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La primera vez que lo vi fue en una fiesta en la que ni siquiera me habían invitado.

Cerca del área de mesas, él lucía como si prefiriera estar haciendo otra cosa. Su camisa negra tenía las mangas casualmente dobladas hasta el codo pero llevaba una corbata flojamente atada. Supe de inmediato que se trataba del tipo de chico arrogante, de esos que pensaban que nadie era mejor que ellos. Los largos y delgados dedos que sostenían la copa de champán delataban que no había realizado un sólo trabajo extenuante en su vida.

Un par de chicas se encontraban a su alrededor y él dio a entender que disfrutaba de la atención -porque sabía muy bien que se la merecía- Definitivamente no era mi tipo. Me interesaba alguien con más profundidad. Si embargo él era impactante, del tipo de persona que por más que lo intentes, no puedes quitarle los ojos de encima. Su pelo negro con destellos grises, despeinado alrededor de su rostro cinceleado, sus grandes ojos marrones. Todo en él gritaba peligro.

Casi dejé caer mi copa cuando él giró la cabeza y me miró.

Rápidamente desvié los ojos avergonzado de haber sido sorprendido observándole. Pero el calor continúo cubriendome, al sentir aún sus ojos clavados en mí. Me bebí el champán en dos grandes tragos, permitiéndo que la espuma calmara mis nervios. Entonces me arriesgué una vez más y le miré de nuevo.

El alzó un poco la cara, mirándome directamente a los ojos. Tragué saliva. Un extremo de sus labios se elevó a lo que pareció una sonrisa y mi corazón comenzó a acelerarse a niveles peligrosos. Joder. Pensé. Me sacudí mentalmente. Como si no fuera suficiente, su mirada me recorrió lentamente y luego regreso nuevamente a mi cara. Me sentí expuesto y rápidamente me di la vuelta, prestando toda mi atención hacia mi hermana.

-No debiste haberme traído. - murmuré.

Ella mantuvo sus ojos en la multitud, sonriéndole a gente desconocida como un político.

-Cálmate, Harry. Ya te dije que nadie sospechará que nos colamos en la fiesta, al menos que les des una razón para hacerlo.

Le lancé una mirada de fastidio, Gemma era mi hermana y la quería pero a veces podía convertirse en una pesadilla. Aunque teniendo en cuenta su historial, este era uno de sus actos más modestos. Una vez me dijo que nos había comprado un nuevo apartamento, así que nos mudamos y nos alojamos allí una semana, sólo para darme cuenta de que en realidad ella no rentó el lugar, sino que simplemente estaba desocupado y ella trucó la cerradura.

Así que todo este asunto de colarnos en una fiesta era de nivel inferior -no digno de alarma- Aunque realmente me cabreaba el hecho de que me sacó a rastras de casa mientras yo estudiaba para un exámen, sólo para venir a esta fiesta de recepción de boda. Pero no paraba de repetir que sería la "boda del año" y que al parecer la fiesta era de un famoso pastelero.

Justo cuando estaba por pedirle a Gemma que nos marcháramos, una chica de mi edad apróximadamente, se me acercó.

-¿Amigo del novio?.- preguntó cortesmente.

Yo tartamudeé, Joder, ni siquiera me sabía el nombre del novio.

-Sí.

Ella sonrió. Por favor deja de hablarme, por favor deja de hablarme. recé. No quería que me descubrieran y me expulsaran como un mendigo. Maldije a mi hermana mentalmente. Para mi frustración ella continúo.

-¿Cómo lo conociste?

-Pariente mío.- respondí sin pensarlo.

La confusión se hizo presente en su rostro y supe de inmediato que había dado la respuesta equivocada.

ExtrañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora