Capítulo 3.

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Estaba sudando, voy a morir pero mi bebé no, él no se merece eso tampoco merece vivir con una loca pero no quiero que muera.
-Haz tomado la mejor decisión cariño- sonrió y me acostó en la mesa de madera y me amarro las manos y los pies a las patas de la mesa.- Taylor, yo cuidare de tu hijo, mi hijo.
De un cajón de la mesa saco un cuchillo enorme, me descubrió el estómago y lo clavo en mi vientre, comencé a gritar, apretaba con todas mis fuerzas las patas de la mesa con mis manos, sentía como las astillas se me clavaban pero no se comparaba con el dolor que sentía en mi vientre.
Fryda comenzó a cantar, un elefante se balanceaba sobre la tela de una araña, como veía que resistía fueron a llamar a otro elefante.
-¡Ya basta!-grité- ¡Me duele, ya basta!
Comenzó a pasar el cuchillo de un costado a otro.
Dos elefantes se balanceaban sobre la tela de una araña, como veían que resistía fueron a llamar otro elefante. Tres elefantes se balanceaban sobre la tela de una araña, como veían que resistía fueron a llamar a otro elefante. Cuatro elefantes...
Su voz se iba apagando, solo escuchaba murmullos junto con un zumbido, mi cabeza se volteo para la derecha, la sangre ya había llegado hasta el suelo, todo se iba alejando, todo se volvió oscuro, yo me iba al vacío cuando de pronto... Un chillido.
-Es una niña- dijo pasmada Fryda- es una niña.
Yo intenté levantar la cabeza para lograr ver a mi bebé pero solo logre ver la cara de Fryda furiosa.
-¡NO! ¡NO! ¡Esto es una maldición contra a mí! Esto no debería suceder- se tiro al piso dejando a la bebé a un lado de mis pies- ése monstruo no es Taylor, ¡ese bebé eres tú!
Tomó el cuchillo y puso a la bebé a lado mio, gire la cabeza y pude verla, estaba rosita con un poco de sangre y chillaba.
-¡Voy a acabar con esto de una vez!- alzó el cuchillo con el plan de matar a mi bebé. No sé cómo pero logre darle un golpe que causó que Fryda retrocediera unos cuantos pasos.- ¡Maldita!
Me dio una cachetada y me tiro de la mesa, caí boca abajo, el suelo me lastimó ya que mi estómago estaba abierto, intenté levantarme pero no pude, "¡alto ahí!" Escuche pero solo veía al suelo que daba vueltas y vueltas "¡No! No, tengo que acabar con esto, ¡usted no lo entiende! ¡Acabaré con ella cueste lo que cueste!" Alguien me dio la vuelta, algo me decía pero yo no entendía, me pusieron en una camilla y me subieron a una camioneta.
-¿Cómo te sientes?- me pregunto lo que parecía ser una enfermera.
Iba a decir que ya no sentía mi estómago pero en vez de eso comencé a cantar un elefante se balanceaba sobre la tela de una araña como veían que resistía fueron a llamar a otro elefante, todo se fue oscureciendo...
Escuche ruidos, olor a alcohol, a medicamentos, personas llorando... Estoy en un hospital, abrí mis ojos de golpe y los volví a cerrar por la luz, me talle los ojos y vi a una enfermera. -¿Y mi bebé?- intente levantarme pero la enfermera y el dolor me lo impidieron.
-Tranquila...- reviso como me llamaba- tranquila Verónica, tu bebé está bien pero tú no tanto, te acaban de cerrar la herida pero si vuelve a intentar levantarte volverá a abrirse ¿lo entiendes?
Asentí con la cabeza. Después de unos minutos la enfermera se fue y solo escuchaba el sonido del reloj, comenzó a pasar por mi cabeza lo que había sucedido, pasaba tan rápido, gritos, dolor...
-Verónica Grey- dijo un policía y me di cuenta de que me estaba mordiendo las uñas, deje de hacerlo- hola Verónica, soy el oficial Matt, vengo a hacerte unas cuantas preguntas, sé que haz tenido un mal día pero tengo que hacerlo.
El hombre no media más de 1.90, moreno, ojos claros y delgado.
Me hizo que le contará lo que había sucedido y se me puso la piel de gallina, cuando termino se fue y me dejo dormir.
Me desperté, el reloj marcaba las 3:30 pero ¿de la tarde o de la madrugada? Había perdido la noción del tiempo, me asome por una gran ventana que se encontraba a diez cuartos de mi habitación, estaba oscuro así que era de madruga, pensé por un rato cosas sin sentido, al parecer no podía mantenerme concentrada o pensar en algo coherente probablemente eran por los medicamentos. Mire hacia abajo, estaba muy alto, mi habitación se encontraba en la planta alta de el hospital así que tendría que haber un ascensor, gire la cabeza y lo encontré a mi derecha, camine unos cuantos pasos, entre al ascensor y baje al segundo piso cuando se abrió el ascensor apareció Fryda ¿qué hacía aquí? La piel se me puso de gallina, mis manos las sentía heladas.
-¿Qué haces aquí?- dije nerviosa.
-Vine a terminar lo que comencé, lo terminaré cueste lo que cueste.
Cerré la puerta del ascensor y pulse el botón que me llevaba al primer piso pero el ascensor se detuvo y se apagaron las luces "un elefante se balanceaba sobre la tela de una araña"... Una risa siniestra se escucho
-Dime qué sigue Verónica- se encendieron las luces y Fryda estaba en frente de mí.
Desperté gritando, era un sueño, solo un sueño... La enfermera llego corriendo.
-¿Qué sucede señorita Grey?- pregunto preocupada.
-Na... Nada, solo una pesadilla...- leí su nombre en el gafete que tenía colgado en su pecho- Gabriela, estoy bien.
-Bueno señorita Grey, me retiró- se dio media vuelta.
-¡Esperé!- regreso- ¿y mi madre? ¿Mi familia? ¿Mi bebé?
-Afuera está su madre y su padre, también hay un chico apuesto y alto- Sebastián pensé- han estado ahí desde que usted ingreso al hospital.
Mire el reloj, eran las 4 de la tarde, el reloj era electrónico así que marcaba si era AM ó PM, había dormido demasiado.
-¿Puedo ver a mi bebé?
-No señorita, por el momento no puede ya que al bebé también lo están atendiendo por ser prematuro pero está sano a parte su herida no le va a permitir levantarse durante mucho tiempo, va a tener que estar en silla de ruedas durante una semana. ¿Se le ofrece algo más?- Negué con la cabeza.
Alce mi playera, la herida estaba algo gruesa, aún tenía los puntos, estaba horrible pero realmente no me importaba.
Mi madre entro corriendo llenándome la cara de besos.
-¡Basta mamá!- comencé a reír pero pare porque me dolió la herida.
-¿Cómo estás hija? ¡Me preocupe tanto!- me abrazo, me queje por mí herida y mi madre se separó de mí- lo siento, ¿cómo te sientes?
-Bien, bien mamá, cálmate.
-A esa bruja la metieron a la cárcel por lo que te hizo, tu bebé está hermosa, realmente hermosa.
-Quisiera verla pero esto- apunté a mi herida- me lo impide.
-Solo va a ser durante dos semanas y volverás a casa- me dio un beso en la frente.
-¿Dos? ¿En serio?
-Sí, más una semana en la casa con silla de ruedas ya que la herida fue muy profunda.
Cuando mi madre se fue Sebastián entro, tenía ojeras y eso que solamente he estado en el hospital dos días y próximamente dos semanas.
Se sentó a un lado mío, me dio un beso en los labios.
-Te extrañe- comenzó a llorar- creí que te iba a perder, tu madre me marco y me dijo que Fryda te tenía secuestrada, no podía con esa idea, yo no pod...- lo bese en los labios y le sequé las lágrimas.
-Tranquilo, estoy bien, mírame- le alce la cara con mi mano- estoy bien.
Estuvo acostado conmigo durante media hora y después la enfermera entro y le dijo que tenía que irse.
La enfermera me puse anestesia para el dolor y a dormir.
Desperté y Sebastián estaba a un lado mio, me dio un beso en la frente, frote mis ojos y bostecé.
-¿Qué hora es?- me tape la cara con la sabana.
-Las diez de la mañana, ya levantaté.
-No puedo, mi herida- dije bostezando.
-En silla de ruedas, ¿qué no quieres ver a nuestro bebé?
Me deje llevar por la emoción y asentí con la cabeza como loca, después de unos minutos ya estaba en una silla de ruedas y fui a ver a mí bebé que estaba con mi madre en un cuarto, Lo cargue, era bellísima, esta rosita, tenía un poco de cabello y era color rubio cenizo.
-¿Por qué estás en este cuarto mamá?- pregunte sin dejar de ver a mi bebé.
-Te van a cambiar a esta habitación porque la otra va a ser ocupada por otro paciente. Por cierto, ¿cómo la vas a llamar?
Recordé cuando Taylor había dicho que quería que se llamará como yo.
-Verónica, Verónica Camille- ese era el segundo nombre de mi hermana, Camille.
-Verónica Camille- los ojos de mi madre se llenaron de lágrimas- voy al baño.
Después de un tiempo mi madre se llevo a mi bebé.
Pasaron las dos semanas, la silla de ruedas ya me había desesperado bastante, ya podía caminar pero bajar escalones o subirlos me costaba muchísimo trabajo así que me estaba quedando en el cuarto de visitas que en estaba en la planta baja a un lado del comedor.
Eran las 1:45 AM y Camille comenzó a llorar, no tenía hambre, no se había hecho del baño, supongo que eran sus cólicos pero era tan desesperante no saber lo que le pasaba y hacer algo para que dejará de llorar.
Camine con Camille en mis brazos por todo el cuarto, la arrulle, le canté, hice de todo hasta que se quedó dormida, la acosté y puse una almohada a cada lado de ella. Fui a la cocina por un vaso de agua y me encontré a mi madre.
-Me asustaste Verónica- puso su mano en su pecho y la otra la puso en la barra.
-Lo siento, Camille no dejaba de llorar- me senté en una de las sillas del comedor y puse mis manos en mi cabeza.
Mi madre me dio un vaso de agua, lo tome y le sonreí, se sentó a un lado mío y puso su mano sobre la mía.
-Esto no es nada fácil Verónica pero es lo más horrible y bello que te vaya a pasar. Horrible porque un día ella se ira y formará su propia familia y bello porque veras formar su vida y sí, te desvelaras, la regañaras, le enseñaras pero también la abrazaras cuando ella lo necesite o no, le darás amor y recibirás lo mismo de ella.- me dio un beso en la frente y comenzó a subir las escaleras.
Me hice un chongo y comencé a ver detalladamente a Camille, aún no sabía a quien se iba a parecer ya que estaba muy pequeña y he visto que algunos bebés recién nacidos se parecen a alguien y conforme van creciendo cambian sus rasgos. Me acosté a un lado de ella, le di un beso en la frente y me dormí.
Eran las 9:00 de la mañana cuando me desperté, mi bebé aún estaba dormida, me hice un chongo muy mal hecho. Entre al baño que tenía la habitación, me lave los dientes y comencé a ordenar la ropa de Camille que me habían regalado algunas personas mientras estaba en el hospital ya que no hubo baby shower porque no llegue a las ocho o nueve meses.
Cuando termine le pedí a mi madre que cuidara a Camille mientras yo me bañaba. Había un espejo en el baño, vi mi herida, era un cicatriz grande, aún tenía los puntos. Me metí a la tina obviamente ya tenía el agua. Me termine de bañar pero estaba tan cansada que me quede unos minutos más ahí. Sonó mi teléfono y me desperté, el agua ya estaba tibia, la nariz la tenía súper fría, me había quedado dormida. Me salí de la tina con trabajos y me seque, revise el mensaje, era de Sebastián
Hola Vero:), espero y hoy estés mejor, sé que no puedes salir así que iré a tu casa a las 6:30, llevare palomitas y una películas ¿quieres que lleve algo para Camille? Te quiero mucho, nos vemos.

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