Se la llevaron muy muy lejos, el hermano de el Rey de Corazones se llamaba Jason Smith era bueno y cariñoso con sus esclavos los cuidaba y nunca nunca los maltrataba odiaba los latigazos a el lo llamábamos El Rey Blanco.
Anette paso uno de los mejores ratos en el mundo con el Rey Blanco y me alegró,como ame a esa pequeña como sí fuera mi niña. Nunca tuve una hija pero con ella por fin me sentí como un padre verdadero. Paso todo un verano antes de que pudiera a volverla a ver, después de eso fue la última vez que la vi.
Cuando volvió ya tenía 16 años y se veía más preciosa que nunca. El día que llegó el Rey de Corazones se había enfadado conmigo ya que no había recolectado el suficiente algodón y me habían dado latigazos, aparte de eso me habían quitado la mitad de la ración de comida ya que no escuche muy bien la orden de uno de los capatazes. A Anette eso no le pareció se enojó tanto que casi se le salen los ojos de sus órbitas. Así qué esa noche decidió hacer una de las cosas más arriesgadas que se podía hacer se metió a casa del Rey de Corazones y robó un poco de la comida más lujosas que tenían. Esa misma noche Anette me contó como había llegado ahí y me dijo:
- Esto es sólo un mal sueño ya verás pronto despertare y estaré al lado de mis padres de nuevo ya lo veras.
- Entonces dices que soy un producto de tu imaginación.
- Lamento decírtelo pero si, a pesar de eso te amo muchisisimo.
- Yo igual mi amor descansa.
Lo único que pude hacer ese día fue sonreír. Al día siguiente el Rey de Corazones se despertó temprano sólo para darse cuenta de que se habían robado la comida. De inmediato mando a sus guardias a buscar quien lo había hecho, no tardaron mucho en descubrir al culpable. Recuerdo haber visto a Anette saliendo de la cabaña corriendo a toda velocidad, dirigiéndose por los campos de algodón, corriendo con los hombres del Rey de Corazones detrás de ella , casi no podía respirar. Hasta qué uno de sus hombres sacó una pistola de mano y le disparó 3 veces en la cabeza calló tendida al campo de algodón alguna vez blanco, ahora rojo de la sangre de Anette. Me hacerque corriendo pero llege demasiado tarde ya había muerto. El doctor dijo que murió al instante y que no sintió nada. Al poco tiempo después me liberaron y al fin fui libre. No puedo decir lo mismo de mi pequeña, mi querida Anette. Lo único que ya no me da pesar es que se que ahora su pesadilla llego a su fin y ahora está teniendo un hermoso sueño. Pero que se yo soy sólo un producto de su imaginación.
EL FIN.