Sobre recuerdos y un avión

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Disclaimer: El universo y personajes de Shokugeki No Soma no me pertenecen, son obra de Yuto Tsukuda y Saeki Shun.

ALERTA DE SPOILERS: Mención a diversos acontecimientos del manga (Número 159, mientras se escribía esto).

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Sobre viajes y cambios [1/2]

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Hey Megumi, me gustaría decir que has cambiado desde aquel día en clase de Chapelle-sensei que nos conocimos...

Resultaba casi gracioso dado que el primer pensamiento de la azulada había sido alejarse lo más posible del chico problemático que en el ridículamente corto tiempo de su discurso se hizo enemigo de más de la mitad de Totsuki.

No se tú, pero a mí me caíste bien, quiero decir, era genial tener a alguien que me ayudara aquella vez, pensé que haría todo solo, pero contar contigo me recordó a cuando cocinaba con mi viejo.

Y entre las dificultades de la prueba, ambos salieron victoriosos, como un descarado presagio de lo bien que harían las cosas juntos en el futuro.

¿Y recuerdas la semana infernal aquella? ¡Diablos! Esa fue difícil, aún más para mí y aquel error que tuve en el día final. Pero no puedo quejarme porque aprendí de mi desliz y... ¡pudimos (o pude, mejor dicho) presumir que sostuvimos un Shokugeki con el estirado de Shinomiya!

La joven aún semanas después tenía pesadillas con el afamado chef. Pesadillas donde el único plato con monedas era el del adversario, donde el empate nunca sucedió, donde era expulsada indefectiblemente de la academia y condenaba a su compañero pelirrojo a un futuro de desdicha y marginación. Pero a la mañana siguiente, camino al comedor de la vieja Estrella Polar, veía esa silueta inconfundible, ya sea preparando el desayuno, probando algún platillo de índole radioactiva, o reponiendo las horas de sueño que le robó a la noche con su característico hilillo de baba cayendo a la mesa. Entonces sonreía, y antes de despertarle se convencía que esa dura prueba valió la pena. Y fue así como las pesadillas eran cada vez más difusas hasta desaparecer.

Ah, pero eso no fue nada con la elección de Otoño. ¡Estabas que morías de nervios! Casi le hacías competencia a Matoi.

Porque mientras Soma andaba de allá por acá, que no cabía de felicidad al enterarse de semejante oportunidad de tener un cara a cara con los mejores de Primero, la siempre insegura Megumi hacía apuestas con el destino de que seguramente ella no pasaría de la eliminatoria. Un destino que se rió en su cara en el momento que vio su nombre en los cuatro mejores de su grupo.

Me hubiera gustado estar ahí. Reírme de la cara de idiotas que pusieron todos al ver a la pequeña y frágil Megumi despedazando aquel Rape.

Podría apostar fervientemente, como todo aquel que habitara en la Estrella Polar, a que la chica demostraría finalmente de qué estaba hecha. Que le cerraría la boca a todos los que le criticaban y aseguraban que ya no tenía cabida en la academia. Y vaya manera.

Hablando de determinación, creo no haberte agradecido lo suficiente por ayudarme en el Festival de la Luna. Porque bueno, aunque Nikumi, Mimasaka, y los Aldini me salvaron el pellejo a última hora, tú hasta le diste la espalda a tu S.I. y al Estrella Polar por echarme una mano con mi reto al Octavo Asiento.

La experiencia conseguida a lo largo de su estadía en Totsuki, y la inminente partida que cada año avanzaba a pasos agigantados le hizo estimar aún más a sus amigos y a las locuras que hacía con ellos.

Al menos los supo apreciar en su momento. Los años no pasan en vano, o al menos eso nos hacen creer.

–¿Piacerebbe un caffè?

Yukihira Soma espabiló en su asiento de avión. Medio adormilado, observó a la aeromoza que le interrogó amablemente en un acento que por mucho que discutiera con un Takumi borracho en el pasado, no podría acostumbrarse.

Porque sí, cuando cumplieron la mayoría de edad y la recelosa Fumio-san dejó de gruñirlos por ingresar alcohol a la habitación de Matoi, Takumi Aldini se ponía a retar y maldecir a Yukihira en su natal Italiano, para gracia de su hermano y los presentes.

Ah, los recuerdos.

Antes de poder preguntarse como responderle a la mujer, la suave y somnolienta voz a su alrededor le despidió con titubeantes y amables palabras, y acto seguido le dirigió su mirada ambarina con la diversión bailando en sus ojos.

–Yukihira-kun es muy hablador cuando está aburrido -sonrió-. Eso, o está hablando de nuevo como si olvidara que lleva a alguien a la par -suspiró con resignación.

El aludido rió, ganando unas cuantas miradas afectadas de otros pasajeros.

-Pero si estaba hablando sobre ti.

-Mientras te quedabas dormido

-Es relajante, ya sabes, recordar. Aunque no lo es todo –asomó su cabeza por la ventanilla a la par suya–. Como decía, Megumi-chan, me gustaría decir que haz cambiado...

Ella le miró interrogante, su inseguridad hace tiempo olvidada purgando por salir a borbotones a preguntar desesperada en qué le había decepcionado.

–Porque todo a mi alrededor lo ha hecho. Los cambios no suelen descolocarme tanto como cuando mi viejo me mandó a la academia, pero esto es... –hizo el ademán de abarcar el espacio a su alrededor– mucho. No creas que me asusta, eh. Es solo que.. es bueno que cambies para bien, ya sabes, que seas más segura con tu cocina y todo. Pero también me alegro que sigas siendo tú. Cómo decirlo... constante.

Su rostro volvió a iluminarse. Porque en medio del enredo de oraciones que era un somnoliento Yukihira, ella pudo comprender que se alegraba de sus progresos y a la vez le reconfortaba que fuera el único elemento de su mundo que seguía fielmente a su lado, inmutable, inamovible, inseparable.

Y rogaba internamente porque así siguiera siendo.

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Me disculpo por posibles nombres mal escritos, o si mis recuerdos de algunas partes no guardan coherencia con la línea original xD 

La presente es un pequeño Two-Shot que no hace mucho subí a una plataforma vecina cuyo nombre no mencionaré [cofcofFF.netcofcof] así que me dije "Hey! vamos a probar de una vez por todas el ambiente en Watt!" Y aquí me tienen ._. a mí y mi primer historia en subir, yeey~!.

-Madrú fuera.

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