El resto del viaje todo mundo se quedo callado, ninguna alma se atrevía a hablar por miedo a que los golpearán. Después de cierto tiempo hicieron una primera parada en la cual bajaron a muchos esclavos a lo lejos se podía ver una hermosa mansión y a su lado unos campos de caña de azúcar. Y poco a poco empezaron a hacer varias paradas en distintos lugares, hasta que llegaron a su última parada un lugar enorme gigante con una mansión digna de su nombre pintada con un peculiar tono de colores: rojo. Y justo en la puerta principal los esperaba un grande y musculoso capatas y un hombre pequeño, con un pelo rojiso y un semblante de malicia. Ambos esperaban impacientes mirando los relojes. Cuando la carreta al fin pudo parar y lograron bajar a los esclavos, los cuales muchos de ellos parecía que se los hubieran arrastrado a al infierno, el hombre con cabello rojiso dijo:
- Bienvenidos sean todos mis queridos esclavos, dejemos una cosa en claro no soy un dueño muy amable me gusta golpearlos y castigarlos cuando es nesesario. Aquí a mi lado se encuentra mi fiel capatas John Wrigth que hará lo que sea para defenderme y digo lo que sea sí eso significa matarlos a ustedes. Mi nombre es Malcom Smith y ustedes me llamarán Mr. Smith okay muy bien. Capatas Wright llevense los a sus posilgas.