La Visita...

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-Hola ¿Como amaneciste?

Doy un respingo y me encuentro con Camille, la encargada de las habitaciones, parada en la puerta de estas mismas.

-Hola, bien ¿y tu?- pregunté mientras la abrazaba.

Ella era como una madre para mi, ya que ella ha estado siempre preocupándose por mi, incluso desde que que me dejaron en el orfanato,ya se preocupaba por mi, o eso dice ella.

-Bien, gracias por preguntar y, supongo que te estas preguntando que hago aquí ¿No?- dijo con una pequeña sonrisa

-Pues la verdad es que... Si- admití

Ella no solía venir a estas horas y menos en sábado y domingo, ya que esos días los niños más pequeños del orfanato salían afuera a hacer actividades al aire libre y ella los cuidaba.

-Bueno- dijo suspirando tristemente- tienes visitas.

Me quede paralizada ante sus palabras, ya que, yo nunca tenía visitas, y ya me hace había acostumbrado a ello, nunca nadie se interesaba en mi, nadie pedía verme para adoptarme, y eso me hacía sentir triste, o al menos al principio, pero con el paso de los años, terminé acostumbrándome, y por eso ahora me era extraño el tener visitas, por que si no tuve cuando era pequeña, ahora menos que tenía dieciséis.

-¿Que?- pregunté incrédula.

-Pues aunque no lo creas, tienes visitas, las cuales nos están esperando, vamos- dijo señalando la puerta con la cabeza.

- Espera- dije mientras corría hacía el único espejo que había en los dormitorios.

Tenía que verme presentable, ya que eran mis primeras visitas desde que estoy aquí,o mejor dicho en toda mi vida, y por lo tanto tenía que dar una buena impresión.

Me acerqué al espejo y me miré, mi cabello lo traía suelto y con mis ondas naturales, me veía un poco palida aunque mi piel era de un tono olivaceo, y mi flequillo estaba bien , traía unos shorts negros y una camiseta gris, la cual me quedaba algo grande. Pues dado que vivía en un orfanato, creo que me veia bien.

Ambas salimos deprisa y llegamos a la "sala de visitas", donde se hacían las entrevistas para las adopciones; Camille entró y me dejó afuera esperando, unos segundos después, salió y me hizo una seña para que la siguiera.

La habitación era pequeña pero cómoda, constaba de dos sofás cafés, uno frente al otro, una pequeña mesa en medio de los sofás, las paredes eran de un color crema y blanco.

En uno de los sofás estaba la Sra Putsner, la dueña.y coordinadora del orfanato "Home", la Sra Putsner era un poco alta, con cabello grisáceo y corto, y junto a ella, estaba una mujer un poco más joven a comparación con la Sra Putsner, pero si mayor, como de unos 40 y tantos, ella tenía el cabello negro y corto hasta el hombro, era delgada y alta, usaba lentes y me miraba... ¿Con desprecio?

-Gracias, Camille, puedes irte- dijo la Sra Putsner

-Si,Señora- dijo Camille saliendo de la habitación, no sin antes darme una seña de que sea ¿cuidadosa?

-¿Se le ofrece algo Srita Putsner?- pregunté con cautela

-De hecho si, siéntete por favor-dijo señalando el sofá vacío

-Supongo que no sabes quien soy ¿Cierto?- me preguntó la otra mujer

- No, lo siento ¿Debería saber?- respondí

-Soy Marissa Messer.

-Un gusto, yo soy Tamara- dije extendiendo la mano para saludarla

Marissa solo miró mi mano de forma inexpresiva, y se voltea hacía la Sra Putsner, dejándome con la mano extendida, no se mucho sobre saludos y sobre cortesías, pero si sabía que ella fue grosera y descortés, por lo que recogí mi mano avergonzada.

-¿Podría dejarnos solas y preparar todo?- dijo Marissa a la Sra Putsner

-Por supuesto, estará listo de inmediato.

Y dicho eso, salió de la habitación, cerrando la puerta tras de si, dejándome a solas con Marissa y su mirada de desprecio.

-Entonces ¿No habías oído mi nombre antes?- dijo acomodándose en en sofá

-No ¿Debería?

-En realidad no, ya que va contra las reglas de esta institución y por que no lo permití, pero ¿Te gustaría saberlo?¿Quieres saber quien soy yo?

-Pues, eres Marissa Messer ¿No?- reí nerviosamente, pero ella solo se limito a mirarme con odio y desprecio lo que hizo silenciarme.

-Eres igualita a tu madre- dijo.apenas audible

-¿Que?- pregunté exaltada

¿Mi madre?¿La conocía?¿Quien es esta mujer?¿Me llevaría con mi madre? Marissa solo sonrió y me miró como un cazador mira a su presa, con ventaja a ganar.

-¿Quieres saber quien soy?

-Si- dije con urgencia

-Soy tu abuela- respondió con calma

-¿Mi abuela?, si claro- dije sarcásticamente.

Esta mujer...¿Mi abuela?después de ver como me trata y me habla es obvio que me odia.

-¿No me crees?¿Que nunca te haz preguntado por nunca te han adoptado?- dijo con una sonrisa que hizo que sintiera un escalofrío- es por que yo lo ordené.

Me quedé paralizada ante sus palabras, eso podría explicar muchas dudas que tenía, todas ésas noches que lloraba en mi cama, pensando por que nadie me adoptaba... Y era debido a ella.

-Mi abuela... ¿Vino por mi?¿Me llevará con usted?

Ella rompió en una carcajada y me miró como si me hubiera vuelto loca.

-Si, vine por ti pero no quedarás conmigo ¿Por que haría semejante cosa?

-Pero...usted es mi abuela ¿Por que me habla así?

-Por que te lo mereces, solo eres una bastarda y fuiste una desgracia para mi hija!- dijo Marissa exaltada.

-¿Por que? Si fue ella la que me abandonó aquí- dije en voz alta

-Tu no tienes derecho de recriminar nada, mejor agradece que me conoces, ni siquiera estoy aquí por gusto.

-¿Entonces por que?

-Por que mi hija me lo pidió.

-¿Que?- ¿Mi madre?pero ¿Por que ella no estaba aquí?- ¿Por que no vino ella?

-Por que ella tiene mejores cosas que hacer, como cuidar de mis nietos- dijo con una amplia sonrisa.

¿Nietos?¿Tenía hermanos?, sentí felicidad pero a la vez odio por que, ¿Como podía tenerlos a ellos pero a mi no?

-¿Tengo hermanos?- dije en voz baja

-¿Hermanos? Ellos no son nada tuyo, tu no perteneces a mi familia.

-Entonces ¿Que hace aquí?¿Que quiere?- dije con ira hacía ella, por que ella no tenía ningún derecho a venir e insultarme como lo estaba haciendo.

-Vine por ti, te irás de aquí- dijo levantandose del sofá.

-¿A donde?- dije aún furiosa

-A una escuela- dijo mientras se dirigía hacía la puerta, llamó a una trabajadora, le dijo algo y se volvió hacía mi.

-Sigueme, te irás conmigo- dijo Marissa saliendo de la habitación y hablando con la trabajadora, la cual, asintió a lo que decía Marissa.

-¿Y si no quiero ir con usted?- dije de forma desafiante.

Ella me sonrió mostrando su blanca dentadura y me dijo:

-No tienes otra opción, ya tengo tu custodia desde hace muchos,muchos años y harás lo que te diga, Tamara Messer.

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