Capítulo 2.

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Desperté y estaba amarrada en una silla, todo estaba oscuro, no podía distinguir nada. ¿Qué fue lo último que pasó? ¡Fryda! Comencé a moverme y tratar de safar mis manos y pies de lo que sea que los estaba deteniendo. De pronto vi a alguien frente a mí, se encendió la luz, Fryda se inclinó y acercó su cara a la mía, sentía su respiración caliente y agitada.
-¡Ayuda!- grité con todas mis fuerzas y me dio una bofetada.
-¡No me gusta que griten! -comenzó a reírse- pero mírame, ¡yo también estoy gritando! ¿Y sabes por qué? Estamos a kilómetros de la ciudad, a kilómetros de una casa, nadie nos va a escuchar, nadie podrá ayudarte a buscar a tu bebé.- sonrió.
-No, no, ¡no, no, no, no, no! Por favor Fryda- comencé a llorar- ¡Es mio! ¡Mio! Déjame, suéltame ¡maldita sea!
-¡Cállate!- me grito en la cara y cerré los ojos- cállate y déjame hablar.- abrí los ojos y vi que se sentaba en el suelo, rozo las manos con su cabeza, ella temblaba demasiado- ¿tus dolores de cabeza? No son reales estúpida, yo te he dado un maldito medicamento para que te duela, he entrado a tu casa, te he visto por las noches dormir, y Cris me ayudo, ella puso en el centro de rehabilitación los resultados sobre tu asqueroso cerebro que obviamente son falsos porque no tienes dolores de cabeza por tu intento de suicidio, si no por mí.- se levantó y toco mi estómago- y todo por esto...
Le escupí en la cara y comencé a moverme con todas mis fuerzas. Fryda se limpió la cara, fue a la mesa que se encontraba a mi izquierda, tomo algo de ahí, no pude distinguir que, sé acercó a mi y me enterró un cuchillo en la pierna. Grité, mi cabeza colgó hacia la derecha y dio vuelta hasta la izquierda, comencé a sudar. Tomo el cuchillo aún en mi pierna y lo jalo hacia ella haciendo la herida enorme.
-¡Basta!- chillé- ¡ya basta!
-Quiero que pienses en lo que acabas de hacer, te dejare media hora aquí mientras subo y como algo porque esta madrugada va para largo.
-Me puedo desangrar- hizo caso omiso a lo que dije y comenzó a subir las escaleras que estaban al frente mio haciendo rechinar los escalones con cada paso que daba- ¡por favor Fryda! ¡Suéltame ya!
Intente de todo pero fue inútil, me había puesto demasiada cinta en las muñecas y en los tobillos. Comencé a marearme, no sé cuánto tiempo ha pasado, sentía que mis labios se secaban. Después de unos minutos Fryda bajo.
-Ha paso media hora, ¡y aún sigues viva! No veo que te hayas desangrado como me advertiste. Estaba viendo las noticias, dicen que de un hospital un chica llamada Verónica Grey de 17 años de edad, teniendo 7 meses de embarazo ha desaparecido- comenzó a reír- ¡no se han acordado de mí!
-Porque no eres importante.- su cara se endureció y nuevamente fue hacia la mesa, abrió un cajón y saco algo, era alcohol y me señaló la pierna- no, ¡no Fryda, en verdad lo siento!- tiro el alcohol en mi pierna herida, grité hasta que la garganta me dolió.
-No aprendes, ¿verdad Verónica? Al menos mi bebé no crecerá con una estúpida como tú.
-No es tu bebé, ¡es mio! Y no te lo vas a llevar.
-¿No?- sonrió- te lo demostraré.
Subió las escaleras y después de unos minutos bajo con un vaso y unas pastillas.
-Abre la boca.
-No.- dije nerviosa.
Ella echo tres pastillas en el agua y comenzó a revolverlas hasta que desaparecieron.
-Abre la boca Verónica y es la última vez que te lo digo.- negué con la cabeza- ¡que la abras!- me tapó la nariz obligándome a abrir la boca, introdujo el agua en mi boca y puso cinta rápidamente obligándome a pasar el agua. Después dejo de taparme la nariz y quito la cinta de mi boca haciendo que me sangraran un poco los labios.
-¿Qué me diste?
-Las pastillas que te he dado todos estos meses para tus dolores de cabeza, en las instrucciones dice que solo se debe dar una por día, si se da 4 pastillas en menos de un día podría provocar derrames cerebrales, 3 en menos de un día infartos y 2 pastillas en embarazadas provoca el... aborto.
-¿Qué? No Fryda, no me puedes hacer esto, por favor.
-Ahora tú decidirás, me quedo con el bebé o muere, solo tienes 45 minutos- saco de su chamarra un reloj y puso que sonará en 45 minutos- piénsalo.
Me dejo sola, ¿qué tengo que hacer? No quiero que mi bebé muera, tampoco quiero que esté con una loca. Mi móvil comenzó a vibrar, estaba en la bata que traía puesta, estaba del lado izquierdo, el cuchillo estaba frente a mi pie, solo necesitaba romper la cinta. Después de unos 20 minutos pude romper las cinta de mi pie, tome el cuchillo e hice mi pie hacia atrás lo más que pude hasta que mi mano lo alcanzo. Me quite toda la cinta y le marque a mi mamá.
-¡Verónica! ¡¿Dónde estás?!
-Mamá escúchame- dije susurrando- Fryda me secuestro no sé en dónde estoy...- me paré rápidamente y vi hacia afuera por la ventanilla que había- mamá, estoy en las afueras de la ciudad, en la Granja abandonada, ven ahora o mi bebé morirá- escuche unos pasos que venían hacia el sótano- ven lo antes posible, adiós.
-Verónica...- escondí el móvil atrás de un mueble viejo había sin colgarle. Me senté e hice como si siguiera atada a la silla.
-Ya pasaron los 45 minutos- dijo bajando las escaleras- ¿sabías que cuando empieza el sangrado ya no para ocasionando la muerte del feto y poniendo en riesgo la vida de la madre?- se acercó a mí, yo tenía el cuchillo en mis manos, era el momento.
-No, no lo sabía, ¿tú sabías que si te clavan un cuchillo y mueres te iras al infierno?- enarcó las cejas y le clave el cuchillo en el estómago y le di media vuelta, me quedé en shock por unos segundos, la empuje y ella cayó al suelo haciendo una mueca de dolor.
Corrí hacia arriba, busque la puerta de salida con la vista y cuando la vi corrí hacia ella. Corrí y corrí hasta que mis pulmones me dolieron... Recordé cuando mataron a mi hermana. Todo comenzó a dar vueltas, aún así corrí, las ramas de los árboles me golpeaban en la cara e intentaba apartarlas con la mano, mi pierna herida lo dificultaba aún más. De pronto el estómago me dolió como nunca antes me había dolido, tuve que tirarme al suelo, comencé a arrastrarme de lado porque el tamaño de mi estómago no me permitía hacerlo boca abajo. Otro dolor de nuevo. Sentía como si me fuese a morir. No sabia si llorar, reír, gritar, no sabia que tenía que sentir, estaba muriendo. Ya no pude más, me tiré al suelo, el dolor era insoportable, escuchaba un zumbido.
De pronto Fryda apareció, tomó mi pie y comenzó a arrastrarme de nuevo a la Granja.
Abrió la puerta del sótano, me pateo y rodé por las escaleras. Me dolía cada parte de mi cuerpo. Este era el fin y lo peor era que aunque quisiera, no podía cambiarlo.
-Estas perdiendo demasiada sangre, tu pierna herida y solo falta que comience el aborto- sonrió.- ¿qué vas a querer para tu bebé?
Aún en el suelo sentí algo extraño... Me incorporé, era sangre y ya no era de mi pierna.
-Ya comenzó el aborto.- sonrió victoriosa.
-Sácalo- susurre- ¡SÁCALO!

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