Capítulo 11

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Tres meses después, en una fresca tarde de noviembre, Hayley y Jace iban de regreso a su casa, después de que la boda de Bryn y Logan hubiera salido a las mil maravillas. Los padres de Logan habían regresado varias semanas antes, con el único propósito de conocer a su futura nuera y a su familia. Los padres de Bryn y Hayley llegaron tan solo con una semana de antelación, y se alojaban en la antigua casa de Bryn, ya que esta había quedado libre y con muchas habitaciones vacías, después de que Hayley se instalara con Jace.

Mientras el coche entraba lentamente en la vereda que llevaba a la casa, los faros iluminaron toda la zona, reflejándose en los grandes ventanales. Las hojas caídas por el frío otoñal se movían erráticamente por todo el césped, y la hierba se doblaba bajo el intenso viento. Muy pronto darían paso a las tormentas invernales, y Hayley ya soñaba con las noches pasadas junto al fuego al lado de Jace.

Posó la mano sobre su muslo y le dio un ligero apretón.

-Todo fue muy bien -dijo con un suspiro feliz-. Bryn estaba magnifica

-Sí que lo estaba. Es una lástima que su dama de honor casi la superara -dijo picándola.

-Pues la verdad, no sería muy bonito que llamara más la atención que la novia. Oye, ¿y que es eso de que solo casi? -preguntó Hayley con cierta nostalgia.

-Para mis ojos, cariño, brillaste más que el sol.

-Oh, Jace. -La voz de Hayley se estremeció emocionada.

Aparcó el coche y, despacio, salió para abrirle la puerta en silencio. Jace la ayudó y pasó un brazo alrededor de los hombros de Hayley, guiándola hasta la entrada e instándola para que entrara con rapidez y así evitar el intenso frío. Una tenue luz iluminaba la sala de estar, y de allí el pasillo. Jace la llevó en brazos y la besó. Hayley le envolvió con sus brazos, absorbiendo su calor, necesidad contra necesidad y amor contra amor. Cuando rompió el beso los ojos de Jace ardían. Eran un total reflejo de los de Hayley

-Cásate conmigo, Hayley. Te amo. Quiero tener hijos contigo ya. Ahora. Esta misma noche.

-¿Qué quieres decir? -Hayley se tocó el estómago.

-Estás ovulando de nuevo. Hueles tan dulce y madura que me siento como un lobo feroz. Listo para comerte.

Hayley inspiró profundamente antes de contestar cuando un súbito olor provocó que el vello de la nuca se le pusiera de punta.

-¡Vaya, que escena tan conmovedora! -Esta réplica vino desde la oscuridad, cargada de sarcasmo.

»Nadie me creyó cuando les dije que eras un hombre lobo. Pensaban que estaba loco. -Jim Beeman, vestido con ropa hospitalaria, se mostró ante la escasa luz. En su mano portaba un arma-. Así que les hice creer que estaba loco.

-No -susurró Hayley cuando el miedo se extendió a través de ella.

Jace dio un paso hacia delante, intentando dejar a Hayley detrás suyo, pero esta no le hizo ni caso y se volvió a colocar a su lado, dirigiéndole una mirada colérica. Jace en respuesta le envió una mirada exasperada y de advertencia.

-¿Cómo es que estas fuera de la cárcel, Beeman? Pensaba que te habían encerrado. -Se movió un poco para quedar enfrente de Hayley.

-Los dos quietecitos ahí de pie - advirtió Beeman-. Y respondiendo a tu pregunta, eso es lo bueno de que te crean loco. Me trasladaron a un centro psiquiátrico. Algún médico pensó que sufría de psi... psi...

-¿Psicosis? -le ayudo Jace.

-Ésa es la palabra -admitió Jim asintiendo feliz-. Les seguí la corriente. Era el paciente ideal. Obediente y cooperativo, así me dijo el doctor Henderson. Cuando tuve que golpearlo en la cabeza casi me dio lástima. Espero que no esté muerto.

Tentar a un Lobo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora