Caput II: Repete stellarum, princeps

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—¿De qué estás hablando?

—Yo puedo llevarte a las estrellas.

¿De qué estaba hablando esta mujer? No entiendo lo que quiere decir, primero necesito ver su rostro, parece una mujer, pero quizá es una mujer sádica que quiere matarme y me toma por una niña tonta, pero, ¿qué hace ella aquí, cómo consiguió entrar?

—Muestra tu rostro —ordené, con seguridad.

Poco a poco una figura fue tomando forma, sí que era una mujer. Tenía el pelo rubio cobrizo corto hasta los hombros y con rulos, unos ojos marrones y cejas bastante finas, de un rubio más oscuro que su pelo, unos labios rojos claramente pintados y finos, la mujer también era poseedora de unos pechos bastante grandes y era muy baja de estatura, con una figura curvilínea. Lo que más me sorprendió era su pomposo vestido de color beige con escanjes dorados en el corsé y unos tacones blancos, pero lo más raro de la apariencia de esta mujer era la batuta que portaba, que más bien parecía una varita mágica, pero esas cosas de las varitas son cuentos para niños. Esta mujer me daba bastante mala espina, más bien parece el hada madrina que viene a conceder deseos, pero eso es imposible, sólo quiero que se vaya de aquí.

—Bene, carissimi*, como ya te dije, soy Genevieve, y puedo concederte tu más añorado deseo.

—¿Cómo has llegado aquí? No necesito tus deseos ni estafas, además, ése es un sueño de niños y es imposible llegar a las estrellas, no es un mundo.

—Pues claro que es un mundo, carissimi, y existe la magia, esto es una varita y concede deseos, y tus plegarias han sido escuchadas por mí.

Eso es imposible, aunque a una parte de mí aquella idea tan disparatada le habría gustado que fuese verdad tal tontería.

—Pues si la magia existe, demuéstramelo -la puse a prueba con desconfianza.

—Utique, carissimi. Bien, te enseñaré que la magia existe. Bien, primero haré que esos libros vuelen -¿qué va a hacer qué con mis libros?

Genevieve agitó su varita, después sólo vi un brillo cegador que me obligó a cerrar los ojos y luego vi que mis libros estaban volando por el aire, siguiendo la trayectoria que marcaba aquél extraño objeto parecido a una varita. Me quedé incrédula, en verdad lo hacía, eso me fue prueba suficiente, pero aún así esto es demasiado raro.

—Y esto es solo una prueba de la magia de Neredia, ¿te ha quedado ya claro que la magia existe? —preguntó la mujer con arrogancia y soberbia.

¿Neredia? ¿El país de los cuentos que me contaba mi padre cuando era más pequeña? ¿No es eso, un cuento?

La mujer, al verme pensativa, seguió hablando.

—¿No querías librarte de todo el estrés de este mundo? Conocerías un mundo nuevo, con gente nueva, libre de estrés y preocupaciones, y sobretodo, cumplirías tu sueño, ¿no son todo ventajas? —es verdad que sonaba tentador, pero, ¿y mi madre y mis dos queridas hermanitas? Las echaría demasiado de menos, y todo por un sueño infantil.

—Pero, ¿y mi familia, qué pasará con ellas? Notarán que no estoy.

—No, puedo hacer otra tú, exactamente igual, una especie de gólem —¿gólem de mí? ¿Es en serio?—. Vamos, acepta, no tienes nada que perder —noté que lo ojos se le tornaron de un color verde, y la idea me fue pareciendo cada vez mejor, no tenía nada que perder.

—Vale, hazlo.

—Entonces me darás tus ojos azules, se tornarán de color marrón.

—Sí, no importa —sentía que debía hacerlo, pero no quería en el fondo, ¿por qué decía que sí?

Genevieve empezó a agitar su varita y decir palabras en un idioma raro, una luz cegadora me obligó a cubrirme los ojos, pero entonces una luz azul invadió la habitación.

—¿¡Qué!? ¿Cómo ha pasado esto? —fue lo último que escuché antes de dejar de sentir mi cuerpo y no ver nada.

[Neredia/ 3 de abril/ 1845]

Me desperté en un lugar que no conocía, el cielo era de un azul similar al de Miarah, pero más claro. Había árboles normales, pero algunos en vez de tener las habituales tonalidades verdes tenía las hojas plateadas o de color cielo y un lago que reflejaba el color del cielo. Aunque era claramente de día se veían algunas estrellas, este sitio es muy extraño, pero me daba una sensación de tranquilidad, ¿qué sitio es este?

Lo último que recuerdo fue eso que me pasó con Genevieve, ¿quizá estoy en Neredia? Es tal como me lo contaba mi padre, aunque siempre había creído que era un cuento de hadas, pero quizá sea verdad. Tengo preocupación con mi familia, pero, ¿qué puedo hacer ahora?

Me levanté algo desequilibrada del césped en el que estaba, con los pies descalzos, y caminé hasta el lago, me daba curiosidad ver si hay algo dentro como en los cuentos. Me acerqué al lago y me agaché, metí la mano dentro, el agua estaba fría pero igual resultaba agradable. De repente, pillándome desprevenida, un pez de color plateado saltó del interior del agua, salpicándome unas gotitas. Yo sonreí emocionada, como si fuese una niña.

Pero se me quitó la sonrisa en cuanto vi mi propio reflejo, todo estaba igual que siempre, excepto que uno de mis ojos ya no era azul, sino marrón oscuro. Sabía que pasaría algo como esto, pero, ¿no era en los dos ojos? Se me hace algo raro ser heterocrómica. Estaba pensando en mis cosas cuando noté una mano tocando mi espalda.

Me giré y vi a una niña de no más de 7 años, cabello castaño y ondulado muy largo, ojos azules grisáceos con mejillas sonrosadas y piel pálida, unos labios finos y con complexión delgada y de una estatura normal para su edad. La niña sonrió al verme.

—Nunca te vi por aquí, pareces perdida, ¿cómo te llamas?

—Me llamo Atheena, pequeña, ¿cómo te llamas tú? —le sonreí a la niña.

—Me llamo Elena —respondió la pequeña Elena con una sonrisa —. ¿Eres una extrangera?

—Se podría decir que así soy, ¿qué haces tú aquí tan sola, pequeña?

—No estoy sola, estoy con mi hermano mayor Naehu, estará por algún lado, ya me encontrará.

—Con que eres una niña traviesa, te escapaste de tu hermano mayor —reí un poco, y le despeiné el pelo un poco a la niña. La niña se encogió de hombros.

—Es muy despistado y torpe, es fácil escaparse de él, lo hago todos los días, pero siempre me encuentra. Oye, una pregunta, ¿qué le pasó a tus ojos?

—¿A mis ojos? Bueno, es raro, ¿verdad?

—A mi me gusta, pero a la mayoría de la gente de aquí eso le parece un tipo de defecto en el cuerpo de una persona.

Iba a preguntarle a la niña qué pasaba por tener los ojos así, pero una voz masculina me interrumpió.

—Elena, ¿ya te escapaste otra vez? Mira que me das unos dolores de cabeza —aquél chico se percató de mi presencia. Se sobresaltó—. ¿Eh? ¿Heterochromic?

N/A: ¡Hola! ¿Qué tal? Aquí el nuevo capítulo, qué opináis, espero que os esté gustando, perdón por tardar en actualizar, pero estos dolores de cabeza me están matando, tengo dolores de cabeza horribles y unos mareos terribles.

Genevieve en multimedia.

Glosario:

Bene, carissimi: Bien, querida.
Utique, carissimi: Claro, querida.

¡Espero que os haya gustado!

Un saludo, la Reina de las Hadas.

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⏰ Última actualización: Mar 24, 2016 ⏰

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Lágrimas de la estrella azulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora