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Es común que al despertar por la mañana le tome un poco de tiempo a tu cerebro registrar el hecho de que necesita funcionar. A veces el gatillo para despertar es darte cuenta que se te hace tarde para ir al trabajo, la escuela o algo así. Pero en mi caso, el gatillo fue darme cuenta de que no estaba en mi habitación.

Los recuerdos de la noche anterior de agaloparon en mi cabeza como una ráfaga.

Me colé en una boda, bodega de vinos, desconocido.

Automóvil negro, sexo, sexo y más sexo.

Zayn.

¿En qué demonios estaba pensando? Más bien, ¿por qué demonios no estaba pensando? Tomé las sábanas y miré bajo de ellas. Estaba desnudo. Recordé que en la madrugada Zayn me había limpiado con toallas húmedas y me había arropado. Pero, ¿dónde estaba él?

Miré la habitación y absorbí los desconocidos alrededores. Se sintió como si estuviera viendo su recámara por primera vez y me pareció demasiado fría. Me levanté y vagué en silencio. Tonos blancos y negros sin brillos moldeados sofisticadamente. No había recuerdos personales, ni una fotografía, pero había pinturas. En el lado derecho habían unas puertas de cristal que daban hacia el balcón, donde había una terraza. Caminé hacia ella y me asomé por la pequeña abertura de las puertas. Escuché a Zayn hablando por teléfono con alguien.

—Hoy no.—su voz era dudosa.
—No, no vengas. Yo iré hacia allá.
No. No hay nadie. —suspiró y continúo en voz baja. —Lo siento, no era mi intención... sí, no preocupes. Iré en cuanto pueda.

Una fuerte y irracional punzada de molestia me golpeó. Me di cuenta que por su tono de voz, hablaba con alguien cercano. Podría ser su padre o algún miembro de la familia, pensé. ¿Pero que importaba realmente? Yo no tenía absolutamente nada que ver con él. De repente recordé nuestro encuentro en la bodega de vinos. Él me confundió con alguien más, ¿cómo pude olvidarlo? Y estaba dispuesto a besarse con esa persona, ¿se trataba de su novia?

Volví a entrar y busqué mi ropa. Pensé en irme sin que él lo notara, temiendo que si veía su cara, no sería capaz de dar un paso fuera de la puerta. Puede que fuera ingenuo, pero no era estúpido, los ligues de una noche siempre terminaban mal. Y mientras más rápido pudiera irme, mejor.

Vi mi ropa colgada en el perchero, bastante arrugada. Tomé mi camisa pero antes de que pudiera ponermela un par de manos cálidas rodearon mi figura desde atrás.

Zayn enterró su cara en mi cuello.

—No estarás pensando dejarme, ¿verdad?.- atrapó el lóbulo de mi oreja entre sus dientes, arrastrándolo con la mordida.

Me dio la vuelta para mirarme y sus rasgos ahora iluminados ahora bajo la luz natural hizo que mi poca cordura se perdiera. Tomó mi barbilla y levantó mi cara rozando sus labios con los míos en un cálido beso.

—¿Haz dormido bien?- el aroma a café golpeó mis mejillas.

—Hmm...

Cuidadosamente me colocó un suéter. —¿Que quieres desayunar?.

A ti. —Cualquier cosa está bien.

Salimos al despejado balcón, aparentemente había una mesa de mármol, con dos sillas tapizadas al rededor.

—¿Café o té?— preguntó.

—Café está bien.

—Está bien, vuelvo en un segundo, siéntate por favor.— me dedicó una sonrisa antes de entrar.

Me senté como dijo pero no por mucho tiempo. Me levanté y admiré la exquisita vista hasta que me percaté de que ni siquiera sabía en dónde estaba. Aún estaba en Los Angeles, seguro. Pero más allá de las puertas electónicas de su casa lo único que podía ver eran otras residencias.

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⏰ Última actualización: Mar 28, 2016 ⏰

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