Capítulo 2

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Después de todo el accidente yo seguía sin hablar con Masón no quería hablar con él, sentía que si le volvía a hablar sería una pelea definitiva, y yo lo he lastimado mucho tanto física como mentalmente.
Las temperaturas habían ascendido el día de mi ceremonia molnija. Es más, se habían templado tanto que gran parte de la nieve acumulada por el campus comenzó a derretirse y a descender en forma de delgados riachuelos plateados por los laterales de los edificios de piedra de la academia.
Había salido del incidente de Spokane con cortes y magulladuras leves, y las quemaduras que me produjeron las esposas al derretirse fueron la peor de mis lesiones; no obstante, aún lo estaba
pasando muy mal por la muerte que había causado y las muertes que había presenciado. Yo deseaba
poco más que hacerme un ovillo en alguna parte y no hablar con nadie, excepto quizá con Lissa, porque recorde despues de quedarme dormida en dimitri que el estaba con Tasha eso me desilusionó horriblemente, era el menor de mis problemas, en mi cuarto él día tras la vuelta a la academia, mi madre me localizó y me dijo que me tocaba recibir los tatuajes. Me costó un rato comprender de qué estaba hablando, hasta que caí en que al decapitar a dos strigoi me había ganado dos marcas molnija. Mis primeras.
Al entenderlo me quedé atónita. Durante toda mi vida, al pensar en mi futuro como guardiana, había anhelado aquellas marcas, las había visto como condecoraciones, pero ¿ahora? Serían principalmente recordatorios de algo que deseaba olvidar.
La ceremonia tuvo lugar en el edificio de los guardianes, en una gran sala que utilizaban para reuniones y banquetes. No se parecía en nada al gran salón de celebraciones del refugio, resultaba
práctico, eficiente, igual que los guardianes. La alfombra era de un tono gris azulado, fina y tupida.
Las paredes, de un sencillo color blanco, colgaban fotos enmarcadas y en blanco y negro de St.
Vladimir a lo largo de los años. No había ninguna otra decoración ni fanfarrias, aunque la solemnidad e
importancia del momento resultaban palpables. Asistieron todos los guardianes del campus, pero ni
un solo novicio, y aguardaron en el salón principal del edificio, en grupos, aunque sin decir una
palabra. Cuando se inició la ceremonia, formaron en filas ordenadas sin que nadie se lo mandase y me
observaron.
Yo me encontraba sentada en un taburete en una esquina de la sala, inclinada hacia delante y con
el pelo echado sobre la cara. Detrás de mí, un guardián llamado Lionel sostenía una aguja de tatuador
apoyada en mi nuca. Le conocía desde que llegué a la academia, pero jamás supe que hubiese
aprendido a dibujar las marcas molnija.
Antes de comenzar, Lionel había mantenido una conversación entre susurros con mi madre y con
Alberta. «Pero no tiene la marca de la promesa -había dicho él-. No se ha graduado aún». «Es lo
que hay -dijo Alberta-. Ella los mató. Haz los tatuajes y ya recibirá la marca de la promesa más
adelante».
Teniendo en consideración el dolor al cual yo misma me sometía con regularidad, no me había
imaginado que los tatuajes doliesen tanto, y me mordí el labio y permanecí en silencio mientras
Lionel me hacía las marcas. Aquello parecía no tener fin. Cuando terminó, sacó un par de espejos y,
con alguna que otra maniobra, pude verme la nuca. Allí se encontraban las dos minúsculas marcas
negras, la una junto a la otra, sobre mi piel, sensible y enrojecida. Molnija significaba «relámpago» en
ruso, y aquello era lo que su forma dentada pretendía simbolizar. Dos marcas. Una por Isaiah, otra
por Elena.
Una vez las hube visto, las cubrió con un vendaje y me dio instrucciones para cuidarlas mientras
se curaban. No me enteré de la mayor parte de lo que dijo, pero imaginé que podría volver a
preguntarlo más tarde. Seguía en una especie de estado de shock con todo aquelloA continuación, todos los guardianes allí reunidos vinieron hacia mí de uno en uno. Cada uno me
ofreció un signo de afecto de alguna clase -un abrazo, un beso en la mejilla- y palabras amables. -Bienvenida a filas -dijo Alberta, con el cariño en su ajado rostro al tiempo que me sumergía en
un fuerte abrazo.
Dimitri no me dijo nada cuando llegó su turno pero, como siempre, sus ojos hablaban por él. Su
expresión estaba repleta de orgullo y de ternura, comprensión y yo me tragué las lágrimas. Con cariño, me posó
una mano en la mejilla, asintió y se marchó.
Pensé que me iba a desmayar cuando Stan -el instructor con el que más me había peleado desde
mi primer día en la academia- me abrazó y dijo: -Ahora eres uno de los nuestros. Siempre supe que serías una de los mejores.
Y después, cuando mi madre llegó hasta mí, no pude evitar la lágrima que descendió por mi
mejilla. Ella la enjugó y a continuación me acarició la nuca con los dedos. -Jamás lo olvides -me dijo.
Nadie dijo «enhorabuena», y eso me agradó. La muerte no era algo de lo que alegrarse.
Cuando todo hubo terminado se sirvió comida y bebida. Me acerqué a la mesa del bufé y me
preparé un plato con quiches de queso feta en miniatura y una porción de tarta de queso y mango.
Comí sin llegar realmente a saborear la comida y estuve respondiendo a las preguntas de los demás
sin saber lo que decía la mitad de las veces. Era como si fuese un robot de Rose que cumplía con las
formalidades de lo que se esperaba de mí. En la nuca, la piel me aguijoneaba por los tatuajes.
Terminando esa reunión me fui lo más discretamente a mi cuarto a dormir.
Al día siguiente
Yo iba caminando hacia el gimnasio ya que me tocaba entrenamiento con Dimitri lo encontre acostado en un tapete de esos de entrenamiento leyendo un libro del viejo oeste cuando me vio se incorporó.
-Hoy no hay práctica -dijo-ven siéntate
Oh no está mierda aquí vamos con la platica motivacional
Me sente
-¿Que pasa camarada ?-pregunte despreocupada  al estilo Rose
-Has matado a 2 strigoi y tus amigo y tu sobre todo tu caso el primer asesinato no es nada fácil enserio Rose estas bien?
-No, pero lo estaré ...mira de lo que me arrepiento más que nada es de haberle contado a masón ....

Academia De Vampiros Final Alternativo FrostbiteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora