los ojos de ella

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Frente al espejo, en una fotografía, sus ojos son marrones. Un marrón que le recuerda al café, aunque a ella no le guste. Y siempre quiere que todos vean como ella ve. Porque encuentra una imagen donde nadie más lo hace, un gesto, un movimiento, ahí, justo donde nadie quiere mirar. Y tal vez ella misma se dice estas cosas, porque nadie más lo hace.
Pero lo que más anhelaba, era alcanzar sus ojos, los de él. Y los alcanzó. Pero nunca le pudo, ni puede, sostener la mirada, porque le quema. Mirarse a los ojos, le genera una opresión en el pecho, que le corta la respiración. Y como no resiste tanta emoción, desvía la mirada a un punto fijo, a donde intenta transmitir todas sus emociones, como si alguien estuviese observando. Pero nadie lo hace. Porque sus ojos siempre miran al suelo. Porque teme que si lo mira a los ojos, él va a descubrir todo lo que ella no dice, y el juego del misterio se acabaría. Sin embargo, hay momentos en los que lo observa sin que él lo note, o quizás lo hace, pero no da respuesta alguna. Y así, contemplándolo en la penumbra de la habitación cuando se esconde el sol, es imposible reprimir la sonrisa, porque lo ve. Ve que es él quien está a su lado, nadie más. En esos momentos no le importaría que la viese a los ojos y descubriera todo lo que calla, pero el no la mira.

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