Capítulo 3

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Ese mensaje le había llegado un viernes. Sofía estaba ansiosa porque fuera lunes. Todo el fin de semana se la pasó con una sensación de emoción y nervios en el cuerpo, sentía raro pero estaba muy feliz.

El día al fin llegó. Al llegar a la escuela, todo fue normal, la saludó normal y la clase trancurrió de la misma manera que todas las anteriores, estaba nerviosa porque no sabía que iba a pasar al final de la clase... Llegó el fin de la calse, todos salieron del salón y Sofía se quedó guardando sus cosas, cuando terminó, Emilio le preguntó:

-¿Si tienes tiempo hoy?- con un tono medio nervioso.

-Sí- contestó ella con una gran sonrisa en la cara.

-Bueno entonces esperame cinco minutos en lo que guardo mis cosas- le dijo él mientras se dirigían a la recepción.

Sofía se sentó en las sillas que tenían a la entrada y esperó. El corazón le latía muy rápido. Estaba nerviosa, no sabía a donde iban a ir ni nada. También estaba nerviosa de que los demás maestros y alumnos los vieran salir juntos de la escuela, porque ya sabía que los demás ya los habían visto mucho tiempo juntos adentro de la escuela y que algo había entre ellos, pero lo que más quería era ya irse de la escuela y disfrutar lo que fuera a pasar.

Bajaron las escaleras de la escuela para salir a la calle y Emilio le señaló su coche a Sofía. Se puso más nerviosa aún, ella había pensado que iban a ir por un café a la cafetería que quedaba a unas cuadras de la escuela y que irían caminando! No en coche, en SU coche! Después de tantas cosas que le vinieron a la cabeza, volvió al mundo real y se subió al coche. No era el mejor coche del mundo pero le encantó porque tenía toda la personalidad de él y la parte que más le gustó es que olía a él.

Después de unos minutos, él se subió al choche y comenzó a conducir. Al principio se pusieron a platicar de la clase y de los demás compañeros, de como sentían el ambiente y que tan bien les caían los otros, sabían que ese no era el gran tema para platicar, pero los dos esban felices porque al fin tenían tiempo para hablar de lo que fuera y lo que más les gustaba es que estaban afuera de la escuela.

Llegaron al restaurante y al bajarse del coche, Emilio se quitó la playera de uniforme de la escuela y se quedó con la playera que había abajo, o sea, ya no eran maestro y alumna platicando, sino dos personas conociéndose, lo cual los relajó más a ambos.

Se sentaron en una mesa, él pidió un desayuno y ella un té (ella ya había desayunado porque pensó que sólo iban a ir por un café). Y a partir de ahí la plática se volvió muy cómoda para ambos. Hablaban de todo, películas, series, libros, cosas que les gustaban y que no les gustaban, cosas que habían vivido, en fin, estaban muy a gusto. Tan a gusto estaban que ni se dieron cuenta del tiempo que llevaban ahí, hasta que la mesera se acercó para preguntarles si no deseaban nada más. En ese momento reaccionaron y vieron el reloj, ya llevaban 4 horas ahí platicando! La estaban pasando tan bien que ni se habían dado cuenta de nada. Pero lamentablemente ya era hora de irse, los dos tenían cosas que hacer. 

Pagaron la cuenta y regresaron al coche. Sofía pensaba que Emilio la iba a dejar en la escuela y de ahí ella iba a ir a su casa, pero ya que estaban a una cuadra de la escuela, él le dijo:

-Te llevo a tu casa.

-Si quieres sí- respondió ella nerviosa

-Sí, te llevo, dices que vives cerca, ¿no?- le preguntó él

-Sí, como a cinco minutos de aquí- respondió Sofía emocionada.

Así que ella le dio las instrucciones para llegar a su casa y él la llevó. En el camino siguieron platicando muy a gusto, pero ambos sabían que cada vez les quedaba menos tiempo. Al llegar, se estacionó en frente y apagó el coche. Se sintió un pequeño momento de tensión porque ninguno de los dos quería que ese momento acabara. Pero tenía que acabar, así que Sofía decidió comenzar a hablar:

-Bueno ya me voy- le dijo tiernamente- Muchas gracias por todo, la pasé muy bien

-Sí yo igual- dijo él con una gran sonrisa en la cara- La próxima vez vamos a comer va?

-Sii! Me parece bien- respondió ella y se acercó para darle un beso en la mejilla.

Se despidieron y por unos segundos sus miradas se cruzaron, se dijeron todo lo que tenían que decirse con una sola mirada. Y así, Sofía bajó del coche. Cuando iba caminando hacia la entrada de su casa, decidió voltear para ver si él seguía ahí, y sí, ahí seguía, viéndola alejarse, así que se despidió una vez más con la mano y le mandó una sonrisa dulce, él hizo lo mismo. 

 

 

Como cuando sabes que algo está mal pero igual te hace sentir bienDonde viven las historias. Descúbrelo ahora