Capítulo 1

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Nota
1.-Voy a empezar desde la escapada de spokane okay todo es de Richelle Mead personajes y parte de la historia.
2.- Por favor aunque ya lo hayan leído esta primera parte continuarán para seguir el hilo de la historia

-¡Quieta! -me gritó, apuntándome. Me quedé inmóvil. El guardia al que le había pegado se acercó y me asió por el brazo. Cerca, el
tipo al que había apuñalado se quejaba en el suelo. Con la pistola aún apuntándome, el líder de los
guardias empezó a decir algo y entonces gritó alarmado. La pistola emitió un breve resplandor
anaranjado y se le cayó de la mano. La piel de la palma, en la zona de contacto con el arma, ardía roja
e irritada. Me di cuenta de que Christian había calentado el metal. Guau. Sin duda, teníamos que
haber utilizado la magia desde el principio y, si salíamos de aquello, me uniría a la causa de Tasha. La
costumbre moroi contraria a la magia se hallaba tan arraigada en nuestros subconscientes que ni
siquiera se nos había ocurrido intentar usarla antes. Había sido una estupidez. Me volví hacia el tipo que me sujetaba. Yo no creo que se esperase que una chica de mi talla le
plantase cara de esa forma y, además, aún estaba atónito por lo que le había sucedido al otro tío con
la pistola. Conseguí el espacio suficiente para darle una patada en el estómago, una patada con la que
me hubiese ganado un sobresaliente en mi clase de combate. Gruñó al recibir el impacto, y la fuerza lo
envió de espaldas contra la pared. Como un rayo, me lancé sobre él, le agarré por el pelo y le golpeé
la cabeza contra el suelo con bastante ímpetu como para dejarlo inconsciente, pero sin matarlo.
De forma inmediata me levanté de un salto, sorprendida por el hecho de que el líder no hubiese
venido todavía a por mí. No debería haberle costado tanto recuperarse del susto de la pistola
incandescente, pero cuando me volví, la habitación estaba en silencio. El líder se hallaba tumbado en
el suelo, inconsciente y con un recién liberado Mason sobre él. A su lado, Christian tenía los alicates
en una mano y la pistola en la otra. Tenía que estar aún muy caliente, pero el poder de Christian le
debía de haber hecho inmune. Apuntaba al hombre que yo había apuñalado, que no estaba
inconsciente, tan sólo sangraba, pero, igual que yo, se había quedado inmóvil ante aquel cañón. -Joder -mascullé yo al asumir la escena, me acerqué a Christian tambaleándome y le extendí la
mano-. Dame eso antes de que le hagas daño a alguien. Me esperaba algún comentario mordaz, pero se limitó a entregarme la pistola con las manos
temblorosas, y me la enfundé en el cinturón. Le observé un poco más y vi lo pálido que estaba, tenía
pinta de poder desplomarse en cualquier momento. Para alguien que llevaba dos días hambriento,
había conseguido una magia bastante notable. -Mase, coge las esposas -le dije. Sin darnos la espalda al resto en ningún momento, Mason
retrocedió unos pasos hacia la caja en la cual nuestros captores habían guardado un montón de
esposas. Sacó tres tiras de plástico y algo más a continuación. Con una mirada interrogativa hacia mí,
mostró un rollo de cinta americana-. Perfecto -le dije.
Atamos a nuestros secuestradores a las sillas. Uno de ellos seguía consciente, así que lo
dormimos de un golpe y a continuación les tapamos a todos la boca con la cinta americana. Acabarían
volviendo en sí y yo no deseaba que hiciesen ruido alguno.

Tras liberar a Mia y a Eddie, nos juntamos los cinco y planeamos nuestra siguiente jugada.
Christian y Eddie apenas se mantenían en pie, aunque al menos Christian era consciente de dónde se
encontraba. El rostro de Mia estaba marcado con el rastro de las lágrimas, pero imaginé que estaría en
condiciones de ejecutar órdenes. Aquello nos dejaba a Mason y a mí como los que se hallaban en
mejor estado en el grupo. -El reloj de ese tipo dice que es por la mañana -afirmó él-. Lo único que tenemos que hacer
es salir al exterior, y no nos podrán ni tocar, siempre que no haya más humanos, al menos. -Han dicho que Isaiah no estaba -dijo Mia en voz baja-. Tendríamos que poder salir sin más,
¿no?-Estos tíos han estado horas sin salir de aquí -dije yo-, así que podrían estar equivocados.
No podemos hacer ninguna estupidez. Mason abrió con cuidado la puerta de nuestra sala y echó un vistazo al pasillo vacío. -¿Crees que habrá alguna salida al exterior aquí abajo? -Eso nos facilitaría mucho las cosas -contesté yo entre dientes. Miré hacia atrás, a los demás -. Quedaos aquí, vamos a inspeccionar el resto del sótano. -¿Y si viene alguien? -exclamó Mia. -No lo harán -la tranquilicé. A decir verdad, yo estaba bastante segura de que no quedaba
nadie más en el sótano, porque ya habrían venido corriendo con todo aquel jaleo. Y si alguien
intentaba bajar por las escaleras, nosotros lo oiríamos antes.
Aun así, Mason y yo nos desplazamos con cautela conforme íbamos explorando el sótano, nos
fuimos cubriendo la espalda el uno al otro y comprobamos cada esquina. De cabo a rabo, era el
laberinto que recordaba de cuando nos capturaron: pasillos revirados y un montón de cuartos. Una
por una, abrimos todas las puertas, y nos encontramos con que todas las salas estaban vacías, salvo
por una o dos sillas ocasionales. Sentí un escalofrío al pensar que todas hacían probablemente las
veces de prisión, tal y como la nuestra lo había hecho. -Ni una maldita ventana en toda la planta -mascullé cuando terminamos nuestro barrido-.
Tenemos que subir las escaleras.
Nos dirigimos de regreso a nuestra sala pero, antes de llegar, Mason me cogió la mano. -Rose...
Me detuve y levanté la vista para mirarle. -¿Sí?
Sus ojos azules, más serios de lo que jamás los había visto, me miraron llenos de culpabilidad. -La he jodido a base de bien.
Pensé en todos los acontecimientos que nos habían llevado a aquello. -La hemos jodido, Mason.
Él suspiró. -Espero... espero que cuando todo esto acabe podamos sentarnos a hablar y arreglar las cosas.
No debería haberme mosqueado contigo.
Quise decirle que aquello no iba a suceder, que cuando él desapareció, en realidad yo me
encontraba camino de contarle que las cosas no iban a mejorar entre nosotros. Pero, dado que aquél
no me parecía ni el momento ni el lugar para una ruptura, le mentí.
Le apreté la mano.

Academia De Vampiros Final Alternativo FrostbiteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora