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Siento una pinchadura en el estómago.
-¡Owen! -musita mi madre, con un resuello ahogado.
Owen ya camina, con las rodillas flexionadas para poder equilibrarse en su peso. No puede ser mi consanguíneo. Mis cavilaciones lo dudan, no obstante, siento que sus rasgos se asimilan mucho a los de... Un muerto viviente. Un zombi.
-¡No se acerquen! -chilla alguien. Me vuelvo y me doy cuenta de que es el viejo Will, que empuña un revólver entre los dedos.
-No lo toquen -repite-. No es seguro.
Owen se estremece y suelta un graznido.
-Hijo...-susurra mi madre, preocupada-. ¿Que tienes? ¿Te sientes bien? Tu cuello... Tu piel...
Parece que lo desconoce, al igual que yo. Puede que no parezca mi hermano; pero no puedo matarlo.
-Baja el arma -ordeno a regañadientes al viejo Will. Él no parece escucharme.
-Will... He dicho que...- entonces me ofrece una mirada mezquina, algo egoísta. Aprieta el gatillo, la bala acierta en en cráneo de mi hermano, el viejo Will se orienta el cañón en la boca, entorno a los belfos y... Dispara.
Solo me quedo con una breve impresión de horror. De terror. La sangre mana a chorros.
Acaba de asesinar a un ser querido que me pertenecía. Acaba de cometer suicidio.
Y

yo me quedo boquiabierto.

Y yo no hago nada.
Incapaces de ceder, mis músculos se tensan y me arden. Mi madre grita hasta desgarrarse la garganta y se arrodilla, lindante, al cadáver de Owen. No estoy seguro de si lloro, pero todo me suena lejano; como por debajo del agua. No lo puedo creer. Esto no puede estar pasando.

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⏰ Última actualización: Mar 26, 2016 ⏰

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