Hay un ardor constante en mis ojos.
Lo siento cuando llega la mañana a mi, y creo que el sueño aún no me ha abandonado.
Lo siento cuando estoy trabajando, y lo atribuyo a la pantalla de la computadora.
Lo siento cuando estoy esperando el colectivo para ir a casa, pensando que el viento me lastima.
Lo siento en mi cama, creyendo que el cansancio me está venciendo.
Ahí está, ese ardor que me hace apretar los ojos tan fuertes que veo constelaciones. La quemazón que amenaza con incinerarme los ojos.
Lo siento aún cuando duermo, una sensación que me enceguese. Sólo se alivia en sueños, donde el cielo se pone tan negro y las nubes tan sombrías, que la tormenta es inevitable. Y el agua cae y acaba con la sensación de fuego que antes acechaba.Hay un ardor constante en mis ojos.
Lo siento cuando llega la mañana a mi, y aunque diga que el sueño aún no me ha abandonado, se que el ardor viene de adentro.
