EL GRAN JUEGO

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Yo soy Gabriel y esta historia comienza el año 2010, concretamente el 7 de agosto(jamás podré olvidar esa fecha), en un pueblo perdido en el norte de Gran Canaria(Islas Canarias). Viajaba allí con mis padres porque mi familia paternal es de allí, no tenía muchos amigos en aquel pueblo pero bueno, tenía 3, yo creo que suficiente para pasar unos buenos ratos.

Mejor os cuento cómo era yo por aquel entonces y os vais haciendo una idea. Vivía en Vigo(Galicia)Tenía 16 años, era un chico de buenas notas pero nada destacable, un chico muy reservado y tranquilo, me gustaba pasar el rato en casa dibujando o simplemente pensando... O nutriéndome de información sobre cosas esotéricas y "extrañas". Eso me encantaba.

Eran sobre las 21:30 y estábamos en una casa abandonada que teníamos cerca del pueblo, con mis amigos; Alberto, Lorena, Camila y yo

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Eran sobre las 21:30 y estábamos en una casa abandonada que teníamos cerca del pueblo, con mis amigos; Alberto, Lorena, Camila y yo. Yo les estuve dando la lata todos los veranos para hacer la Ouija pero ellos nunca me hacían caso, decían que le tenían respeto a los muertos o algo así... que tonterias! Yo si fuera un espíritu me gustaría hablar con los vivos. Pero ese día Lorena y Alberto cambiaron de opinión, querían jugarla y hasta habían planeado todo lo que querían preguntar, así que a Camila no le quedó mas remedio que acompañarnos y jugar o quedarse sola y aburrida en su casa ayudando a su madre en las tareas de la casa.
Tardamos unos 10 minutos en llegar a "La Casa Encantada" como la llamaban la gente de alrededores.
Lorena nos contó que una amiga suya tenia una Ouija de madera, y no en folio, como nosotros íbamos a jugarla. Así pues, fuimos a por el tablero, la chica nos lo dio sin problemas y sin preguntas, solo nos advirtió del peligro. Cada vez estábamos mas emocionados, excepto Camilla que estaba muerta de miedo aunque intentaba contenerse.
Llegamos a la vieja casa.
- Todavía podemos volvernos a casa- Dijo, casi temblando Camila-
-¿Qué dices? -Rechistó Alberto
-Tranquila, yo he jugado más de una vez y nunca se ha movido. -Dije para tranquilizarla.
-¿Pero qué sentido tiene entonces?
Nadie dijo nada y prosiguieron a entrar.
La casa era pequeña, tenía lo que toda casa debe tener, un pequeño salón, una cocinita, un baño y un par de habitaciones. Pero ahora estaba todo hecho ruinas, al menos el tejado seguía en pie. Dicen que la casa tiene unos 200 años y que todos los propietarios que han vivido aquí han muerto...
-Típica historia de terror. - Dijo Lorena con aires de superioridad.
Fuimos al salón y vimos una mesa redonda y cuatro sillas. Parecía que alguien las había colocado ahí expresamente para nosotros.
-¿Por qué sigo aquí?. - Susurró Camila mientras observaba con atención cada detalle del sucio salón.
-Bueno, ¿Nos sentamos ya? - Dije mientras que me dirigía a la mesa.
Nos sentamos y pusimos nuestros dedos índices sobre el pequeño objeto circular.
-¿Y ahora? -Dijo Lorena sin apartar la mirada de nuestras manos.
-Creo que hay que preguntar si hay alguien ahí. - Dije mordiéndome el labio inferior.
-¡Pues hazlo! Cuanto antes termine esto, antes nos iremos a casa. - Dijo Camila fulminante.
Proseguí. El silencio se apoderó de la sala y no se movía el circulo.
-¿Hay alguien ahí? -Repetí-
Más silencio.
-A lo mejor es inglés y no te entiende. -Dijo Alberto con tono burlón.
-¡Callaros! -Grité-
-Se dice callaos, idiota. -Dijo Lorena con una media sonrisa.
-Enserio, parad, lo noto, esta vez funcionará, paciencia. -Dije con voz de espiritista chiflado.
Se miraron entre ellos y al final me hicieron caso.
El circulo empezó a moverse.
H-O-L-A
Camila estaba a punto de llorar, o gritar, o tal vez correr, o a lo mejor todo a la vez. En cambio Lorena y Alberto estaban tranquilos, lo percibía, ademas a ellos no les temblaba el pulso como a Camila que parecía que padecía parkinson.
Cerré los ojos, me sentía bien, era como si me hubiera levantado temprano un sábado y pudiera quedarme mas tiempo en la cama, me envolvía una extraña fragancia, al instante eso cambió, esa especie de sueño se rompía a pedazitos, como si fuera un espejo y de repente me encontraba en un frondoso bosque con una puerta amarilla delante de mi, la abrí y una luz cegadora me deslumbró, hasta que pude alcanzar a ver un gran edificio con mucha gente al rededor y gente flotando en el aire y otra haciendo cosas con sus manos y les salían rayos...
Camila quitó el dedo.
-Esto es una soberana mierda y pérdida de tiempo.-Dijo-
Me desperté de aquel sueño.
-Pues sí- Dijeron a la par Lorena y Alberto.
-¿No lo habéis visto?¿No lo habéis sentido? - Dije con una sonrisa de un niño pequeño con sus regalos de Navidad-
-¿Ver el qué? Si como mucho se ha movido de los temblores que me daban. -Dijo Camila frustrada levantándose.
-¿Entonces quemamos el tablero? Creo que he oído que cuando lo usas, luego hay que quemarlo -Dijo Lorena-
-¡Ah no! ¡Si es de Paula!(su amiga) -Rectificó-
-Que tonta eres, de verdad. -Le dijo Alberto
Ella le lanzo una mirada de asco y el la correspondió.
Volvimos al pueblo y me metí directo en la casa de mis abuelos. Me tumbé en mi cama...
-¿Que era eso?¿Por que los otros no lo han sentido?¿Es una señal?¿O una prueba?¿Y si...
-¿Que prueba,hijo?-Dijo mi padre apollado en el marco de la puerta.
-Ah nada,bueno, no se... haber. Ay papá vete que me estreso.-Dije nervioso sentado en la cama apoyado en la pared.
No se porque me puse tan nervioso la verdad, no era para tanto, mi padre ya sabia que jugaba a la ouija asique una vez mas no iba a ser sorpresa pero preferí no decir nada.
-Uy vale, ya me voy, tranquilo... madremia las hormonas. -Dijo ya dándome la espalda.
-Oye...
-¿Todavia sigues aquí? -Dije cabreado.
-Un respeto muchacho, a mi no me hablas así. Y vete a dormir que ya es tarde.-Dijo mirándome fijamente-
Parecía que me iba a pegar o algo. No dije nada, simplemente apagué la luz. Y no era tarde, era como las diez y veinte pasadas y mañana no había clases, era verano.

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