La fábrica.

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Miré a mi alrededor, el humo oscurecia el lugar y parecía neblina, tosi un poco, no estoy acostumbrado a estos aires, en el campo el aire era más limpio. Aquí el aire está contaminado.

Arthur suspiró con melancolía mirando al cielo.

Al llegar nos bajamos y Arthur nos guió al interior de una enorme fábrica que liberaba humo del techo.

- ¿Qué es eso?- Preguntó Aussie quedándose quieto por un segundo. Era una máquina metálica con una enorme rueda que se movía sola. Sólo había cuatro de esas. El resto era a mano.

Arthur nos dirigió hacia allá y empezó a mover la rueda una y otra vez para que la máquina empezará a hilar, el ritmo era lento, por nuestra edad, al parecer...

- Bueno, ustedes tendrán que hacer eso durante las siguientes doce horas, sólo tendrán un día de descanso y se les permitirá elegir tal día.
No hay mucha luz, pero el sol les ayudará hasta que anochezca, después sólo serán iluminados por mi farol. Si tienen hambre, sed o ganas de hacer sus necesidades, me avisan.

- Está bien. -Seguramente eso era más de lo que podían pedir otros niños que trabajaban en industrias.

Después de un rato moviendo la rueda me empezaron a doler los músculos. El calor iba aumentado y me bañaba en sudor y sed.

- Arthur... -Susurré, él me miró y preguntó un poco airado por interrumpir su lectura.

- ¿Hmmp?-Reí un poco ante su respuesta y contesté.

- Tengo mucho calor, dolor y sed. ¿Puedo descansar un rato?

- No...-Y volvió a lo suyo.

- Pero...

- No.- Repitió soltando una ligera risa.

- Pero... -Y le puse ojos de borrego a medio morir. Él me miró intentando no caer en mi truco, pero no lo logró y se rindió diciendo.

- Bien. Si alguien más tiene sed dígame ahora que voy por agua.-Todos levantaron la mano.

- Estoy tan sediento que podría beber mi sudor. -Bromeó Aussie. Sylan y yo reímos un poco tosiendo por tener las gargantas secas.

Los esclavos seguían sin decir nada.

- Ya me voy, pero mientras esté buscando agua ustedes seguirán trabajando...

- Sí, sí. -Él se fue y volteé a ver a los demás.

- ¿Cuál es su historia?- Una nueva voz entró desde el fondo de la sala.

- ¿Quién es?- Preguntó Aussie. De las sombras salió un chico de cabello negro hasta los hombros con ojos rasgados color café dorado.

- Soy León, supongo que Scott me mencionó cuando le entregaron a Ken.

-Cierto. -Reconoció Sylan.

- ¿Cuál es su historia?

- ¿Qué historia, León? -Dijo Arthur sentándose, con los tres vasos en la mano.

- Compartan.

- Gracias, Arthur... -León rió y miró a Arthur con diversión.

- Vaya. La relación tan... extraña que tu hermano formó con esa tal Sophia parece no afectarte. ¿Dejaste de estar enamorado de ella? Porque a Thomas parece no importarle...

- ¿Qué...?- Arthur tenía la mirada opaca, las palabras de León le habían dolido, y mucho, pues a Thomas lo consideraba un padre... - ¿Qué Thomas qué? Él... él es mi hermano, no me haría eso, no lo creo capaz... además... Sophia... ella tiene dieciséis y Thomas tiene veinticinco años. ¡Son diecinueve años!

La Revolución Industrial. (Tiene algunas Incongruencias históricas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora