hermano la miro con la cabeza ladeada, al igual que un cachorrito. 

-¿Qué pasa?-preguntó él, con un acento muy marcado.

-Es alguien nuevo-mencionó ella.

-¿Qué le estarán haciendo como para que grite así?-

-Deben estar viendo lo de la segunda fase de la alteración-mencionó en un murmuro la castaña-Tal vez trajeron a alguien para ver como reacciona el cuerpo-su voz cada vez se teñía más de miedo.

-Tranquila, por ahora no somos nosotros-le dijo, tratando de hacerla sentir mejor, pero lo único que hizo fue incrementar su miedo, haciéndola pensar en que tarde o temprano ellos estarían gritando de esa forma.

Los gritos de Gaia se podían escuchar por toda la base de HYDRA. Strucker y el doctor ya habían salido de la habitación, pero algunos de los soldados de Strucker estaban monitoreando sus signos vitales desde fuera del cuarto en el que ella estaba. Y así pasaron los minutos y las horas para Gaia, en agonía.

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